'La Estrella Sublime': cien años de una revolución

Este sábado se cumple un siglo de la composición de una marcha paradigmática para la historia de la Semana Santa

Supuso un antes y un después en clave de estructura melódica

La marcha está en sí dedicada a la hermandad de La Hiniesta y todos sus titulares
La marcha está en sí dedicada a la hermandad de La Hiniesta y todos sus titulares

"Entonces, como luciente/ y la más sublime estrella/ iluminaste los montes/ que ocultaban en iniestas". Allá por el siglo XVIII, los vecinos y cofrades de San Julián entonaban estos versos en honor de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa, una de las advocaciones históricas de la ciudad y con más raigambre y significado en el devocionario popular. Se trata, en sí, de una serie de coplas dedicadas a esta imagen, que relatan la aparición legendaria de la Virgen a mosén Per de Tous en los montes de Cataluña, y que dieron pie a un enunciado paradigmático y clave para la historia de la Semana Santa.

Era un 15 de febrero de 1925, tal día como hoy hace justo un siglo, cuando el músico mayor del ejército, Manuel López Farfán, y director de la Banda del Regimiento del Soria 9, entrega la partitura de una nueva marcha procesional. Pero no cualquier marcha procesional. Acababa de escribirse un capítulo de oro y trascendental para la evolución del género. Firmada aún como "marcha fúnebre", el genio de San Bernardo, quizás sin saberlo, marcaba un antes y un después en la concepción del acompañamiento musical de los pasos en las estaciones de penitencia. La Estrella Sublime cumple cien años.

Portada de 'La Estrella Sublime', fechada tal día como hoy de hace un siglo
Portada de 'La Estrella Sublime', fechada tal día como hoy de hace un siglo

Aunque aún quedan detalles y pormenores por desvelarse acerca de los orígenes de esta marcha -que a buen seguro pronto verán la luz- sí conocemos algunas claves acerca de la génesis de esta marcha. El Regimiento de Soria 9 acompañaba al palio de la Hiniesta desde 1919, manteniéndose hasta 1921. Tras la famosa actuación tras la Virgen del Socorro en 1924 (cuando se estrena Pasan los campanilleros), la banda de Soria vuelve a acompañar en 1925 a la primitiva dolorosa que resultó calcinada en 1932. Por aquel entonces existía en Sevilla un establecimiento denominado La Vinícola, ubicado frente al cuartel de San Hermenegildo, sede del Regimiento de Soria, en la confluencia de la Plaza del Duque y Jesús del Gran Poder. Dicho restaurante era propiedad de un hermano de la Hiniesta llamado Marcos Borbolla. Cerca de allí, en el número 2 de la calle Trajano, se encontraba la pescadería de Francisco Camero, teniente hermano mayor de la cofradía, por lo que el bar era punto de encuentro entre soldados, músicos y cofrades.

A principios de 1925, según se relata en Los Font y Manuel López Farfán en el recuerdo eterno de Sevilla, libro de Manuel Carmona, tuvo lugar uno de los encuentros más trascendentales de la historia de la música. Se cuenta que en una de aquellas reuniones el tal Camero González, y a petición del periodista Joaquín Pedregal, encargó a López Farfán la composición de una marcha procesional, cuyas primeras notas fueron escritas "en una tapa de mármol". Toda esta información, recogida en el libro Farfanerías de José Manuel Castroviejo y José Ignacio Cansino, se amplía con más detalles singulares: probablemente, la partitura que Farfán comenzó en el citado velador fue el borrador entregado a Francisco Camero, y que conservó la familia hasta que fue donado en 1994 a la cofradía del Domingo de Ramos. El resto es historia.

Un recurso revelador

Grabada en infinidad de ocasiones -y no siempre interpretada en su versión original, resultando quizás uno de sus hándicaps- Farfán introduce de manera alternativa la presencia de las cornetas y los tambores que, aunque no eran novedosos (ya Soler Ridaura los introduce a principios de siglo) sí se convierten en un recurso descriptivo, con la que el músico evoca la dualidad de la música que se escuchaba en aquel momento en Semana Santa: las bandas de cornetas y tambores militares y las unidades de música. De este modo, como apunta Castroviejo, se aprovechaba un mayor número de integrantes y se enriquecía "tímbricamente la paleta instrumental de la composición". A ello hay que añadir un instrumento predilecto para Farfán: el violín, que en la versión primigenia suena en la primera sección del trío.

La sobrecogedora y primitiva Virgen de la Hiniesta, pasto de las llamas en 1932
La sobrecogedora y primitiva Virgen de la Hiniesta, pasto de las llamas en 1932

Sea como fuere, su estructura supone las bases de un estilo compositivo totalmente novedoso, ya impulsado años atrás por Beigbeder, y que ha servido de modelo hasta nuestros días: introducción, tema principal, tema secundario y trío. Hoy, la Semana Santa está de felicitación porque se cumplen cien años de una marcha, La Estrella Sublime, imprescindible en cualquier repertorio que se precie y que, lejos de envejecer, resuena y mantiene imperturbable su carácter de innovadora y revolucionaria.

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