Arahal y La Hiniesta, por supuesto, renuevan un año más

La célebre agrupación continuará un año más interpretando su música tras el Cristo de la Buena Muerte

Se cumplen ya cuarenta y nueve años de vinculación ininterrumpida

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Nico de Alba y David Rodríguez firman el contrato de vinculación
Nico de Alba y David Rodríguez firman el contrato de vinculación

No debiera ser noticia -noticiable sería lo contrario- pero es justo reseñarlo precisamente porque en un universo vertiginoso, de cambios continuos, de corrientes pasajeras y vaivenes frenéticos, lo permanente se convierte en una virtud. No se concebiría la Semana Santa contemporánea, la del último medio siglo, sin unas boinas y unos guantes blancos llegando a San Julián un Domingo de Ramos. Y precisamente ese tesoro continuará latente un año más.

Una delegación de la hermandad de la Hiniesta, representada por su hermano mayor Nico de Alba, se ha desplazado recientemente hasta la localidad de Arahal para renovar el contrato con la Agrupación Musical Santa María Magdalena, baluarte, espejo y reliquia de su género. De este modo, la formación que dirige David Rodríguez continuará un año más interpretando su música tras el Cristo de la Buena Muerte tal y como lleva ocurriendo durante los últimos cuarenta y nueve años. Sí, casi medio siglo. España estaba en vías de instaurar un nuevo régimen democrático y ya sonaba Arahal por la Puerta de Córdoba.

El año que viene serán, por tanto, cincuenta años de vinculación ininterrumpida, a pesar, como decíamos al principio, de la revelación de las cornetas, los tiempos de zozobra de las agrupaciones y otras cuestiones que propiciaron un distanciamiento de las hermandades para con el género que impulsó Manuel Rodríguez Ruiz. Sin embargo, ahí estuvo la Hiniesta -y no fue fácil-, que abriga en su genética el resistir, el superarse, el renacer. Este año Arahal sonará un día más en la Semana Santa. Pero, pase lo que pase, y Dios así lo quiera, siempre tendremos la certeza de que algo se nos romperá por dentro con los primeros compases de Cristo en San Julián con los primeros rayos de la tarde primera y única de nuestras vidas.

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