Cuando la Semana Santa se volvió vulnerable

Fotos con historia

Madrugada de 2000. Los tristes sucesos de aquella noche mostraron las miserias de una fiesta que se creía intocable. Veinte años después las versiones oficiales no aclaran lo sucedido

Sillas por los suelos y nazarenos de Triana conmocionados tras la avalancha en la calle Sierpes.
Sillas por los suelos y nazarenos de Triana conmocionados tras la avalancha en la calle Sierpes. / Flores Esquivias

Y ya nada volvió a ser como antes. Sevilla y su Semana Santa quedaron desnudas en la Madrugada del año 2000. Aquella noche de hace 20 años, día 21 de abril, se rompieron todas las costuras. Todavía hoy, y tras varia réplicas de aquellos desagradables sucesos, la Madrugada sigue recibiendo cuidados para recuperar el pulso. Las carreras y las avalanchas del año 2000 dieron para varios libros y teoría de todo tipo. La mayoría disparatadas. La investigación oficial de lo ocurrido se cerró sin que se diera una explicación plausible a lo hechos. Después de esa trágica noche, que pasará a los anales de las cofradías de Sevilla como uno de sus más negros episodios, se creó el Centro de Coordinación Operativa, el famoso Cecop, como respuesta a una actuación sin ninguna coordinación por parte de las autoridades. Después de aquella Madrugada vinieron otras réplicas, la más grave la del año 2017. Tras esta última, el Ayuntamiento elaboró un completo informe en el que trataba de desmontar cualquier complot contra la Semana Santa. Todos los episodios tenían componentes comunes: años de buen tiempo y con muchas personas en la calle. Y una correa de transmisión determinante: el ruido.

“30 minutos de desconcierto y pánico”. “Las autoridades no saben qué ocurrió”. “Cuando la realidad supera la ficción”. Así eran los titulares de las crónicas periodísticas del Domingo de Resurrección, primer día con periódicos tras lo ocurrido. Todo comenzó alrededor de las 5:30. Dos avalanchas afectaron el palio de la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso, que discurría por la calle Gravina. A esa misma hora, el palio de la Virgen de la Concepción fue embestido por una multitud que corría despavorida desde la calle Alfonso XII. A las 5:45. Los músicos de la banda de Tres Caídas saltaban la valla de la tribuna de la Campana ante el desconcierto. El paso de misterio acababa de adentrarse en la calle Sierpes. Poco después era el Cristo de los Gitanos el que sufría una avalancha de público cuando se disponía a tomar la calle Orfila. La Hermandad de la Macarena se extendía entre la esquina de Cuna con Laraña y Alemanes. Mientras que el Calvario se encontraba entre la Catedral y la Punta del Diamante, donde el palio sufrió una sacudida.

La confusión en el entorno de Reyes Católicos.
La confusión en el entorno de Reyes Católicos. / D. S.

Un juego de rol, una explosión de una tubería en la calle Jesús de la Vera Cruz, varios grupos coordinados, personas corriendo con pistolas, toros que se había escapado de los chiqueros de la Real Maestranza... todo eso se decía en una época en la que todavía no existían las redes sociales. Lo cierto es que sólo hubo un detenido. Un joven con antecedentes y en estado de embriaguez al que se le dio el alto en la calle Reyes Católicos esquina con Pastor y Landero. Una zona que, casualmente (o no), siempre ha sido protagonista en las sucesivas avalanchas.

Hasta después de 2017, tras los últimos sucesos, quizás no se ha dado una respuesta objetiva a la gran respuesta: ¿Por qué corría la gente?. Por el miedo provocado por el ruido. Así sucedió también, como puso de manifiesto el Ayuntamiento, en otras carreras que hubo en Badajoz. Los estudios y las cámaras demostraron que las persona dejaban de correr cuando salían a una zona amplia y bien iluminada. Así se perdía la correa de transmisión del ruido. Y del miedo.

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