Momentos de la Semana Santa: la Virgen de la Palma y su marcha de Quiroga

Conocemos que, por circunstancias a nadie ajenas, el momento que compartimos en este artículo no se repetirá este próximo Miércoles Santo, pero no por ello es menos reseñable el regreso de la cofradía del Buen Fin a su calle San Vicente, una corporación que desprende sabor en sus túnicas, sus pasos y su propio modo de estar en la calle.

Amén de sus imágenes titulares, de notabilísimo mérito, el cortejo de esta cofradía merece su contemplación detenida y sosegada. Tras el Cristo del Buen Fin, que este 2023 procesionará solo por última vez antes de la inclusión del nuevo misterio de Darío Fernández, llega, resuelta y airosa, la Virgen de la Palma, obra anónima del XVII bajo un extraordinario paso de palio que va camino de cumplir cien años de vida.

Estrenado en 1930, venía a satisfacer el anhelo de muchos hermanos de volver a ver a la dolorosa bajo palio tras acompañar al crucificado en el misterio. De estilo neorrenacentista, el paso fue diseñado por Ignacio Gómez Millán, con crestería bordada, que incluye unas pequeñas jarras a modo de perilla y caídas igualmente bordadas en el taller de Sobrinos de José Caro. En sus caídas, cuya personalidad de sustenta en la irregularidad de sus mecidas y movimientos, encontramos ángeles de madera tallada y policromada realizados por Castillo Lastrucci, que parecen sostener los escudos de la cofradía.

Del techo, cabría destacar que está elaborado con un diseño con motivos arquitectónicos que recuerdan a un palacio. En el centro del mismo podemos observar representado al Santo Sudario, titular de esta corporación. Un prodigio del bordado y del diseño que cierra esta cofradía.

No solo destaca en la hermandad su patrimonio textil; también el musical. Para tomar la vuelta de la calle Chapineros con Álvarez Quintero, la banda de las Nieves de Olivares interpreta la marcha Virgen de la Palma, de Manuel López-Quiroga, maestro de la música española del siglo pasado. Llegó a componer casi cinco mil canciones, pero en su producción tan solo encontramos cuatro marchas procesionales, una de ellas dedicada a la dolorosa de San Antonio de Padua. Una melodía cadenciosamente andaluza aplicada de manera elegante y con sentido, alejada de composiciones impostadas y efectistas.

Fue estrenada, que sepamos, en 1945 por la Oliva de Salteras, y se interpretó en el pregón de la Semana Santa de 1946, de Luis Morales Oliver. Sea en el Arenal, en Molviedro o de regreso a San Vicente, deseamos escuchar nuevamente esta soberbia marcha tras su legítima "dueña", para reforzar la puesta en escena de este conjunto mariano de la Semana Santa sevillana.