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''No me pongo moreno porque todavía no he podido ir a la playa, no es lo mismo que en mi terraza'', ''Aquí en la piscina ya no me puedo poner más moreno, tengo que ir a la playa'', ''el agua del mar potencia el moreno'', ''no es lo mismo este bronceado que el de piscina''... y así un largo etcétera de comentarios y afirmaciones que llegadas estas fechas todos hemos escuchado en alguna conversación. Lucir un bonito bronceado y disfrutar del tiempo libre, son los objetivos más demandados llegadas las vacaciones y el buen tiempo. Y, no tiene que mencionarse, la playa es uno de los lugares más apacibles para lograrlos. Pues bien, debes saber que en torno a las creencias del moreno, ni la brisa marina ni el yodo del mar, ni tampoco la incidencia del sol, son factores que hayan demostrado una evidencia científica sólida.
Estas conclusiones han sido ya difundidas por muchos expertos, que aseguran que el sol es el mismo en la playa, en la montaña o la piscina de la ciudad. Dicho con otras palabras, lo único que nos hace broncearnos es exponernos a los rayos de luz ultravioleta del sol y no hay agentes externos que hagan que nuestra melanina se torne de diferentes tonalidades. Eso sí, es cierto que existen algunos detalles relativos al clima y al entorno que nos permiten exponernos durante más tiempo al sol o que las condiciones de la piel sean mejores durante la exposición. Te los contamos.
Si valoramos estos dos escenarios es porque, evidentemente, los lugares donde se suele tomar el sol suelen ser los mismos en donde podemos refrescarnos. En este sentido, en ambos sitios, existe un riesgo añadido: el 'efecto lupa'. Esto responde a la creencia de que estando en el agua, el bronceado será mayor. La realidad es que el agua refleja la radiación solar y actúa a modo de espejo; lo mismo ocurre en la piscina. De esta forma, corremos más riesgo de quemaduras solares.
Esto supone un doble peligro según la experta: por un lado, el efecto lupa del agua aumenta la intensidad de la radiación solar y, por otro, el agua rebaja la sensación de calor y no percibimos que nos quemamos. Asimismo, permanecemos durante más tiempo al sol, que es el único factor que puede potenciar el moreno (ningún otro agente externo).
Por otro lado, nos encontramos con la arena de la playa como aliada. Y sí, aquí debemos reconocer que es cierto que el reflejo de los rayos sobre la arena blanca hacen que se potencie la actividad de la melanina. Esto sucede porque se refleja la radiación, por tanto nos llegan los rayos que vienen de arriba y abajo. No todas la superficies reflejan con tanta facilidad, en el caso del césped o el asfalto ese efecto es menor.
En el caso del césped, lo más habitual en las instalaciones con piscina, la reflectación de los rayos UV se encuentra entre un 20 y un 30%, frente al 45% del efecto 'rebote' que se produce en la playa. En este sentido, apunta que debajo de la sombrilla el porcentaje sigue siendo de un 35%.
En cuanto a la temperatura y las características ambientales del entorno, la humedad de la playa hace que la piel esté más hidratadapiel esté más hidratada y el moreno se prolongue durante más tiempo. En las piscinas de ciudad, el moreno es más opaco por contar con unas características ambientales más secas que provocan que la piel se descame.
Además de todo ello, los fototipos 3, 4 y 5 (pieles oscuras) se broncean más y durante más tiempo (tardan más en degradar la melanina), mientras que los 1 y 2 (pieles claras) producen menos melanina y también la deshacen antes.
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