La Virgen del Sol a los sones de su banda de cornetas y tambores
La banda del Sol interpretó una marcha procesional en la entrada de la dolorosa del Sol
Un amplio número de cofrades acompañó al cortejo hasta su entrada en el Plantinar
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Con el tiempo, tal y como nos hemos referido en anteriores ocasiones, tomaremos perspectiva y reconocimiento de lo que sucedió en la ciudad de Sevilla aquella tarde del 8 de abril. El Santo Entierro Grande nos ofreció estampas para la historia reciente de nuestra fiesta por su singularidad y excepcionalidad, así como por el carácter irrepetible de las mismas.
Sin embargo, es justo reincidir en el ejemplo, sacrificio y compromiso que asumieron las hermandades de la jornada para garantizar el correcto desarrollo de la procesión general. La venia en Campana se adelantó tres cuartos de hora y las cofradías -especialmente El Sol, Los Servitas y La Trinidad- se aplicaron con fraternidad y esfuerzo para mayor gloria de nuestra Semana Santa. Y los cofrades lo agradecieron.
Y aquel Sábado Santo las cofradías de la jornada también nos regalaron algunos instantes cargados de personalidad, manteniendo el sello de sus cortejos y cumpliendo con su estación de penitencia. Es el caso de la hermandad de El Sol, que definitivamente mira al futuro y a su ya incontestable personalidad se une una apuesta firme por su estabilidad diaria y su procesión de atracción a un mayor número de hermanos y nazarenos.
La cofradía regresaba a su barrio del Plantinar arropada por un generoso número de cofrades -hasta los propios hermanos quedaron ciertamente satisfechos- a su hora, pero imbuidos en el recreo propio de quien se sabe con la labor cumplida. Por unas horas, el vecindario se revistió de una Semana Sansta revitalizada y contemporánea, con otros conceptos pero la misma raíz.
Una vez recogido el Varón de Dolores, y para sorpresa de todos los allí presentes, la banda de cornetas y tambores del Sol esperó en el entorno de la parroquia para firmar uno de esos instantes en que se funden la historia y el tiempo, a pesar de su adolescencia. Cuando se levantó el palio de la Virgen del Sol, la banda interpretó una marcha procesional y los costaleros adecuaron el paso y sus mecidas al ritmo de las partituras. Una chicotá pausada, parsimoniosa, sin descomponerse. Se cerró una ovación sobre el palio del Sol, sobre la banda y sobre la cofradía, y en los ojos de sus hermanos brillaba ese valioso tesoro que nos define como seres humanos: el sentimiento de identidad, de pertenencia. Una instantánea que, a buen seguro, recordarán los cofrades como algo inesperado y sincero.
En este enlace puedes visualizar el momento exacto, en un vídeo del canal Costero de Frente.
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