Calle Rioja

Alfonso Guerra en El Rinconcillo: un debate largo de relatos cortos

  • Certamen. Por primera vez, el certamen de relatos cortos Ciudad de Sevilla reparte el premio entre dos finalistas, una historia cofrade y truculenta y otra sobre Chaves Nogales

De izquierda a derecha, Antonio Muñoz, José Carlos Carmona, Dani Pinilla, María Carmona, Fede Quintero, Amalia Bulnes. Sentados: Paco Robles, Paco Correal, Práxedes Sánchez Vicente y Alfonso Guerra, en El Rinconcillo.

De izquierda a derecha, Antonio Muñoz, José Carlos Carmona, Dani Pinilla, María Carmona, Fede Quintero, Amalia Bulnes. Sentados: Paco Robles, Paco Correal, Práxedes Sánchez Vicente y Alfonso Guerra, en El Rinconcillo. / Juan Carlos Muñoz

EN presencia de Alfonso Guerra, fiel a su cita en El Rinconcillo como presidente de honor del jurado del premio Ciudad de Sevilla de Relatos Cortos, quien hizo de oyente fue Antonio Muñoz. El delegado de Cultura y Hábitat Urbano llegaba a las tres de la tarde del pleno del Ayuntamientos. Un pleno a las quince. Y escuchaba la lectura que José Carlos Carmona, novelista, director del Coro de la Universidad y profesor en la Facultad de Derecho, hacía de los dos relatos finalistas. Porque el tercero, Cicatriz, que contaba con los parabienes de Amalia Bulnes, fue descartado.

El voto de Muñoz hizo que volviera a repetirse el empate entre los finalistas, El diputado de tramo y el dedicado a los últimos días de Manuel Chaves Nogales. Por primera vez en la historia del certamen, el jurado, a propuesta de Dani Pinilla y Chema García, de la editorial Samarcanda, aprobó que se repartiera el primer premio entre los dos autores. Ex aequo, como el anacronismo latino que todavía se utiliza en las pruebas ciclistas.

“Yo no soy muy cofradiero”, dice Alfonso Guerra para dar a entender que no es el incienso o los besamanos lo que le lleva a elegir el relato sobre la traumática transformación de un diputado de tramo, con sprint final de película de Hitchcock. Práxedes Sánchez, presidente del Círculo Mercantil, hizo su traducción: “Es como don Guido, un trueno vestido de nazareno”. Toda la comida hablando del diputado y de Manuel Chaves. El segundo apellido del biógrafo de Juan Belmonte evitaba cualquier aterrizaje literario en la actualidad, en la sentencia de los Ere, de la que Guerra, a regañadientes, se limitó a comentar que le parecía “una profunda injusticia”.

Un paréntesis incómodo del que volvió a sus dominios de lector voraz y enciclopédico. Ahora relee al poeta Juan Gil-Albert, que regresó del exilio pasados los peores años de posguerra. “Se encerró a escribir en su casa de Alcoy. Un día yo destaqué su obra en un programa de La Clave, de José Luis Balbín. Me llamó para darme las gracias, antes sólo lo conocían en Alicante y yo lo hice famoso en toda España”.

No recuerda Guerra la película que emitieron en aquel debate televisivo, pero sí tiene claro que nadie acudió más veces a ese plató de tertulia con película, invitado en seis ocasiones, y que en una de ellas coincidió con Manuel Fraga. “Decía que los españoles tenían que abrocharse los cinturones. Yo le dije que como él siempre llevaba esos tirantes...”.

Irá a la tierra de don Manuel, a Orense, a presentar La España en la que creo. Admira profundamente a Gonzalo Torrente Ballester, de quien destaca La saga/fuga de J.B. y Los gozos y las sombras, cuya adaptación televisiva ha elogiado el actor Eusebio Poncela, de gira en el Lope de Vega. Ya no hay programas como La Clave en la televisión. “Ya lo dijo Fernando de los Ríos. La revolución pendiente en España es la del respeto”, dice Guerra.

El año que viene El Rinconcillo, que data de 1670, cumple 350 años de historia. Le dedicó una canción Benito Moreno. “Llega la tuna, siempre inoportuna”. En ese disco, le dedicaba otro tema a Alfonso Guerra cuando era inquilino de las portadas de los periódicos y telediarios.

Cada año, Guerra hace sus recomendaciones literarias. Hace dos años fue Imperiofobia y leyenda negra, de María Elvira Roca Barea, “es muy brava”, y el año pasado Hija de revolucionarios, de Lawrence Debray, hija de Regis Debray y Elisabeth Burgos, que dirigió el Instituto Francés de Sevilla. Guerra la asesoró en su tesis sobre el rey Juan Carlos I. De niña, sus padres la mandaron un mes a Cuba y otro a Estados Unidos para que eligiera. Se quedó con la Sevilla que le mostró Alfonso Guerra, que iba a recogerla al colegio San Francisco de Paula, cerca de El Rinconcillo.

Dani Pinilla y Chema García animaron a los demás miembros del jurado a opinar sobre si debe haber un guiño a Sevilla en los relatos. La eterna duda entre lo local y lo universal. Desvelada la identidad, la historia del diputado de tramo es obra de Javier Torres, un patólogo que escribió un libro sobre los Seises con fotografías de Antonio del Junco para apoyar el monumento de Jesús Méndez Lastrucci, con casa en Calatrava, taller en Goles y obra sobre Elvis en Memphis. La historia de Chaves Nogales es obra de Antonio Manfredi, periodista que acaba de publicar el libro de relatos Los fantasmas del periodismo, que presenta el día 27 en Canal Sur. Un día antes, Juan Manuel Ávila, con el sello de Samarcanda, presenta en el teatro de la Fundación Cajasol el libro de Juan Manuel Ávila Jesús Navas, un duende de leyenda, con Fede Quintero, uno de los miembros del jurado, como maestro de ceremonias junto a Monchi, el ex portero suplente, la versión balompédica del político de oyente. El biógrafo del lateral de Los Palacios, paisano de Romero Murube, llegó a los postres.

Como cada año, tomamos nota de las sugerencias literarias de Guerra: Los amnésicos. Historia de una familia europea, de Geraldine Schwarz, y Elena o el amor del verano, de Julián Ayesta, “el primer franquista que escribió contra Franco”. Guerra recordó a Padilla, colega de libros y teatro. “Tenía una voz portentosa, estuvimos un mes para que le salieran bien unos versos de León Felipe”.

El diputado de tramo contra Chaves Nogales. Las dos Sevillas ex aequo. Para Guerra, si la literatura se mezcla con la sociología, la historia o la antropología, es otra cosa. Lo que escribió Stefan Zweig en su biografía de Balzac. “Hay novelistas y autores de novelas”. Un debate muy largo para el certamen de relato corto.

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