Corpus de Sevilla 2025: El acierto de los costaleros

La procesión del Corpus de la Catedral sufre los estragos del calor en su parte final y se recogió con media hora de retraso sobre el horario habitual. Las representaciones volvieron a ser muy numerosas

El misterio de la Cena regresará a los Terceros el jueves a partir de las 21:15

Sevilla vive un Corpus marcado por el calor y le vuelta de los costaleros / Juan Carlos Vázquez

Un éxito sin paliativos. Sólo así se puede calificar el regreso de los costaleros un siglo después al paso de la custodia del Corpus de Sevilla. En una mañana de público menguante y de representaciones estables e incluso crecientes, la novedad había que buscarla en la manera de llevar el Santísimo por las calles de Sevilla. Es de alabar el trabajo y el comportamiento de los 60 hombres comandados por Eduardo Bejarano. El nuevo paso, con unas dimensiones prácticamente perfectas, hacía que la custodia de Arfe luciera todavía con más majestuosidad con el cuerpo de Cristo en su centro. Las primeras líneas de esta crónica sobre uno de los tres jueves que relucen más que el sol deben ser, por tanto, para agradecer al Cabildo de la Catedral su valentía y su apuesta para que volvieran los costaleros al paso con el Santísimo.

Las ruedas han durado casi un siglo desde que el cardenal Ilundáin fulminara a los costaleros por, dicen, salir blasfemando de debajo de las andas. De aquellos 16 hombres profesionales distribuidos en cuatro trabajaderas hemos pasado a 30 en cinco palos. Un alivio para cargar los aproximadamente 1.200 kilos que se calcula que pesan las andas con todos sus avíos. Decía el capataz Bejarano en la víspera que iba a ser un trabajo duro por el peso y el calor. Se notaba que los kilos caían a plomo, pero las cuadrillas salieron airosas. Sevilla ha recuperado los costaleros para llevar el Corpus y lo ha hecho de una manera extraordinaria.

La procesión del Corpus, compleja donde las haya, concluyó con la entrada de la custodia por la Puerta de los Palos de la Catedral al filo de la una de la tarde. Media hora de retraso sobre el horario habitual. Insignificante para, como decimos, un cortejo de una organización muy complicada que debe acompasar su discurrir con la celebración eucarística que se celebra en la Catedral. Hubo algunos cortes. Sí. Y al final se aceleró la velocidad para ganarle minutos al reloj. También. Pero como ha pasado otros años. Algunos decían nada más entrar que este retraso era culpa de los costaleros de la custodia. Un análisis demasiado apresurado. No hay que olvidar que el resto de los pasos también es portado por hombres. Tiempo habrá para que el Cabildo y las personas encargadas del cortejo estudien las causas de la demora. Pudo ser el calor que hizo demasiada mella. O que las representaciones eran numerosísimas. Llega a ser un tedio el paso de tantas y tantas personas. No es de extrañar que cada año disminuya el número de sillas que salen a la venta. Hay que tener mucha moral para aguantar las más de dos horas que tarde el cortejo en pasar. Por la mañana era fácil adquirir asientos en cualquier calle del recorrido procesional. Atrás quedaron las muchas filas que se ponían, por ejemplo en la Plaza del Salvador o en la de San Francisco.

Salida a las 10:50 de la Catedral

El paso de la custodia en la Plaza de San Francisco.
El paso de la custodia en la Plaza de San Francisco. / Juan Carlos Vázquez

El momento más esperado de la mañana tuvo lugar sobre las 10:50. Se podía ver por primera vez el movimiento de la custodia de Arfe con los costaleros. La expectación era máxima en la Catedral y en la calle. El Himno Nacional anunciaba unos minutos después que paso ya salía por la Puerta de San Miguel. Las órdenes era sutiles y medidas. “Derecha a’lante e izquierda atrás”. El paso encaraba la Avenida. Primera arriá. El público de rodillas rezaba. “Por ahora no se mueve mal”, sentenciaba un joven cofrade.

Pasaba la custodia ante el altar montado por la hermandad de la Inmaculada de Castilleja de la Cuesta que este año se ha llevado el primer premio del concurso municipal. “¿De dónde será el pan?”, preguntaba una señora. Un certamen que se ha revitalizado en los últimos años, algo de alabar. Debe seguir el Ayuntamiento apostando por la festividad del Corpus, la más importante de la ciudad hasta que el siglo XX la Semana Santa se lo llevó todo por delante. Pero hay que darle una nueva vuelta de tuerca y diseñar una programación cultural más potente. Los pasacalles con las bandas de música están bien, pero hay que buscar algo más.

Otro acierto han sido las portadas de la Plaza de San Francisco. Más altas y con volúmenes y, sobre todo, terminadas por ambas caras. Todos los años dedicábamos un párrafo en esta crónica a criticar que el interior se dejara en blanco. Luego se pasó a dibujar algún detalle. Y este año, por fin, se han rematado. Un haber que hay que apuntádselo al delegado de Fiestas Mayores, Manuel Alés; y a su director, Javier Hernández.

La mañana se despertó con una brisa y unas nubes que hicieron que fuera muy llevadera hasta alrededor de las once y media, cuando se despejó y el sol empezó a calentar con fuerza. Incluso cayeron algunas gotas sobre las 7:15, una insignificancia a una hora de la salida de los carráncanos. El público se mantiene más o menos estable cada año. Sí se pudo ver algo menos en el tramo final. Era una heroicidad mantenerse al sol.

A la una en punto, tras casi cinco horas de procesión, los costaleros devolvían el paso de la custodia al interior de la Catedral. Tal como debió ser hace casi un siglo. El Cabildo apostó por ello y acertó. A mayor gloria de Jesús Sacramentado.

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