Hermanos y costaleros para un Santo Entierro Grande
El mundo del costal se organiza para dar cobertura a esta procesión y a las hermandades invitadas
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Como suele ocurrir en cualquier acontecimiento común en el que participan multitud de colectivos y cientos de personas, lo razonable y natural es que surjan debates, polémicas y, en consecuencia, opiniones. El caso del Santo Entierro Grande no iba a permanecer como la excepción que confirma la regla, y los efectos colaterales (esperemos, los mínimos y necesarios) se suceden. Es el caso del mundo del costal, cuya presencia es esencial para garantizar un correcto desarrollo de la procesión y, muy especialmente, para el traslado de los pasos.
No descubrimos nada si afirmamos que hay costaleros (y capataces) que el próximo Sábado Santo deberán establecer una serie de acuerdos recíprocamente para dividirse o acudir a según qué hermandad invitada. Hay costaleros que sacan pasos como San Gonzalo o La Exaltación, que también hacen lo propio el Sábado Santo con algunas hermandades del día. Y es aquí donde la problemática asoma.
Durante estos días, los cofrades hemos observado en redes sociales que algunos costaleros, de acreditada trayectoria, han lamentado el comportamiento de alguna hermandad a la hora de solicitar a sus hermanos costaleros la necesidad de participar con su imagen titular en la procesión del Santo Entierro Grande, a pesar de que su trabajo coincidía con el de otra hermandad del día. Varios de ellos, ante esta tesitura, han tenido que adoptar decisiones muy complejas, lo que vuelve a traer a las redes y a los círculos cofradieros el debate sobre la verdadera jerarquía del capataz y la influencia de la junta de gobierno en su trabajo. Muchos se preguntan: “¿No es el capataz la figura intermedia, designada por la junta de gobierno, que decide los hombres que trabajarán en la cofradía? ¿No se garantiza así el correcto funcionamiento de la cuadrilla?”
En cambio, otros cofrades manifiestan su parecer al respecto: insisten en que la cuadrilla de costaleros no es un colectivo independiente a la cofradía, y que debe ser mínimamente regulada y organizada. Más aún siendo parte de la nómina de hermanos. De nuevo, esta palabra se sitúa también en el centro de la cuestión. ¿Existe verdaderamente hoy la figura del hermano costalero, o es un ideal caduco de la Semana Santa de nuestros días y una figura que en su momento surgió para paliar estrecheces económicas? ¿La realidad del costal es la misma hoy que hace cuarenta años? ¿Cuántas cuadrillas están conformadas, única y exclusivamente por hermanos costaleros?
Queda también como objeto de controversia la figura del capataz y su autonomía al respecto. Habrá quien piense que las juntas tienen potestad para solicitar que sus cuadrillas respondan tal y como lo hacen el día de la estación de penitencia, mientras que, en otros lugares, incluso algunos capataces han “instado” a sus hombres a que participen en la cofradía que sacarán el Sábado Santo en el próximo Santo Entierro Grande. El debate está más que servido.
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