Cuidando cada detalle para que todo salga perfecto. Así es un ensayo de costaleros en Sevilla. En este caso hemos seguido la preparación de los hermanos costaleros de San Esteban, pero las imágenes saldrían calcadas con cualquier otra hermandad de la Semana Santa de Sevilla.

Cada ensayo les acerca más al día más esperado del año por todos ellos y con cada paso que dan desde casi después de la festividad de reyes en enero se pulen detalles y se preparan para que todo salga perfecto.

En los ensayos, las cuadrillas de costaleros reproducen sobre la parihuela el peso que después cargan el día de la salida procesional.

En los esqueletos que en unos días serán grandes canastos de oro o imponentes altares de orfebrería de plata se aprende del compañero, estudia el paso, el andar, las levantás. En la calle el sonido del rachear se mezcla, en algunos casos, con el del CD de marchas que suena en una minicadena sujeta al paso.

Los ensayos de costaleros sirven para poner a prueba los morrillos, que es como el argot costalero se le llama de forma coloquial al cogote. Se afianzan conceptos y se preparan los cuerpos para una semana dura, en la que hay quienes sacan varias cofradías en días distintos.

Desde fuera, los aspirantes observan con atención la postura del patero, costero, fijador o corriente, que es como se llama al costalero según el sitio que ocupe bajo las trabajaderas. Todo tiene su ciencia.

Cual sala de máquinas de un barco, los puestos debajo de un paso están bien diferenciados, y hay grandes conocedores y maestros de este oficio tan antiguo, que comenzó con los costaleros del muelle de Sevilla.

La afición al costal está más viva que nunca en Sevilla y, a diferencia de décadas atrás, cuando una sola cuadrilla de costaleros tenía que llevar el paso de principio a fin de la procesión, en estos días los capataces se ven desbordados para atender tanta demanda para formar parte de una cuadrilla.