Rincones con encanto

La trasera abigarrada del Salvador

  • PLAZA DEL PAN.Aunque su nombre oficial en el nomenclátor urbano de Sevilla es Jesús de la Pasión, toda Sevilla la conoce por Plaza del Pan desde el principio de los tiempos

El edificio regionalista que proyectó Espiau en 1930, telón de fondo para la Candelaria en la Plaza del Pan.

El edificio regionalista que proyectó Espiau en 1930, telón de fondo para la Candelaria en la Plaza del Pan. / RUESGA BONO

Martes Santo y en este día, cuando el sol ande haciendo planes para su huida por el Aljarafe, la Plaza de Jesús de la Pasión tomará un protagonismo relevante con el paso de la Candelaria. Desde San Nicolás, el cortejo bajará por la Alcaicería para discurrir por lo que fueron los Almacenes Pedro Roldán, hoy Novias Cira, y enfilar Córdoba camino de la carrera oficial. Es un momento único ver a la preciosa imagen de la Candelaria de costero a costero rumbo al Salvador.

Pero de lo que hemos venido a hablar es de la plaza que se encuentra a la espalda de la Colegial y que en el nomenclátor es de Jesús de la Pasión, pero que para el sevillano de toda la vida es la Plaza del Pan, que así se llamaba ya a principios del siglo XVII. Y es que en dicho enclave se establecieron varios comercios especializados en la venta del pan que solían traer desde Alcalá de Guadaíra y de los Alcores.

Hasta que se levantó la de la Encarnación fue la plaza de abastos del centro de Sevilla

Curiosamente, el nombre de Plaza del Pan se le adjudica cuando las panaderías la abandonan y se nombra así como especie de homenaje al comercio que le había dado popularidad. Anteriormente y en pleno apogeo del gremio panadero, la plaza se denominó de las Tahonas. Ese nombre no es el único, ya que también es conocida como Plaza de Abajo de San Salvador o simplemente Abajo.

Fue Plaza del Pan hasta que en 1914 fue rotulada con el nombre actual de Jesús de la Pasión, pero siguió siendo conocida como Plaza del Pan. Por supuesto que en el zafarrancho que la República provocó en el callejero reapareció el primitivo nombre para que al advenimiento del nacional catolicismo volviese a lucir el nombre de la excepcional imagen que salió de la gubia divina de Juan Martínez Montañés. Pero a lo largo de la historia han sido numerosos los topónimos que la identificaban. Así resulta que un documento de 1667 la reconoce como Plaza de la Fruta, aunque lo más probable es que sólo se refiriese a un sector de la plaza, quizá el que se halla más cercano a Siete Revueltas.

La configuración de su espacio es de forma trapezoidal, ancha en su cara norte y estrechada en la sur, la parte que desemboca en la Cuesta del Rosario. Lucía enladrillada en 1497 cuando rara era la calle de la ciudad con pavimento de fábrica para que en el Siglo XVII se sustituyese por un más consistente empedrado. Con material traído de las canteras de Gerena, la Plaza del Pan pasó a ser adoquinada, precisamente el año en que fue rebautizada con el nombre de Jesús de la Pasión, justamente en 1914.

Referente a su edificación hay noticias bien documentadas de que estuvo porticada en todo su perímetro y en el siglo XVIII hubo una corriente arquitectónica por la que los vecinos pudientes cambiaron los postes de madera que sostenían los pórticos por columnas de mármol. Los soportales de la cara de poniente, las que están en la trasera de la colegial, fueron derribados y reconstruidos en varias ocasiones entre los siglos XVII y XIX.

Lo que caracterizó a esta plaza durante siglos fue su carácter de centralidad por su situación estratégica entre la Catedral y la Alcaicería. De gran importancia en el periodo musulmán, tras la Reconquista conservó su importancia y no sólo por el comercio del pan, sino por el de todos los elementos alimenticios, a la par que fueron instalándose allí orfebres y plateros que mantuvieron la preponderancia del enclave en el comercio sevillano.

A veces, los panaderos salían de los soportales a vender en medio de la plaza y así lo narra Blanco White en sus Cartas de España: "Unos sesenta hombres y doble número de mulas salen de Alcalá todos los días en dirección a Sevilla, donde permanecen hasta la tarde en la Plaza del Pan colocados en dos hileras cercados por barandillas".

Con fondo del edificio que proyectó Espiau, la Virgen de la Candelaria lucirá en su plenitud

También las frutas y las hortalizas tuvieron su importancia aquí. Según una norma del Siglo XIV, sólo en esta plaza podían las regatonas revender sus mercancías al por menor. Hasta la construcción en 1820 del Mercado de la Encarnación, la Plaza del Pan fue el corazón que abastecía de alimentos al centro de la ciudad intramuros. Su ambiente abigarrado fue también campo propicio para el delito y la picaresca como bien refleja Cervantes en Rinconete y Cortadillo, lo que se inmortalizó en un azulejo allí existente. Con la construcción del nuevo mercado, sito en la Encarnación, el aspecto de esta plaza cambió, pero no su ambiente, que continuó siendo marcadamente comercial.

Con el cambio de siglo del XIX al XX apareció una innovación en el comercio de la ciudad en general y, especialmente, en la Plaza del Pan, la Pescadería, la Alfalfa y sus alrededores. Fue la llegada de gallegos y montañeses que ejercían de forzudos porteadores de mercancías como recogen en sus escritos Luis Cernuda o Rafael Laffón.

Las últimas ordenaciones urbanas despersonalizaron bastante el lugar para que se incorporase a sus señas de identidad el edificio regionalista que levantó José Espiau en 1930 como sede de Almacenes Pedro Roldán. Pero esta tarde de Martes Santo, la vida se parará en la Plaza del Pan cuando la Candelaria venga de la Alcaicería gustándose como se gusta en esta Jerusalén efímera un paso de palio, de costero a costero, como la norma manda.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios