Adiós al gran liturgista de la Archidiócesis de Sevilla
Obituario
Muere Gómez Guillén, el cura que nació en la casa del Studebaker, fue niño cofrade antes que canónigo y persona de la máxima confianza del cardenal Amigo
El nazarenito de la Borriquita que llegó a canónigo de la Catedral de Sevilla. El niño nacido en la casa del azulejo del Studebaker, el nieto del dueño de la cervecería Sport, el joven que limpiaba la plata de su hermandad del Amor. El único invitado a la mesa del cardenal el día de San Carlos Borromeo. El que lo llevó en un coche amarillo sin aire acondicionado por el centenar de pueblos de la provincia para que el joven prelado recién llegado de Tánger se pusiera al día de la realidad de la archidiócesis. El gran experto en Liturgia reconocido en España y en Roma. Junto con don Carlos Amigo escribió libros sobre teología y religiosidad popular e impulsaron el Instituto de Liturgia. Se ha muerto Ángel Gómez Guillén (Sevilla, 1943-2022), el canónigo, el director espiritual del Amor, el hermano también de Pasión y de la Sed, el vecino de Nervión, el amigo de José Márquez, Joaquín de la Peña y Francisco Cuéllar. Siempre tuvo mucho contacto con los jóvenes por su condición de profesor de Religión en el Instituto de Bachillerato Nervión.
Fue secretario del arzobispo Amigo antes que canónigo y, por supuesto, antes de la llegada del hermano Pablo Noguera. Gómez Guillén ha sido probablemente uno de los sacerdotes más conocidos en la Sevilla cofradiera, por su constante disponibilidad para presidir y predicar cultos, y en toda la diócesis y fuera de ella y por ser uno de los mayores expertos en Liturgia de toda España. Ha muerto con más de 75 años como fiel hermano del Amor, la cofradía a la que sus padres, vecinos de la calle Tetuán y feligreses de la Parroquia del Salvador, apuntaron a sus cuatro hijos.
Su infancia fueron siempre recuerdos de las mañanas de Domingo de Ramos en San Juan de la Palma, punto de inicio de la Semana Santa familiar, al ser su abuelo materno, José Guillén Besa, el hermano número uno de la Amargura. Tras cumplir con el rito matinal, tocaba ver la cofradía del Porvenir desde el balcón de Tetuán. En ese mismo sitio, una noche de Martes Santo, Ángel Gómez confesó a su madre que quería ser cura mientras el paso de palio de la Virgen del Dulce Nombre estaba arriado en la puerta de su casa. Tenía 15 años. Aprovechó la presencia efímera de la Virgen y San Juan para dar un paso al frente por el camino más corto: “Mi madre se quedó impresionada y después lloró”, nos confesó en una ocasión. De hecho se dice que su vocación responde a la perfección al lema de la cofradía de su vida: “A Dios por el Amor”.
Fue alumno de Los Maristas, ingresó en San Telmo como seminarista en el año 1960 y terminó como licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca.
Su madre fue siempre clave, con ella visitaba todos los altares del Salvador cada viernes por la tarde en un hermoso rito de oraciones en la intimidad. La vida de Gómez Guillén no se entendía sin su madre, ni sin el templo del Salvador, donde se casaron sus padres, donde el capuchino fray Diego de Valencina lo bautizó delante de Pasión, el Señor de las devociones de su padre; donde ejerció de joven limpiando los enseres de su cofradía bajo las indicaciones de Manuel Romero, donde se vistió de nazareno de ruan por última vez siendo un diácono de 24 años, donde fue ordenado presbítero por el cardenal Bueno Monreal en 1968 y donde ejerció como sacerdote adscrito junto al inolvidable párroco Manuel del Trigo, volcado en las catequesis de primera comunión y de confirmación en el seno de la hermandad del Amor: “Sigo pensando que las hermandades son una fuente de vocaciones sacerdotales”. De hecho, más de un presbítero de hoy es fruto de aquellos años de trabajo de Gómez Guillén de muros para dentro del Salvador.
Su muerte ha dejado un sentimiento de tristeza en sus hermandades, en el Cabildo Catedral y, por supuesto, en el hermano Pablo Noguera, secretario del cardenal Amigo. Gómez Guillén forma parte de la conocida (con sentido del humor) como casa civil del cardenal. La liturgia está de luto en Sevilla. Ha muerto su prefecto. Quizás sin su madre y sin el cardenal, su tiempo en este mundo estaba ya finito.
También te puede interesar
Lo último
Contenido ofrecido por St. Mary’s School Sevilla
Contenido ofrecido por CEU en Andalucía