Retahílas

De párroco a cardenal sin salir de San Lorenzo

  • Marcelo Spínola (1835-1906) es el último andaluz de la diócesis de Sevilla. Pío X lo ordena obispo y Juan Pablo II lo beatifica. Fue director espiritual del Gran Poder y de la Soledad

La calle Cardenal Spínola se hace avenida cuando llega la Semana Santa.

La calle Cardenal Spínola se hace avenida cuando llega la Semana Santa. / José Luis Montero

LA torre de la iglesia de san Lorenzo empieza a verse desde la esquina de la calle Cardenal Spínola con Cantabria. Justo al lado de la casa donde vivió hasta su muerte Joaquín Romero Murube (1904-1969), de cuyo pregón de Semana Santa de 1944 se han cumplido ochenta años esta semana. Nació en Los Palacios, pero murió siendo conservador del Alcázar, vecino de san Lorenzo y hermano de la Soledad que lleva al titular de la iglesia y de la plaza. Dos años más joven que Alberti y Cernuda, su nombre figura en la fuente de la Puerta de Jerez que recuerda a los poetas del 27, a los que les abrió las puertas del Alcázar cuando se reunieron en Sevilla en diciembre de 1927. Romero Murube vivió en el número 21de Cardenal Spínola. Su impronta aparece en estas palabras de su pregón que puede leer el paseante: “Y que Sevilla sea siempre el ámbito inigualable donde viven reunidos los ángeles, las musas y los duendes; rectores dulces y abismos claros de la eterna Andalucía”.

El número 20 de la calle es correlativo al 21, pero está mucho más cerca de la plaza y de la iglesia. De este microcosmos que recreó en una de sus novelas José Luis Rodríguez del Corral. En esta casa nace el otro gran poeta de Cardenal Spínola. Se trata de Rafael Laffón Zambrano (1895-1978). Con Romero Murube, Juan Sierra y Rafael Porlán fue uno de los fundadores en 1926 de la revista y el grupo Mediodía. No fue pregonero, pero su pregón íntimo está en sus versos. Nace el año que San Pío X, Papa que da nombre a la iglesia de las Letanías, nombra cardenal a Marcelo Spínola y Maestre, el titular de la calle, y muere veinte días después de que fuera elegido pontífice Juan Pablo II, el polaco Karol Woyjtila, que en 1987 procederá a la beatificación del cardenal Spínola, el gran personaje de esta plaza junto a Juan de Mesa.

Estos días los ángeles, musas y duendes sobrevuelan la ciudad. En la acera de los impares, donde está la casa donde vivió Romero Murube, el mercado de la Feria ha abierto dos consulados en un insólito proceso de expansión comercial. En la esquina con Baños, el espacio de lo insólito (delicatessen) de Rafael Ramírez, Gourmet desde 1937. Más hacia la plaza, la Carnicería Roiz, que también era un clásico en la plaza de abastos de la calle Feria. Dos establecimientos que de Feria (Ramírez sigue en el mercado) se han instalado en las inmediaciones de san Lorenzo, como imitando el recorrido que hacen los armaos de la Macarena cuando van a pedirle la venia al Señor de Sevilla.

La calle se hace avenida todos los viernes y en estas vísperas casi todos los días. Cardenal Spínola es un vaivén de gentes. Manuel Jesús Roldán, uno de los mejores conocedores de la intrahistoria de las iglesias y los conventos de Sevilla, va con sus alumnos de Historia del IES Macarena haciendo un recorrido didáctico por las tradiciones de la ciudad. En sentido contrario, vuelven de una tradición reciente, las torrijas del Viernes de Dolores, el maestro Araujo con Manolo Aguilar y Nacho Ansó, director del NH Collection, que los días siguientes a la Semana Santa verá llenarse su hotel de la calle Diego Martínez Barrio de cientos de mallorquines que vienen a ver la final de la Copa del Rey el sábado 6 de abril. Las torrijas de Viernes de Dolores siguen siendo de Pepe, el panadero de San Bruno. Este año las han tomado en la Peña Sevillista Macarena de la calle Feria, fundada en 1958. Otra alianza entre Feria y San Lorenzo. Una peña situada junto a los bloques de pisos donde nació Jesús de la Rosa, alma de Triana, y vivió el cantaor José el de la Tomasa.

Calle Cardenal Spínola. Gaditano de San Fernando, don Marcelo fue el último andaluz que rigió los destinos de la diócesis hispalense. Su padre era capitán de navío en la Isla de León. Él estudió Derecho. Hablaba cuatro idiomas, según su biógrafo, Amador Domínguez Machado. Es ordenado sacerdote en 1864, cuatro años antes de la Revolución Gloriosa y nueve antes de la proclamación de la Primera República. Entre ambos acontecimientos, tuvo lugar el Concilio Vaticano I. Fundó la congregación de las Esclavas y en 1899 el periódico El Correo de Andalucía. Sostiene un ejemplar en sus manos en el azulejo que se encuentra en la parte trasera de San Lorenzo. En tiempos turbulentos, en los que según el biógrafo de Spínola hasta 51 obispos españoles conocieron el destierro, desarrolló una apasionante faceta política como senador. Fueron muy sonados sus debates con Romanones.

Su trayectoria episcopal la inicia como obispo de Coria-Cáceres. Entre 1886 y 1895 será obispo de Málaga. Su viaje de Sevilla a Málaga lo describió gráficamente como “ir del Tabor al Calvario”. Regresa casi una década después a Sevilla, a la ciudad en la que había sido párroco de san Lorenzo. Eso le permitió conocer por dentro la intensa vida de las hermandades en torno a la iglesia y a la plaza. Fue director espiritual de la Soledad de San Lorenzo y del Gran Poder. Ésta última la deja cuando es nombrado obispo auxiliar y la retoma al ser nombrado arzobispo. De su puño y letra salió la redacción del decreto de la Concordia entre el Gran Poder y la Macarena después del cisma producido entre los dos colosos de la Madrugada.

Por familia, tenía derecho a unos honores aristocráticos a los que renunció. Abogado, senador, políglota, fue un pastor sencillo preocupado por quienes menos tenían. El frustrado marqués, como en el cuento, llevó una vida de mendigo. Su hermana tuvo que vender su copiosa biblioteca para pagar los gastos del entierro. Una vida de novela, un género que le resulta muy familiar a algunos de los inquilinos de la calle Cardenal Spínola: en esa calle las han escrito el peluquero y el ex futbolista y entrenador de fútbol Pepe Mel, que tendría que interrumpir su séptima novela para hacerse cargo del banquillo del Almería. Novelas y las partituras con las que soñaría cuando fue vecino de esta calle Ventura Rico, cofundador de la Orquesta Barroca de Sevilla.

También vivió en ella Diego Carriazo, hijo de don Juan de Mata Carriazo, catedrático de Prehistoria, medievalista, descubridor del Tesoro del Carambolo. Una calle llena de historia. Con un tapicero de leyenda y la iglesia de Santa Rosalía, abogada de los Enfermos. Se hacen pestiños y torrijas, se lee en la puerta de esta iglesia donde entre abril y noviembre de 2008 recibieron culto Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima del Mayor Dolor y Traspaso. En los abismos claros y el cielo, ay, oscuro.

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