Aniversario

25 años del asesinato de Alberto y Ascen: "La calle que nos hiela el alma"

Ofrenda floral en el lugar donde ETA asesinó a Alberto Jiménez Becerril y Ascensión García Ortiz / Antonio Pizarro

Hace 25 años, un 30 de enero también, era viernes en Sevilla. La capital andaluza abría los informativos de radio y televisión. Internet aún estaba poco desarrollado. En la madrugada de ese día la banda terrorista ETA había asesinado al concejal del PP Alberto Jiménez-Becerril y a su esposa, la procuradora Ascensión García Ortiz. Dos tiros por la espalda acabaron con sus vidas en Don Remondo, la calle en la que desde entonces -como ha recordado este lunes la hermana del edil, Teresa Jiménez-Becerril, en Twitter- "se hiela el alma". 

Un frío que se siente en el recuerdo sin necesidad de que las temperaturas se desplomen, como ocurre ahora. Los etarras dejaron huérfanos a tres niños de ocho, siete y cuatro años. Un asesinato que provocó días después una manifestación multitudinaria en Sevilla, donde miles de manos blancas pidieron el fin de la violencia, la paz y la justicia. 

En aquellas horas, los féretros de Alberto y Ascen -que fueron velados en el Ayuntamiento- estuvieron cubiertos por dos banderas de España. Las mismas que Teresa Jiménez-Becerril ha mostrado este lunes a todos los presentes en el homenaje que se ha celebrado en la calle donde su hermano y cuñada perdieron la vida a manos de ETA. Un acto que se lleva organizando desde aquel fatídico día y que viene precedido de una misa en memoria de estas víctimas del terrorismo en la Capilla Real de la Catedral, para que su asesinato nunca caiga en el olvido.

Recordar que el terrorismo existió

El recuerdo a Alberto y Ascen comenzó la noche anterior, cuando miembros de Nuevas Generaciones del PP encendieron velas en el lugar exacto donde les arrebataron la vida. Allí donde una placa recuerda una de las jornadas más dolorosas para la ciudad. El presidente de los jóvenes populares, Pedro González, indicaba la conveniencia de mantener estos actos en una sociedad donde muchos menores desconocen que hasta no hace muchos años España sufría el terror de ETA y el nombre de sus víctimas, entre ellos, los del concejal y la procuradora sevillana. 

Una vigilia para el recuerdo a la que ha seguido la mañana de este lunes la inauguración de la exposición en la Avenida de la Constitución, donde 24 mupis hacen memoria de lo que se vivió en la ciudad aquellos días, de la importante manifestación que se organizó como repulsa y de la creación de la Fundación Alberto Jiménez-Becerril, responsable en gran medida de que en este cuarto de siglo se haya mantenido vivo el recuerdo del matrimonio asesinado y la reinvidicación de la paz. 

En la Catedral

Los familiares de Alberto Jiménez-Becerril y Ascensión García Ortiz, en la misa celebrada en la Capilla Real. Los familiares de Alberto Jiménez-Becerril y Ascensión García Ortiz, en la misa celebrada en la Capilla Real.

Los familiares de Alberto Jiménez-Becerril y Ascensión García Ortiz, en la misa celebrada en la Capilla Real. / Antonio Pizarro

Ya por la tarde, se han celebrado los actos propios de cada 30 de enero. A las cinco ha comenzado en la Capilla Real de la Catedral la misa en memoria de Alberto y Ascen, presidida por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses. El aforo se ha completado minutos antes de que se iniciase la ceremonia religiosa, a la que, además de los familiares de los asesinados, ha acudido un buen número de representantes políticos, civiles y militares de Andalucía. Entre ellos, el presidente de la Junta, Juanma Moreno; el alcalde hispalense, Antonio Muñoz; y el general jefe de la Fuerza Terrestre, el teniente general Carlos Melero y Claudio.

Por parte del ejecutivo autonómico han asistido el presidente del Parlamento, Jesús Aguirre; el consejero de Presidencia, Antonio Sanz; la consejera de Desarrollo Educativo y FP, Patricia del Pozo; y por el Ayuntamiento lo han hecho el concejal de Gobernación y Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera; y el de Hábitat Urbano y Cohesión Social, Juan Manuel Flores. También desde las filas populares han estado presentes el candidato a la Alcaldía de Sevilla, José Luis Sanz; Javier Arenas, Virginia Pérez, Juan Bueno y Jaime Raynaud, entre otros. De igual modo, ha acudido el candidato de Cs a la Alcadía, Miguel Ángel Aumesquet; y la que fuera alcaldesa en 1998, Soledad Becerril

El amor es más fuerte que la muerte

Juanma Moreno saluda a los familiares del matrimonio asesinado. Juanma Moreno saluda a los familiares del matrimonio asesinado.

Juanma Moreno saluda a los familiares del matrimonio asesinado. / Antonio Pizarro

En su homilía, monseñor Saiz ha recordado que cada 30 de enero Sevilla "se tiñe de dolor" por la vidas de Alberto y Ascen, "truncadas de manera injusta". El prelado ha incidido en que el asesinato de estos dos sevillanos "no es culpa de Dios ni de las personas buenas, sino de la maldad y de quienes hacen un mal uso de la libertad". Frente a la violencia terrorista, el arzobispo ha pedido "seguir trabajando por la paz, el bien común y la justicia". Un sermón que ha estado precedido de la lectura del Evangelio en la que se recuerda las últimas horas de Cristo en la cruz y de las mujeres que se encontraron, tres días después, su tumba vacía porque había resucitado. "Ésa es nuestra esperanza", ha referido don José Ángel, quien ha defendido que "el amor de Dios es más fuerte que la muerte", como también la memoria por las víctimas de ETA vence al dolor provocado por la barbarie terrorista. 

El alcalde de Sevilla saluda a la madre y hermana de Alberto Jiménez-Becerril. El alcalde de Sevilla saluda a la madre y hermana de Alberto Jiménez-Becerril.

El alcalde de Sevilla saluda a la madre y hermana de Alberto Jiménez-Becerril. / Antonio Pizarro

Terminada la ceremonia religiosa, ha tenido lugar el homenaje en Don Remondo, la calle que para siempre quedó vinculada al penúltimo día de enero. Las velas de la noche anterior, ya apagadas, y varios ramos de flores recuerdan que este lunes se cumplen los 25 años de dos asesinatos que conmocionaron la ciudad. Tras el responso del arzobispo, ha tomado la palabra Teresa Jiménez-Becerril, quien ha exibido las banderas de España que cubrieron los féretros de su hermano y cuñada aquel último viernes de enero de 1998. "Es el símbolo de España, de la igualdad entre todos los españoles y de nuestro Derecho Constitucional, como ellos defendían", ha incidido la que fuera eurodiputada, quien ha alertado de que "hoy los etarras no matan, pero son homenajeados". "Ésta no es la España en la que merecen vivir los hijos de Alberto y Ascen", ha aseverado Jiménez-Becerril, quien ha agradecido a todos los presentes su asistencia y el apoyo mostrado estos años. 

"Partidos que no condenan la violencia"

Teresa Jiménez-Becerril enseña la bandera de España con la que fue cubierto el féretro de su hermano y cuñada. Teresa Jiménez-Becerril enseña la bandera de España con la que fue cubierto el féretro de su hermano y cuñada.

Teresa Jiménez-Becerril enseña la bandera de España con la que fue cubierto el féretro de su hermano y cuñada. / Antonio Pizarro

Precisamente las palabras de la hermanda del concejal asesinado hace un cuarto de siglo ha servido al alcalde para centrar su discurso: "La calle que nos hiela el alma", como referencia al recuerdo que debe seguir vivo en la ciudad hacia Alberto y Ascen y a la trágica fecha del 30 de enero. "Que se mantenga esa unanimidad en el rechazo a la violencia que se suscitó aquellos días", ha deseado el regidor hispalense en su corta intervención. 

El acto ha concluido con el discurso del presidente andaluz, quien también ha subrayado que esa unidad de los sevillanos y andaluces frente a la violencia hizo posible "derrotar el terrorismo", no si antes recordar que en el amplio historial sangriento de ETA "aún quedan casos sin resolver, asesinos libres y formaciones políticas que no condenan la violencia"

Tras acabar el homenaje -que ha tenido como colofón el grito espontáneo de una asistente con un ¡viva España!- se ha ido, poco a poco, desalojando Don Remondo de público, con su hilera de abrigos largos. Bajo la lápida que recuerda los asesinatos queda colgada la corona de laurel de cada 30 enero. Memoria viva de una calle en la que siempre, en cualquier época del año, se le hiela el alma a la ciudad. 

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