Mayo florido en el traslado de la Pastora de Capuchinos a su altar

No, no hace el título alusión al libro de Alfonso Grosso, pero bien pudiera asemejarse. La Hermandad de la Divina Pastora de las Almas, del Convento de Capuchinos, realizó en la noche del pasado domingo el traslado de su imagen al presbiterio de su templo con motivo de la celebración de la Novena en su honor. A la finalización del culto, la imagen fue trasladada al corazón de dicho altar, donde presidirá este culto de mayo, mes marcado en rojo en el calendario de los pastoreños capuchinos.

El traslado comenzó en torno a las nueve de la noche y en poco más de un cuarto de hora recorrió las naves del convento, no sin antes asomarse a la puerta de la iglesia y a su compás. Será el próximo domingo 28 de mayo cuando definitivamente lo atraviese para salir al encuentro de los devotos, en la jornada más especial para el barrio. Es esta una de las devociones que mantienen la autenticidad de lo cotidiano: las puertas abiertas, las palmas al aire y a compás, los saludos cruzando las aceras, aquellas tardes cuando niño, las incursiones en San Julián y la Macarena... Y las casas bajas, asaeteadas de guirnaldas y florecillas para cuando pase la Pastora.

La Hermandad consagra, por tanto, Solemne Novena hasta el próximo día 20 a partir de las ocho de la tarde. Los días 12, 13 y 14 oficiará la cátedra D. Pablo Antonio Morillo Rey, presbítero. Los días 15, 16 y 17 D. Giovanni Lanzafame, mientras que los tres últimos días ocupará la misa D. Alfredo Morilla Martínez, Arcipreste La Corza-Pino Montano, de la Parroquia Nuestra Señora del Reposo.

El día 21 de mayo, domingo, a la una del mediodía, Función Principal de Instituto a cargo de Fray Antonio Vázquez Ruiz, Guardián del Convento de Capuchinos de Sevilla. En todos los cultos acompañará el coro de la hermandad, que durante estos días interpretará una serie de coplillas y canciones a la Divina Pastora, a la espera de cantar las populares sevillanas en la tarde del 28 de mayo, día de la procesión triunfal por le barrio. Una de las devociones sin mácula de la ciudad que cumple su rito silencioso, armónico, sevillanísimo.