"Dejad que me considere un latero de palabras de la Centuria Macarena"
Carlos Colón pronunció en una basílica repleta el Pregón de los Armaos Fue un texto repleto de evocaciones y un reconocimiento a la tropa macarena.
"Un pregón con forma de marcha a paso ordinario". El periodista y escritor Carlos Colón, consejero editorial de Diario de Sevilla, pronunció anoche, en una abarrotada basílica de la Macarena, el Pregón de los Armaos. Fue una exaltación de amor incondicional a esta tropa macarena y a toda la hermandad. Un repaso por el devenir histórico de la Centuria que sirvió para recordar a personas, para recorrer lugares, para proclamar su grandeza y para rendir honores a quien es su capitana: la Virgen de la Esperanza, y su guía: el Señor de la Sentencia.
Comenzó Colón anunciando su procedencia y su pedigrí macareno: "Vengo de la frontera Sur de vuestro imperio, de las cuarteladas alzadas en el límite más remoto de las tierras macarenas. Porque soy de San Juan de la Palma, nacido en Regina, frente al mercado, y por ello macareno de la Encarnación". El mercado tuvo un protagonismo importante en el arranque, con las dinastías macarenas salidas de sus puestos. O con capitanes como Pepe García.
Uno de los momentos más emotivos de todo el año es la visita que los armaos hacen al Hospital infantil en la tarde del Jueves Santo, y que identificó como la más difícil protestación de fe. "Llevad al Hospital Infantil el beso de la Esperanza, armaos de la Centuria. Porque la Macarena es el beso en la frente que nuestras madres nos daban cuando llorábamos con el corazón encogido por esa pena absoluta que sólo puede sentir un niño".
Los armaos son los mejores embajadores de la Macarena. Llevan la alegría a las casas. A los barrios. Como hacía El Pelao, o hace ahora Hidalgo cuando va a cobrar las cuotas. "En aquella casa mía de Nervión sonaba el timbre como si fuera Abelardo o Basílica anunciando la llegada de Hidalgo. Cuánta Macarena no ha llevado por tantos barrios de Sevilla bajo pretexto de cobranza".
Fechas marcadas a fuego en la historia macarena, "siempre es 1900 cuando pasa la Centuria, y la Esperanza estrena valiente manto de malla". Visita al Señor con recado de Esperanza. "Óyelos Señor del Gran Poder, que vienen de parte de tu Madre indiscreta que está a punto de echarse a la calle para incendiar la Madrugada con el grito de resurrección de su cara". Sevilla conquistada y deseando rendirse a la Centuria. Memoria recuperada cuando pasan los armaos: "Que sólo porque vosotros pasáis por ella esta mañana vuelve a abrir La Bolera y reverdecen en su patio el laurel y los limoneros; canta saetas la Marta; Juana Reina le dice a don Miguel que quiere ser artista y que cuando triunfe le gustaría regalarle al Señor de la Sentencia una túnica y hasta un paso".
Los macarenos como el mejor tesoro de la Esperanza. Y una petición final del orador: "Ya sé que no soy uno de los vuestros, aunque haya desfilado con vosotros alguna que otra madrugada; eso sí, con m minúscula y pájaro de plástico en vez de plata. Ya sé que no soy armao, y lo peor es que se me nota. Pero dejad que me considere, no capitán, desde luego, ni teniente, ni alférez, ni armao, ni tan siquiera aspirante, sino un latero de palabras de la Centuria Macarena. Un latero de palabras tan inconsciente como para pensar que con este pregón con forma de marcha a paso ordinario podía dar más brillo a lo que de tan brillante ciega, más luz a lo que de luminoso deslumbra y más gloria a quienes ya la tienen toda: ser los armaos de la Centuria Romana Macarena".
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