El Palquillo

Un Padrenuestro en la Capilla de la Vera Cruz

  • Douglas Inglis es de un país del siglo XVIII, y lleva el Archivo de una hermandad del siglo XV. La ‘herencia’ que recibió de su hija, que fue hermana, murió de cáncer y está enterrada bajo el altar

Douglas Inglis junto al Archivo de Indias.

Douglas Inglis junto al Archivo de Indias. / juan carlos muñoz

Douglas Inglis (Francfurt, Alemania, 1951) sale del Archivo de Indias, donde investiga los barcos que entraban y salían de La Habana en el siglo XVIII. Vamos caminando hasta la hermandad de la Vera Cruz, “sin guión, sin cruz, sin nada, es la Verdadera Cruz”, cofradía de la que es su Archivero. La explicación de por qué este norteamericano nacido en Alemania que llegó hace medio siglo a Sevilla y se casó en Cuenca está al frente del archivo de una de las hermandades más antiguas de Sevilla se encuentra en una oración, la más universal. En el Padrenuestro que se lee en la estampa sobre la mesa al entrar en la capilla de la Vera Cruz.

Sabe muchísimo de barcos y distingue la procedencia de los aviones que surcan el cielo de Sevilla. Su padre fue trasladado a Alemania como instructor dentro del Plan Marshall de ese país cuando por el control de los rusos a Berlín sólo se podía acceder por vía aérea. Curiosamente, pisó antes tierra española que la del país de sus padres, Graham Douglas Inglis y Betty Jo. A Estados Unidos llega por primera vez en 1959, el año que Fidel Castro entra en Cuba, el país al que le dedicó su tesis doctoral. “Fuimos en barco, en el ‘U.S. Constitution’ desde Nápoles a Nueva York. Hicimos escala en Algeciras, donde mi padre me compró un juguete de madera, un avión, que todavía tengo en mi despacho”.

En el regreso a casa, en puertas de una década convulsa (los asesinatos de Kennedy y Martin Luther King), la familia reside en Gulfport, entre Mobile-Alabama y Nueva Orleans. Estudió Historia e Informática. Dos disciplinas que le han sido de suma utilidad para manejar el Archivo de una hermandad fundada el 9 de mayo de 1448 en el convento de casa grande de San Francisco. Estudió en la William Carey University, la University of Southern Mississippi y la Texas Christian University.

El 24 de agosto de 1974 llegó a Sevilla. Celebrará sus bodas de oro con la ciudad. “Pasé antes dos semanas en Madrid. Cuando llegué estuve un año viviendo en la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, donde conocí a eminencias como don Antonio Muro Orejón”. Su boda más importante vino dos años después. En el Archivo de Indias conoció a Pilar, una archivera de Cuenca, con la que se casó en la ciudad castellana el 10 de abril de 1976.

En 1977, en Texas, nace Lydia María. En 1980, en Cuenca, Gloria Pilar. Una en América y otra en España, las dos mitades de este informático y archivero de casi dos metros de altura. Douglas Inglis nace el 23 de febrero de 1951. El 23-F cumplía 30 años. “Le habían hecho una intervención quirúrgica a mi madre y teníamos a doña Consolación, mi suegra, en casa. Cuando vio entrar a Tejero pensó que venía otra guerra civil. Mi padre me llamó desde Estados Unidos: ‘¿Qué coño pasa en España?’. Cuando oímos hablar al Rey, nos quedamos tranquilos”.

Lydia María estudió Arquitectura y Gloria Pilar hizo Periodismo. “Por Lydia soy archivero de la Vera Cruz y los dos, mi mujer y yo, somos hermanos”. Desde muy pequeña, la hija mayor de Douglas y Pilar quería salir en la Veracruz, la primera hermandad que aprobó la salida de mujeres nazarenas. Empezó a salir hasta que en 2005 le detectaron un cáncer muy agresivo que seis años después se la llevó el 4 de marzo de 2011. “Pilar y yo nos habíamos hecho hermanos en diciembre, prácticamente lo primero que hicimos en la hermandad fue darle sepultura a Lydia, que está enterrada debajo del altar”.

La Historia era su vocación y la Informática su profesión. Douglas viajó cuatro veces a Sudáfrica cuando trabajaba en Siemens, empresa en la que se jubila en 1998. Cuando el hermano mayor de la Vera Cruz le propuso que se hiciera cargo del archivo, le dejó bien claras sus limitaciones. “Yo conozco muy bien la historia de La Habana, pero no tanto la de Sevilla”.

Entramos en la capilla y en una mesa un hermano vende escudos, insignias, libros. Hay estampas con la imagen del Cristo de la Vera Cruz, objeto de un libro que el año pasado editó Páginas del Sur y en el que Douglas Inglis firma un exhaustivo trabajo titulado ‘La Sección Histórica del Archivo de la Hermandad de la Vera Cruz de Sevilla’. Las estampas llevan en el dorso un Padrenuestro con reflexiones de Lydia Inglis Redondo (q.e.p.d.). Disecciona las frases de la oración más importante del cristiano con comentarios que interpelan a quien los lee. Por ejemplo. Que estás en los cielos “y en la tierra y a nuestro lado, llenándolo todo”. Santificado sea tu nombre “que es sinónimo de alegría y de Verdad. Por eso nos entristecemos cuando renegamos de Él”…

No es fácil explicarles a sus compatriotas el cometido que realiza. “Lo de las hermandades es un concepto medieval que en Estados Unidos no se entiende. Allí no las hay, con la excepción de los ‘Knights (Caballeros) of Columbus’. Otra cosa que me llama la atención es el nivel de marianidad en Sevilla y en España. En Estados Unidos siempre ves a Cristo; aquí en algunas iglesias es difícil encontrarlo”.

El archivero se encontró con un hándicap de raíz. En 1925, el arzobispo de Sevilla decidió suspender las actividades de la hermandad, que no vuelve a funcionar hasta 1942 y hasta 1944 no hace de nuevo la estación de penitencia. Empezó a digitalizar todo el material, “daría para llenar un campo de fútbol”. El documento más antiguo data de 1505, “trata de la cesión de unas tierras en Marchena”.

En el Archivo de Indias investiga barcos que entraban y salían de La Habana

La Vera Cruz tiene el título de Seráfica por los franciscanos, entre quienes admiró a don Carlos Amigo Vallejo; de Real “porque Felipe II era hermano nuestro”; en el Archivo hay un documento del padre del monarca que residió en El Escorial, de Carlos V. “La hermandad tenía dos actividades muy importantes: el rescate de cautivos de los argelinos, entre ellos había un tal Miguel de Cervantes, y los dotes de doncellas que no tenían posibilidades para casarse”. Muestra una Bula de Paulo III de 7 de enero de 1536 para los cofrades de todas las hermandades de a Vera Cruz. “He copiado tantas indulgencias que voy directamente al cielo”.

Su hija Gloria Pilar trabaja en Madrid, en el Instituto Cervantes. Douglas Inglis es un personaje en la Veracruz. Heredó de Lydia Inglis Redondo este perfil cofrade que no aparecía en el guión de su vida. Empezó a salir de nazareno, cada vez con más limitaciones “porque soy diabético, muy diabético”. Conectó enseguida con la cofradía de su hija Lydia. “Me gusta que sea una hermandad seria, donde no se habla ni se dan caramelos o cera para los niños, que no se mira hacia atrás ni a los lados”.

En medio siglo de estancia en Sevilla ha ido formando una buena biblioteca. “Los libros de Historia de América los daré a la Escuela de Estudios Hispanoamericanos; los militares, con una colección impresionante de mi padre, al Archivo del Museo Militar de la Plaza de España; los de Cuba, al Instituto Hispano-Cubano; y los libros de barcos probablemente vayan para San Fernando”. Nunca ha estado en la Veracruz de México ni se topó con el galeón de Manila.

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