Cómo mantener una buena higiene ocular durante el verano
Investigación y Tecnología
La radiación ultravioleta es especialmente intensa en verano y aunque solemos asociarla a daños en la piel, también puede afectar gravemente a los ojos
¿Cuáles son los factores que afectan a la salud ocular en verano y cómo podemos proteger la vista en los meses de calor?

Durante los meses de verano, el calor, el sol intenso y las actividades acuáticas se convierten en protagonistas de nuestras rutinas. Aunque estas situaciones invitan a disfrutar del aire libre, también representan una serie de riesgos para los ojos. Las altas temperaturas, la exposición prolongada a la radiación ultravioleta (UV), el cloro de las piscinas, el uso frecuente del aire acondicionado y otros factores ambientales pueden desencadenar molestias oculares o incluso problemas más serios si no se toman las medidas adecuadas.
Cuidar de la salud visual no solo implica acudir al oftalmólogo cuando aparece un síntoma, sino también adoptar hábitos de prevención y protección ocular de forma proactiva. Desde el uso de gafas homologadas hasta una correcta higiene de manos o el uso responsable de lentillas, las acciones cotidianas pueden marcar una gran diferencia para mantener unos ojos sanos durante el verano.
1. Protección solar: más allá de la piel
La radiación ultravioleta es especialmente intensa en verano. Aunque solemos asociarla a daños en la piel, también puede afectar gravemente a los ojos. Exponerse sin protección puede provocar desde quemaduras corneales superficiales (queratitis actínica), hasta acelerar el desarrollo de cataratas o favorecer lesiones en la conjuntiva como la pinguécula o el pterigión. Mirar directamente al sol, incluso con gafas de sol, puede dañar la retina.
Según fuentes del Hospital Quirón Salud, también existen riesgos menos conocidos, como la aparición de tumores en el globo ocular, siendo el melanoma coroideo el tumor ocular maligno más frecuente. El párpado, cuya piel es especialmente delicada, puede sufrir igualmente lesiones como carcinomas basocelulares o epidermoides, todos ellos estrechamente vinculados con la exposición solar.
Por todo ello, es esencial utilizar gafas de sol con filtros UV homologados, evitando aquellas sin protección real, que podrían ser incluso más peligrosas al dilatar la pupila y permitir mayor entrada de radiación. Además, es importante no exponerse al sol en las horas centrales del día y recordar que los niños también deben usar gafas de sol, ya que sus ojos son aún más sensibles.
2. Cuidado en el agua: piscinas, mar y lentillas
Los baños en piscinas y otras aguas dulces durante el verano pueden conllevar riesgos si no se toman precauciones. El cloro puede provocar irritaciones oculares por desequilibrios en el pH, y tanto en piscinas como en jacuzzis, ríos o lagos, existen microorganismos que pueden causar infecciones como conjuntivitis o, en casos graves, infecciones por bacterias o amebas.
Estas complicaciones se agravan si se utilizan lentillas durante el baño. El contacto de las lentillas con el agua puede facilitar la adhesión de microorganismos al ojo, aumentando el riesgo de infecciones graves o erosiones corneales. En el caso del mar, aunque el agua salada no suele ser tan agresiva en este sentido, puede afectar a la estructura de la lentilla, haciendo que se adhiera al ojo y sea difícil retirarla. Para minimizar estos riesgos, se recomienda evitar el uso de lentes de contacto en baños, usar gafas de natación (que pueden ser graduadas si es necesario), no compartir toallas o gafas y evitar bañarse en zonas no autorizadas.
3. Ambientes secos y aire acondicionado
El uso intensivo del aire acondicionado y la baja humedad ambiental en ciertas regiones pueden causar o agravar el síndrome de ojo seco. Esta afección se manifiesta con síntomas como escozor, visión borrosa, fotofobia, picor o la sensación de tener arena en los ojos. El problema puede intensificarse si se usan lentes de contacto de manera prolongada o sin una correcta higiene.
Para combatirlo, es recomendable programar el aire acondicionado entre los 21 y 26ºC, evitando exponer los ojos directamente a corrientes de aire. También se sugiere apagar el aparato durante la noche o limitar su uso a las primeras horas del sueño. El uso regular de lágrimas artificiales, incluso sin síntomas, y una buena hidratación general son claves para mantener los ojos en buen estado.
4. Higiene ocular y prevención de infecciones
Durante el verano, mantener una buena higiene es vital. Las manos deben lavarse frecuentemente, especialmente antes de tocar los ojos o manipular lentillas. Es una medida sencilla que ayuda a prevenir infecciones comunes como la conjuntivitis. Además, se deben evitar hábitos como frotarse los ojos o compartir objetos de uso personal. También es importante vigilar los síntomas tras exposiciones prolongadas al sol o al agua: enrojecimiento, escozor y sensibilidad a la luz pueden ser signos de una queratitis actínica o de una infección ocular incipiente. Ante cualquiera de estos síntomas, se debe consultar al oftalmólogo para recibir el tratamiento adecuado y evitar complicaciones.
5. Recomendaciones clave para todos los públicos
Niños, personas mayores y usuarios de lentes de contacto merecen una atención especial durante el verano. Los niños, por ejemplo, deben proteger sus ojos con gafas adecuadas y aprender a no tocarse los ojos con las manos sucias. Las personas mayores, más propensas a la sequedad ocular, necesitan mantener una buena hidratación y protegerse del sol. Y quienes usan lentillas deben extremar la higiene, limitar su uso y utilizar lágrimas artificiales para evitar molestias.
El verano puede ser una época maravillosa para disfrutar, pero también exige prestar atención a la salud ocular. La prevención es el mejor aliado frente a las agresiones del sol, el agua, el aire seco y otros factores estivales. Siguiendo unas pautas sencillas, como usar gafas homologadas, evitar bañarse con lentillas, mantener los ojos hidratados y acudir al oftalmólogo ante cualquier molestia, se puede disfrutar de un verano sin sobresaltos y con una visión saludable. Cuidar de nuestros ojos no debería ser una opción, sino parte de nuestro bienestar diario
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