Manuel Domínguez, un 'totum revolutum'
La Fototeca de Martín Cartaya
El taller del orfebre e imaginero daba cabida por igual a todo tipo de enseres, imágenes e intervenciones
El taller del orfebre e imaginero Manuel Domínguez (Zalamea la Real, 1924 - Sevilla, 2010) era un totum revolutum donde tenían cabida por igual bocetos roldanescos, pez rubia reseca, niños montañesinos de estaño, Sagrados Corazones de yeso muy desbaratados, diseños de orfebrería hechos con el papel de plata del chocolate, figurillas mutiladas de belenes antiguos, libros de Arte, utensilios de barbero (pues Manolo cortaba el pelo a sus amigos), una agenda telefónica escrita a lápiz sobre el encalado de las paredes y, cómo no, las hermanas arañas que colgaban de las lámparas o el hermano ratón, que para eso estaba en el compás de un convento franciscano, el de Santa Clara.
De allí -y de sus anteriores estudios en las calles Carmen y Marqués de la Mina- salieron coronas (los Servitas); sagrarios (San Juan de la Palma, San Pedro, San Gregorio, Madre de Dios o Santa María de Jesús); ostensorios (Santa Genoveva, las Salesas Reales de Madrid o Santa Clara); cartelas argénteas (unas cuantas del paso de San Buenaventura); evangelistas esquineros o en cruces parroquiales (Buen Fin y Soledad); copias de la Macarena (capilla de la plaza de toros de Cali, Colombia); tallas para la Semana Santa o las Glorias (el Nazareno de La Lantejuela, la Virgen de los Dolores de Huelva, el Cautivo de Villanueva de San Juan, las Vírgenes de los Reyes de Obviam Christo o de la parroquia de la Concepción, la Virgen de Belén, antes en Calatrava y hoy en San Jerónimo...); restauraciones a la antigua usanza (la Soledad de Marchena o la de San Buenaventura) y sobre todo su gran e íntima devoción: el Nazareno de Zalamea la Real.
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