Primer día en Los Pajaritos

La Santa Misión del Gran Poder: Cuando la periferia se hace basílica

  • Numerosos devotos acuden a venerar al Señor en la primera jornada de estancia en la parroquia de la Blanca Paloma

  • Los curas Francisco y Manuel se han convertido en un referente de ayuda y compromiso en los Tres Barrios

La parroquia de la Blanca Paloma estuvo repleta de fieles este domingo.

La parroquia de la Blanca Paloma estuvo repleta de fieles este domingo. / Juan Carlos Muñoz

Antonia, una vecina de Madre de Dios, fue operada hace escasos meses de una lesión en la espalda. Sale de la parroquia de la Blanca Paloma con muletas. Con cortos y cuidados pasos. Vigila mucho su equilibrio desde que pasó por quirófano. "Ahora ando con mucho miedo". De su cuello cuelga un añejo cordón morado, desgastado por el paso de los años y rematado con una pequeña medalla del Gran Poder. Acaba de contemplarlo cara a cara. A escasos metros de distancia. Sus facultades físicas le impiden acudir a la basílica cada viernes, rito que mantenía hasta hace poco tiempo. Por eso, tenerlo ahora aquí, en su barrio, es "un regalo" que nunca se le pasó por la cabeza. "Voy a venir todos los días, hasta que se lo lleven", asegura. 

Esta sevillana de la ciudad que no sale en las postales es una de las muchas personas que este domingo de octubre forman la larga cola para venerar al Señor. Son las doce y media de la tarde y la hilera de devotos supera con creces la puerta de un templo que registra el bullicio propio de la basílica donde la imagen de Juan de Mesa se venera todo el año. Antonia vistió durante 15 meses el hábito del Gran Poder. "Fue mi promesa", responde a preguntas del periodista, que se ve obligado a acercarse mucho al oído de esta vecina, que admite tener problemas de audición. "Estoy llena de achaques, pero la devoción no la pierdo", sentencia. 

En la parroquia hace media hora que concluyó la misa de las 11:00. Ha estado dedicada a los jóvenes que reciben catequesis de confirmación. Sones de guitarras e instrumentos de percusión. Liturgia posconciliar acorde con la arquitectura de un templo decorado extraordinariamente con blandones y jarras de brillos barrocos. Es la ornamentación que acompaña al Señor durante su estancia en la Blanca Paloma. Al fondo, junto a la puerta de entrada, la cruz de guía llama la atención de los más pequeños. Un niño, de cinco años a lo sumo, señala los símbolos pasionistas. "Mamá, mira, un pollo", refiere sobre la imagen del gallo que cantó mientras Pedro negaba tres veces al Maestro. 

En un confesionario el párroco Manuel Sánchez ofrece el sacramento de la reconciliación. A lo largo de la última misa son tres feligreses los que se han acercado a expiar sus culpas a través de este sacerdote cuyo nombre, junto con el de su compañero, Francisco Ortiz, se ha hecho muy habitual en las conversaciones de los vecinos. Hasta tal punto, y sin riesgo a caer en exageración, que los tienen por auténticos "héroes". Así lo definen Loli y Eva, dos vecinas de Madre de Dios que conversan, a la sombra de un árbol, en la explanada situada delante del mercado de la Candelaria. 

La larga cola para contemplar al Señor fue una constante ayer. La larga cola para contemplar al Señor fue una constante ayer.

La larga cola para contemplar al Señor fue una constante ayer. / Juan Carlos Muñoz

Para este día de precepto dominical vienen acompañadas de hijos y nietos. "Éste -refiriéndose al de mayor altura- está muy metido en la parroquia, ayuda al cura en las misas", explica Loli, que también califica de "regalo" la estancia del Gran Poder en Tres Barrios. "Hacía mucha falta que el Señor viniera para que toda Sevilla sepa de nosotros", asegura Eva, mientras Loli lamenta que su madre no lo haya podido contemplar aquí. "Ha muerto hace poco, si no se hubiera aplazado por lo del Covid, lo habría visto desde la ventana de casa", comenta mientras los ojos se le empañan de lágrimas con el recuerdo. Ambas defienden la labor realizada por Manuel y Francisco desde que llegaron a la parroquia, donde la actividad se ha incrementado y no cesa. "Hacen mucho por nosotros y han quitado mucha hambre los últimos años", sentencia Loli. 

Francisco Ortiz es el cura que preside la misa de las 11:00. Hay cinco en toda la mañana. A la de las 9:30 han acudido 200 peregrinos de Sevilla Este. En la homilía el sacerdote habla de "lo bonito que estaba ayer el barrio, cuando recibió al Gran Poder". "Las ventanas tenían colgado lo propio, lo de siempre, pero estaba más bonito que nunca porque todo lo veíamos con los ojos del Señor", abunda el párroco en un panegírico en el que también menciona las cruces diarias que soporta esta zona de la ciudad, pero que ahora, en estos días, son "yugo de salvación". 

Acabada la eucaristía, se forma rápidamente la cola para subir al presbiterio y ver de cerca el rostro del Nazareno que tallara Juan de Mesa hace más de cuatro siglos. Los devotos, a falta de tocar el talón del Señor, no se resisten a pasar sus manos por las parihuelas del traslado y a hacer fotos con el móvil, mientras Miguel, el capiller, pide premura para que todos puedan acercarse. Se reponen los codales de los ciriales, completamente gastados el sábado tras más de 10 horas de recorrido. El ajetreo en la sacristía es el propio de un día importante de culto. 

"Ser cristiano aquí no es fácil"

En los salones parroquiales se imparte catequesis de confirmación a 25 adolescentes, divididos, por edades, en dos grupos. Allí se encuentra Inmaculada Cordero, diputada de formación de la Hermandad del Gran Poder, quien deja claro que la labor que desempeña la corporación en esta zona desde hace dos años es la de "refuerzo". "La realizamos, además, con la imagen del Señor, que viene a visitarlos para que vean que puede cambiar sus vidas". 

Cordero sólo tiene palabras de elogio para la labor parroquial que se hace en Tres Barrios. "Es impagable el cometido social que se desarrolla a través de Cáritas, de la pastoral de enfermos, de la penitenciaria y educativa. Trabajan mucho y bien", asegura esta hermana del Gran Poder, quien llevaba bastante tiempo desempeñando la labor de catequista en la hermandad antes de ocupar el actual cargo.  "Aquí hay gente muy comprometida. Uno de los objetivos de esta misión es precisamente dar visibilidad a la labor que aquí se realiza y que deje de ser una zona estigmatizada", comenta esta cofrade, quien señala que el día anterior, en el traslado, hubo muchos sevillanos que llegaron aquí "por primera vez" y luego "no sabían cómo irse". 

El Gran Poder en el altar mayor de la parroquia de Los Pajaritos. El Gran Poder en el altar mayor de la parroquia de Los Pajaritos.

El Gran Poder en el altar mayor de la parroquia de Los Pajaritos. / Juan Carlos Muñoz

La "multiculturalidad" también queda patente en la misa. Fieles de distinta procedencia, raza y color. Especialmente, africanos y latinoamericanos. "Están perfectamente integrados en la vida parroquial", añade Cordero, quien abunda en que la parroquia es uno de los "escasos sitios para socializarse que tienen los vecinos". "Ser cristiano aquí no es fácil", apostilla. 

Por la Blanca Paloma pasan cofrades de la Sevilla oficial, devotos de siempre del Señor y quienes sólo lo han visto en fotografías. Entre los rostros más habituales se encuentra el del fotógrafo Jesús Martín Cartaya, quien ha acudido con su hijo para ver de cerca al Señor. Forma parte de la larga hilera de personas que esperan para contemplarlo. Gente de camisa recién planchada y pantalón de pinza. Otros con ropa deportiva y cortes de pelo inspirados en las estrellas del fútbol. Muchos con trajes de domingo y tantos otros con indumentaria cómoda, del día a día. La Sevilla diversa y plural -expresión manoseada por los políticos- que se hace cierta y natural cuando la periferia se convierte en la casa del Señor.