“Nazareno, una hebilla menos…”
Rafael Montesinos.
Durante el resto del año, aquel local de la calle Cerrajería estaba dedicado a la venta de toros de fieltro y muñecas con faldas de lunares, y recientemente, de adminículos fálicos de todo tipo para las turbas de solteros de despedida que inundaban el centro. Pero cuando llegaba la Semana Santa, el negocio se reconvertía. Leyendo a Montesinos, se dieron cuenta de que había un nicho de mercado en nostálgicos y nazarenos descuidados: pusieron una tienda de hermosas hebillas plateadas.
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