Audiovisual

El traslado de Pasión, en la mirada de Antonio Casado

  • El productor narra en un vídeo de seis minutos el acto previo a la novena 

  • Contiene imágenes espectaculares del Nazareno de Montañés en la grandiosidad del Salvador 

  • La Amargura vuelve a San Juan de la Palma

El audiovisual de Antonio Casado sobre el traslado de Pasión al altar mayor del Salvador.

Un aperitivo audiovisual para abrir boca. Una 'delicatessen' para el nuevo tiempo que ha comenzado tras la Navidad. El productor Antonio Casado resume en su nueva obra el traslado del Señor de Pasión al altar mayor del Salvador para la celebración de su novena, que comenzó el pasado viernes y concluirá este fin de semana, cuando tenga lugar la función solemne. 

El traslado se llevó a cabo el lunes 9 de enero, tres días después de la Epifanía y tras la veneración en la Capilla Sacramental al Nazareno que talló Martínez Montañés. 

Precisamente este recinto y el Patio de los Naranjos por el que se accede se convierten en punto de partida de la narración audiovisual y también marcan el final. Además del Señor de Pasión, el Salvador -referente de templo barroco- se alza en protagonista de este vídeo, en el que la arquitectura y los retablos sirven de marco para una de las imágenes de la Semana Santa de Sevilla de mayor valía artística. 

La mirada de los devotos

En el vídeo se suceden diferentes planos con los hermanos de Pasión formando el cortejo, los acólitos y las miradas de los devotos, una de las señas de identidad en la obra de este productor, que se ha encargado de la realización, la imagen, la edición y la instumentación musical de dicha pieza.

El Señor, desprovisto de corona de espinas y potencias, avanza con la túnica burdeos con bordados en plata, una obra confeccionada hace pocos años y que reproduce la contenida en un antiguo grabado del Señor. 

El inicio de un nuevo tiempo

La sagrada imagen avanza por las naves del Salvador en unas pequeñas andas (con el llamador situado en un costero) hasta ser llevado a las plantas del presbiterio. Lo hace en una fría noche de enero, cuando la ciudad se encuentra en plena resaca de las fiestas navideñas. Este traslado, junto con el del Señor de las Penas de San Vicente, marca el inicio de un nuevo tiempo que conduce directamente a la cuaresma. 

Una vez en el altar mayor, el inmenso templo se queda en penumbra, a la espera de que un bosque de cera roja se encienda el primer día de novena. Fuera, en el antiguo patio de las abluciones, los naranjos aún contienen el fruto redondo, antesala del aroma que en marzo inundará la ciudad. Será otro tiempo distinto a éste. El de la víspera inmediata. El de la expectación en las calles. 

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