Reliquias de la provincia

El Cristo de la Cárcel de Mairena del Alcor. Ruidos de grillos en marzo

  • La leyenda envuelve la devoción a este icono pictórico y las procesiones de traslado que protagoniza en plena cuaresma

El Cristo de la Cárcel, en el paso en el que se traslada a la parroquia de Santa María de la Asunción, en Mairena del Alcor.

El Cristo de la Cárcel, en el paso en el que se traslada a la parroquia de Santa María de la Asunción, en Mairena del Alcor. / D. S.

La religiosidad popular en la provincia de Sevilla atesora una gran riqueza en formas y costumbres diversas. Muchas de ellas, además, están cimentadas –al margen del pilar fundamental, la devoción– en leyendas que entroncan con los mitos grecorromanos. Herederas de aquella cultura, muchas de estas tradiciones contienen historias que se han ido transmitiendo de generación en generación y que contribuyen a engrandecer las tradiciones que se han mantenido intactas en muchos municipios hasta nuestros días.

Éste es el caso del Cristo de la Cárcel de Mairena del Alcor, que protagoniza dos salidas que, a diferencia de otros casos descritos en esta serie, no se celebran en Semana Santa, sino en dos fechas fijas que coinciden con la cuaresma: el 11 y el 18 de marzo.

Pero, antes de profundizar en el origen de estos traslados, conviene detenerse en la imagen que concita una de las mayores devociones de la provincia. Se trata de un icono pictórico y no de bulto redondo, como los tratados hasta ahora. El que se conserva hoy día no es el primitivo, que fue quemado durante los primeros días de la guerra civil por el frente populista, sino obra del pintor valenciano Félix Lacárcel, quien reprodujo el anterior.

La imagen original

El original era obra renacentista, fechado entre finales del siglo XV y principios del XVI. Una de las leyendas a la que antes hacíamos referencia concierne a su llegada a Mairena. Según la tradición oral, este cuadro se encontraba arrumbado en la habitación de una casa nobiliaria, propiedad de Juan Tomás de Paz y Alcocer y su mujer Marina Palacios y Salcedo. Ambos, al parecer, lo habían traído de América, junto a tres esclavas que los servían.

Uno de los momentos de la procesión. Uno de los momentos de la procesión.

Uno de los momentos de la procesión. / D. S.

La leyenda abunda en que, acusada una de estas sirvientas de falso testimonio, se encomendó al Cristo pintado en esta obra, que “empezó a manifestar su amor y misericordia con ruido misterioso, extraordinaria luz y otras señales”, según recoge Elías Méndez en la reseña histórica que publicó de esta imagen en 1894. Al comprobarse la inocencia de la esclava, el pueblo entero acudió a venerar al Cristo. A la par, su dueña y la criada protagonista del milagro comenzaron a visitar la cárcel –que se encontraba muy próxima al domicilio donde vivían– como acto de misericordia con los presos. Con el paso del tiempo decidieron que la imagen recibiera culto en el penal. Tal fue el fervor que este icono pictórico adquirió que en el último tercio del siglo XVII se le levantó capilla propia conectada con la cárcel.

Los traslados

La segunda de las leyendas –aunque ésta sí cuenta con mayor rigor histórico– entronca con las dos procesiones que protagoniza el Cristo de la Cárcel, durante las cuales se traslada desde su capilla a la parroquia de Santa María de la Asunción y viceversa. El origen se remonta a 1849, un año marcado por una sequía que asolaba los campos, motivo por el cual se sacó a la venerada imagen en procesión de rogativas el 18 de marzo. Tras la llegada del Cristo a la mencionada parroquia, comenzó a llover, motivo por el cual los días posteriores se celebró un quinario de acción de gracias por el agua recibida. Éste también fue el origen de la actual hermandad (que la forman 1.176 miembros), ya que la primitiva congregación había desaparecido un siglo antes.

Tanto la procesión de ida como la de vuelta se celebran a idéntica hora: las diez de la noche. Es tradición que en ese momento el Cristo esté saliendo por la puerta, por lo que el cortejo que lo acompaña comienza a discurrir minutos antes. En él participan tanto hermanos y devotos con velas como los famosos grillos, esto es, penitentes con túnica y antifaz morados, con cíngulo del mismo color y grilletes en los tobillos, en referencia a los presos que antiguamente oraban ante el Señor de Mairena. El ruido que los grilletes producen al arrastrarse por el suelo provoca gran escalofrío entre los presentes. Este sonido se ha convertido en una de las señas de identidad de estas procesiones, que concita a gran cantidad de público procedente de la comarca de los Alcores y la capital.

Los famosos grillos que acompañan al Cristo de la Cárcel en los traslados. Arrastran grilletes en sus tobillos. Los famosos grillos que acompañan al Cristo de la Cárcel en los traslados. Arrastran grilletes en sus tobillos.

Los famosos grillos que acompañan al Cristo de la Cárcel en los traslados. Arrastran grilletes en sus tobillos. / D. S.

El Cristo de la Cárcel va colocado en el paso de salida sobre una ráfaga de plata (sólo visible desde la parte trasera), rodeado de un manto morado que cubre los laterales y la parte superior del cuadro. Lo remata una corona imperial dorada de gran tamaño, compuesta por medio aro con relieve de pedrería abundante. Delante del Cristo se coloca una imagen de tamaño académico de la Virgen del Amparo, titular gloriosa de la hermandad.

'Trisagio de Dios'

Ambas procesiones cuentan con el acompañamiento de una capilla musical, que a lo largo del recorrido interpreta composiciones dedicadas al Cristo de la Cárcel. Uno de los cánticos más especiales de los traslados es el Trisagio del Santo Dios, que en su día era rezado por el clero y que actualmente es recitado por el cantaor flamenco Hilario Jiménez, debido a la gran difusión que dicho género tiene en esta comarca. La letra dice así: “Santo Dios / Santo fuerte / Santo inmortal/ Líbranos, Señor, de todo mal”. Se canta tanto a la salida de la capilla en la noche del 11 de marzo como a la entrada cuando regresa una semana después.

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