Con las manos abiertas
Miraremos al cielo y desearemos que no haya ni una condensación que nos impida ir a la Catedral
Hoy se nos presenta un Lunes Santo con mucha incertidumbre climática. Atrás quedan en la hermandad del Beso de Judas muchos días intensos de preparación que tuvieron en el Vía Crucis de las Hermandades de Sevilla un hito especial este año en el que el Nuestro Padre Jesús de la Redención fue el elegido para presidirlo en la Catedral. Una preparación en la que este año participaron por primera vez distintos afectados de TEA que con sus labores de limpieza de plata en la priostía, su elaboración de camisetas con el escudo de la hermandad o la pintura de los codales del vía crucis y el cirio de Autismo para la candelería del palio han dado ese primer paso para la integración en la normalidad de la vida diaria de la hermandad y que suponen, dentro del Proyecto Autismo María Santísima del Rocío, el orgullo de todos los cerca de cinco mil hermanos que componemos la nómina y el reto personal que Mercedes ha asumido encomendada por la junta de gobierno con su Fernando vivo por siempre en su corazón.
En esta preparación la juventud se ha desvivido por preparar la petalada que desde hace unos años despide a nuestros sagrados titulares por la calle Santiago con esas huchas que recogen tanto amor desmedido con la ilusión que preside todo lo que hacen y preparan, igual que esas colgaduras cosidas por ellos que desde los balcones pintarán de morado y verde esa calle en la que cada vez más turistas ocupan los sitios que antaño eran patrimonio de muchos de esos nazarenos que volverán a pasar bajo ellos. Manolo y Josemi, y otros muchos con ellos, habrán dedicado su Viernes de Dolores y Sábado de Pasión a recoger las flores y despetalarlas y, cuando usted lea estas líneas, andarán ya en ese reparto casa por casa de las cajas en las que la pasión desbordada se guarda hasta escapar de las manos a puñados echados al viento en forma de pétalos.
Esta mañana Elena habrá aparecido nerviosa perdida con su repertorio de marchas preparado para el Rocío de su vida en esos tarjetones plastificados que guarda celosamente y cuyas copias deposita en un par de manos privilegiadas que lo conocerán antes de que vea ejecutada su perfección en los sones de la Banda de la Cruz Roja al salir. Rafa aún bromeará con un nuevo cambio en el repertorio del Señor sabiendo que todo está más que hablado y coordinado con esa Banda de la Redención que es inseparable de su Cristo. El Bigote, el Cabeza, Juanma y todo ese equipo de priostía numeroso que arropa a dos priostes soñadores que inventan la fantasía cada año en cada cosa que hacen sonreirán con la satisfacción de que todo está dispuesto como se debe. Sí, es Lunes Santo en Santiago, día de nombres propios esculpidos lunes a lunes a lo largo del año, día de corazones desbordados.
Ah, y las flores, no he hablado de esas flores que cada año nos sorprenden con una inmemorable retahíla de nombres en latín en ambos pasos y que ya forman parte de un estilo propio. El olivo presta ya sus ramas y hojas en el imposible abrazo que el dintel de la iglesia espera cada año y que bendecirá pretiles y cales de las calles a su paso por ser el de ese huerto efímero en donde Jesús vuelve a entregar su mejilla la beso traicionero que hizo posible su Pasión y Muerte para darnos la Redención. Estarán la avispa y el avispero en la canastilla del paso de Cristo, el nido con sus polluelos y el pájaro escondido en el olivo, la salamandra bordada en el manto de la Virgen y los dos angelitos columpiándose en los faroles de cola del palio, simbolismos íntimos que llaman a una búsqueda que siempre acabará en las caras del Señor y de su Madre.
Todo vuelve a su sitio encajando como un puzle que se volverá a descomponer cuando el día acabe. Marinelli y el Socio hoy no recogerán en el bar de la hermandad las propinas para esa otra hucha que busca una corona para ese 2025 que parece que aún no llega de tanto como lo ansiamos porque la cofradía los quiere en su sitio una vez más. ¿Y nuestro cura? Desde Don Eugenio no hemos tenido otro igual, Don Fernando, una vez acabada la misa de hermandad de este Lunes Santo en la que alguna jura de reglas nos traerá a ese hermano que nunca esperó verse así, como me pasó a mí, ya solo tendrá ojos para su Señor de las manos abiertas y querrá vivir una tarde en esa presidencia desde la que parece dirigir con la mirada y una sonrisa enorme cada paso que da la cuadrilla viendo en el blanco de la túnica del Cristo una transfiguración refulgente en la que la Redención nos deslumbre para atraernos a Él.
Todo siempre para el Señor, lo mejor siempre para Él, lo mejor siempre con Él. Y estará Angelita ¿cómo no va a estar ella? Nerviosa por el trasiego de gente en la iglesia, deseando que salga la cofradía para en la soledad y el silencio recogerlo todo y dejarlo preparado para la vuelta. Sí, esas cosas de las que nadie habla pero que pasan porque alguien las hace, cosas pequeñas que se vuelven grandes en las manos de quien las realiza.
Querido lector, puedes venir y verlo por ti mismo. Todos somos simples nombres, a veces simplemente un mote cariñoso, sin más apellido que el de la devoción a nuestros Titulares, una hermandad abierta como las manos de nuestro Cristo y en la que se reparte todo por igual como el Rocío de nuestra Madre que nos cubre con su amor. Todo estará preparado. Miraremos al cielo y desearemos que no haya ni siquiera una condensación que nos impida ir a la Catedral a cumplir con nuestra Estación de Penitencia y decirle a Sevilla cómo somos los hermanos del Rocío y cómo es la Fe que nos guía y la devoción que profesamos ¿Verdad, Cuvi?
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