El primer paso. La Hermandad de la Esperanza de Triana ha cerrado esta semana la nave principal de la Capilla de los Marineros. Esta clausura responde a la primera fase de las obras para hacer visitable el camarín de la Esperanza. La Dolorosa recibirá culto hasta que acaben estos trabajos en un altar lateral de la nave del Cristo de las Tres Caídas. El acceso al templo se realizará por una puerta lateral.

Las obras en el camarín de la Esperanza se realizan, además, para mejorar los sistema de seguridad y contraincendios que protegen a la venerada imagen, que datan del año 2009, siendo hermano mayor Adolfo Vela. En esta primera fase, las tareas se centrarán en ello. Dentro del mismo proyecto se acometerán, además, las preceptivas reformas sobre el presbiterio de la Capilla de los Marineros, procediendo a la sustitución y recuperación del aplacado de mármol del zócalo y al recubrimiento de las pilastras con el mismo material. 

En la segunda fase de esta ambiciosa intervención, ya en el verano de 2022, se haría la reforma para construir los accesos al camarín, que conllevan el desmontaje del intradós y la construcción de una cúpula. 

La Esperanza de Triana en su ubicación provisional.

La Gerencia de Urbanismo aprobó en su reunión del pasado 22 de junio el expediente para conceder “licencia de obras de reforma del camarín para la Virgen de la Esperanza, en la capilla de los Marineros, así como sustitución del aplacado de mármol del presbiterio (zócalo y pilastras)”. 

El proyecto cuenta con la dirección de Aurelio Gómez de Terrero, arquitecto, y la supervisión de los hermanos Javier Sánchez de los Reyes e Ignacio Sánchez Rico. La junta de gobierno, cuyo hermano mayor es Sergio Sopeña, acordó previamente la realización de este importante proyecto, costoso económica y arquitectónicamente, pero que la hermandad hará por el gran anhelo que los devotos y fieles de la Esperanza tienen de postrarse ante ella en su camarín.

Ataviada para los meses de verano

La Esperanza ha sido vestida en estos días, ante la próxima conmemoración de la festividad de la Señora Santa Ana, con la saya bordada en oro y sedas naturales sobre tisú de plata en las que se aprovecharon los bordados de los antiguos faldones del paso de palio, realizados por Benjamín Pérez en 1990.

Luce el manto de terciopelo rojo realizado con trajes y capotes de torear de Antonio Ordóñez y el Algabeño y cuyos bordados fueron adaptados y pasados por el taller de Caro en la década de los setenta de la pasada centuria, y toca lisa. Completa el conjunto la corona de metal dorado realizada por el orfebre Gabriel Medina en 1937, y para cuya ejecución fue reutilizado el canasto de una anterior, la realizada por el platero Justino de Guzmán entre 1890 y 1891.