De Alameda a Triana entre los cartujos

Calle Rioja

Mágica. 1.400 personas se dieron cita en la Cartuja para asistir a diez horas de concierto-homenaje a Máximo Moreno.

El guitarrista Ricardo Miño, con el cantaor Manuel Machuca, la noche del sábado en la Cartuja.
El guitarrista Ricardo Miño, con el cantaor Manuel Machuca, la noche del sábado en la Cartuja.

17 de septiembre 2012 - 05:03

NO canta, no baila, no toca la guitarra. Y para pintar el Guadalquivir, como dijo Manuel Molina, le da la espalda a la Feria de abril. Pero él solo, Máximo Moreno, se bastó para convocar una auténtica Bienal alternativa, una fusión de flamenco, blues, rock y jazz. El mérito es de sus hijas María y Patricia, que se echaron sobre sus espaldas el reto de llevar estas 1.400 personas a la Cartuja en una noche con mucha competencia: el Sevilla-Madrid, Sara Baras, Alamedeando.

La Cartuja alamedeó primero con Pepe Roca y después con el grupo de Rafael Marinelli. Marinelli en Roca, los sumandos de Alameda. Oasis en el tiempo y en el espacio. Con remates de música del grupo Triana interpretadas por Zaguán. Desde las nueve de la noche a cerca de las siete de la mañana. ¿Quién da más?

El amor al padre es un género literario con cimas como los versos de Jorge Manrique o el libro Relato de amor de Agustín García Calvo, que enseñaba Filosofía en la Fábrica de Tabacos a la generación de Máximo Moreno y sus amigos. La de los arquitectos Guillermo Vázquez Consuegra y Antonio Cruz Ortiz, que se encontraban entre el público.

Lo recordó Pepe de Lucía, hermano del guitarrista, cuando atribuyó el éxito de la convocatoria a la iniciativa de María y Patricia Moreno Iriarte, las hijas del pintor, fotógrafo y dibujante cuyos trabajos discográficos iban apareciendo conforme se sucedían las actuaciones.

Fue una celebración oficiosa del día del padre. Carmen Amador, hija de Raimundo, electrizó al personal cuando acompañada a la guitarra por su padre cantó el tema Camarón. Gualberto, sentado junto a su sitar, tenía en su elenco artístico a Maizenita, nombre artístico de un bilbaíno llamado Ander Egaña, hijo de Iñaki, vasco de Portugalete que formó parte de Imán, Califato Independiente. A Pedro Ricardo Miño, hijo de Ricardo Miño y de Pepa Montes, le obligaron a improvisar sus acompañantes. "Uno está en Barcelona, otro en la Bienal, otro en Rusia y otro en Japón. He llamado al hermano de Manuela Carrasco y se casa hoy. Me he traído a las Tres Mil, a ver lo que sale". Tres mosqueteros en el escenario: Raimundo Amador, Manuel Molina y Miguel Ríos, a los que se les unió Sammy Taylor, el hijo inglés del rockero Silvio, el fruto musical de aquella boda con una inglesa en el Cachorro.

Las voces de Arturo Pareja-Obregón y Pepe Begines. La guitarra del Pájaro y el genio de Dogo, Charly Cepeda y Antoñito Smash. La puesta en escena inicial de Diego Carrasco cuando los coches empezaban a aparcar donde durmió el que aparcaba carabelas.

Y Aute cantando Al Alba. "Ha conseguido el silencio de Sevilla", dice Gonzalo García-Pelayo, que ha sido mánager de muchos de los artistas. Su hermano Javier prepara entre bastidores el relevo de actuantes, con la ayuda de Alejandro Molina. María y Patricia van de un lado a otro como Buster Keaton en Golfus de Roma.

No se cayó nadie del programa. Y quien tuvo que improvisar lo hizo. Pedro Miño salió con el cantaor Manuel Machuca, de Benacazón, que también pinta, como Máximo, que repartía sonrisas. En la pantalla, un jovencísimo y arborícola Miguel Ríos de la portada de Memoria de un ser humano que volvía a ese disco para cantar Desde mi ventana, un tema de José María Guzmán.

Una noche mágica. Una mezcla entre El Jueves y la isla de Man. Máximo es la voz menos pública de los tres hermanos Moreno. Las de Benito y Josele se escuchan todas las noches de la radio deportiva en El Larguero y El Pelotazo, respectivamente.

La fiesta la presentó con profesionalidad y cariño Angustias García. La disfrutaron el fotógrafo Miguel Ángel León, el médico y novelista Francisco Gallardo, el ilustrador Manolo Méndez, socio de Máximo en el corralón de los artistas de Castellar, o Guillermo Blázquez, buscador de localizaciones cinematográficas, hijo del periodista José Antonio Blázquez. "Rodamos en Tabernas como si fuera Afganistán".

Al final, se sorteó un cuadro de Máximo Moreno, que el 1 de octubre, en la galería de arte de Canal Sur radio, inaugura una exposición de óleos, dibujos y fotografías. Su particular y plástica manera de concebir el cante, el toque y el baile.

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