“En estos momentos de turbación, de dificultad, de dolor, tantas veces cada uno tiene la posibilidad de hacer una u otra cosa. Pero tampoco falta alguno que tenga la idea de hacer algo no tan bueno, aprovechar el momento para sí mismo, para su beneficio. Recemos hoy para que el Señor nos dé a todos una conciencia recta, una conciencia transparente, que Dios pueda ver sin avergonzarse”, son palabras del Papa Francisco en su homilía del pasado sábado. Todos somos capaces de lo mejor y de lo peor. Todos somos capaces de amar a Dios sobre todas las cosas, y de traicionarle. Lo veremos esta Semana Santa en dos apóstoles, que traicionan a Jesús. Los dos le han amado sobre todas las cosas y los dos le traicionan estos días.

Pero qué diferencia el arrepentimiento de Pedro y el de Judas. El de Pedro le lleva a levantarse de nuevo, porque se sabe perdonado por Jesús, por grande que haya sido su pecado. El de Judas le lleva a ahorcarse, porque no tiene esperanza de ser perdonado, no confía en que Jesús siempre le va a perdonar, por grande que haya sido la traición. Este Lunes Santo nos recuerda que nuestro arrepentimiento, por amor a Cristo, nos lleva a reforzar nuestra amistad con Él.