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DERBI Joaquín lo apuesta todo al verde en el derbi

José María O'kean. Catedrático de Economía de la Universidad Pablo de Olavide.

"Hay una Andalucía dinámica, pero hay otra que no quiere hacer cosas"

  • Es uno de los economistas más conocidos de Andalucía, con una sólida obra científica a sus espaldas y siempre dispuesto a entrar en el debate desde diversos medios de comunicación.

José María O'Kean (Sevilla, 1957) deja claro al principio de la entrevista que no quiere preguntas sobre su intimidad. El plumilla lo tranquiliza: sólo temas profesionales. Hombre de voz profunda y radiofónica y de vestir esmerado, pasa la mayoría de sus horas en un amplio estudio del centro de la ciudad, entre libros, revistas y trofeos de tenis. Allí ha pensado y escrito libros como España competitiva, La teoría económica de la función empresarial: el mercado de empresarios o La unificación alemana y la convergencia española, por sólo citar algunos de su extensa bibliografía. Catedrático de Economía en la Universidad Pablo de Olavide, es uno de esos académicos cosmopolitas y viajados, con paradas en Oxford y Harvard. Además de investigador y docente, también dedica tiempo a la divulgación y la prensa en unos momentos en que la Economía es la salsa de todas las tertulias. Escribe en Expansión, Cinco Días y el Boletín Económico del Instituto de Empresa y su rostro se ha podido ver en programas como La Sexta Noche, Espejo Público y otros de Canal Sur. Como tantos otros de su oficio, mezcla el optimismo y el pesimismo a la hora de hablar de Andalucía y de su futuro económico. Más allá de la corrección política, sabe (y lo dice sin tapujos) que en nuestra comunidad aún quedan inercias y lastres que difícilmente desaparecerán.

-Los últimos datos sobre el paro o la balanza comercial, por citar sólo dos, son positivos. Es casi evidente que hay una cierta recuperación, pero ¿qué intensidad tiene? ¿Es un proceso irreversible?

-Vamos a dejar de lado un elemento político que está produciendo mucha incertidumbre, como es la cuestión catalana. Pensemos por un momento que eso no existe. Ahora mismo España está creciendo al 3% o al 3,5%, una cifra que no está mal y que no creo que se pueda mantener por mucho tiempo... Bueno, si conseguimos seguir creciendo al 2% o al 2,5% la cosa no estaría mal. Esto se ha logrado gracias a que han aumentado las exportaciones, a que las empresas han invertido en la renovación de equipos que habían quedado muy viejos y, finalmente, a que las familias han considerado que ya no iba a haber más ajustes y ha vuelto a subir el consumo interno. A esto hay que sumar que las facilidades que está dando Europa han conseguido que los bancos, poco a poco, están volviendo a conceder créditos al consumo y que el precio del petróleo haya caído.

-¿Y lo negativo?

-Que hemos salido de la crisis teniendo que flexibilizar nuestro mercado de trabajo, lo que ha originado cinco millones de parados y que los que han recuperado sus trabajos lo han hecho con unos salarios mucho más bajos, lo que ha hecho que los precios bajen.

-¿Toda esta devaluación era necesaria?

-No hubiese sido necesaria si nos hubiésemos sentado todos en torno a una mesa y hubiésemos planteado una economía diferente. Pero fue imposible en una situación política como la nuestra, con la corrupción afectando a partidos y sindicatos, con el "y tú más". Yo escribí un libro en 2010 que se llamaba España competitiva donde preveía lo que iba a pasar si no nos sentábamos a dialogar.

-¿Pero cómo podíamos conseguir salarios altos en una situación de crisis?

-Evidentemente no por un decreto ley, lo cual sólo hubiese producido más paro. Deberíamos haber propiciado que las empresas tuviesen trabajadores que generasen mucho valor y que la gente pagase por ese valor. Si tú tienes un empleado así, ni lo despides ni le bajas el sueldo.

-Eso tiene que ver mucho con el sistema de educación.

-Sí, pero no hay que remontarse a la escuela en sus primeras etapas. No podemos esperar a formar a un niño de tres años para que dentro de 30 años genere valor. No tenemos tiempo. Ahora mismo, la formación la tienen que dar las empresas a sus trabajadores en horas de trabajo. Esto lo llevamos diciendo un grupo de economistas desde hace mucho tiempo, pero no nos hacen ningún caso.

-¿Cuál ha sido para usted la gran enseñanza de la crisis?

-Que le damos demasiada importancia al mundo financiero y que dejamos en un segundo plano la economía real. El mundo financiero no genera empleo. Las rentas del capital deberían pagar los mismos impuestos que las rentas del trabajo. Ya sé que hay gente a la que esto le puede molestar, pero no puede ser que el que tiene un sueldo de 50.000 euros tiene que pagar cerca del 40% de IRPF en los tramos más altos y que, sin embargo, otro que ha ingresado esta cantidad por algo que ha heredado pague el 19%. Eso tenemos que cambiarlo. Además, vamos hacia una sociedad muy diferente, en la que va a haber abundancia de bienes pero en la que la gente no va a tener trabajo. Eso de los subsidios y las rentas básicas se va a convertir en el pan de cada día.

-Hay teóricos como Jeremy Rifkin que ya han hablado del fin del trabajo, de una inevitable reducción de la jornada laboral ante el constante aumento de la productividad.

-Sí, la impresión es que, por un lado, vamos a necesitar a muchos trabajadores que hagan labores manuales básicas y que cobren un salario muy bajo y, por el otro, a empleados que realicen trabajos supercualificados que generen mucho valor y que van a tener salarios muy altos. El problema es que, en medio, va a haber muchas personas que, con una educación aceptable, no van a tener que trabajar.

-¿Y dónde hay que apuntarse?

-[Risas]. Esa sería la típica solución andaluza, vivir sin hacer nada con una renta. Lo que pasa es que el futuro todavía no ha llegado: para eso tienen que aparecer las impresoras 3D, que se puedan fabricar muchos bienes con casi nada de recursos... El problema es cómo se va a distribuir la riqueza, porque, claro, el trabajador cualificado que aporta valor no va a estar dispuesto a cobrar lo mismo que el que no hace casi nada.

-¿Las desigualdades pueden aumentar aún más?

-Éste es un problema que ya se está planteando. Es evidente que debe existir la igualdad de oportunidades y ante la ley, pero ¿Cristiano Ronaldo debe cobrar lo mismo que yo?

-Bueno, no digo que todo el mundo cobre lo mismo, pero a veces las diferencias son excesivas y no se corresponden con la realidad.

-En ese sentido hay que distinguir entre un financiero que gana 10 ó 12 millones de euros y un empresario como Amancio Ortega que genera miles de empleos. Evidentemente no hablamos de lo mismo. Por otro lado, hay que tener en cuenta que existen rentas no monetarias, no económicas. Es decir, esas personas que cobran muy poco salario pero que luego tienen la educación y la sanidad gratis, algo que reduce mucho la desigualdad. Muchas veces hacemos los análisis estadísticos sólo con la renta monetaria y no contamos lo que la gente realmente recibe.

-¿Hicimos bien en rescatar a la banca?

-¿Puede funcionar un país con un sistema financiero que esté enfermo? No, porque los bancos son los que luego nos dan los créditos para comprar el coche, la casa, etcétera. Me parece que, por fin, tenemos los bancos arreglados y ya están empezando de nuevo a funcionar. Cuando hablamos de los bancos no hablamos de los banqueros o de los accionistas, sino del lugar en el que todos tenemos nuestras cuentas corrientes, nuestros créditos, etcétera. Si dejas que eso se caiga tienes un problema.

-Usted ha sido coordinador de la Escuela de Energía y Cambio Climático. ¿Es posible reviertir las emisiones de CO2 con una industria global como la nuestra? El reciente escándalo de Volkswagen parece indicar que ni las grandes corporaciones ni los gobiernos se están tomando muy en serio el problema.

-La economía global se ha redimensionado mucho más de lo que habíamos pensado en un primer momento. El mundo occidental vive ahora un poco peor y los países emergentes un poco mejor. El mundo global es ahora más igualitario, aunque las desigualdades hayan crecido dentro de cada país. Lo que parece que todo el mundo va teniendo claro es que vamos a un modelo energético basado en la solar y la eólica. Yo comprendo que a las eléctricas no les guste que yo pueda enchufar mi casa directamente al sol y no pagarle a ellas por la luz, y que por tanto presionen al Gobierno para que no me dejen... Pero veo evidente que vamos a tener que ir a un modelo en el que todos los coches sean eléctricos o híbridos y el que quiera tener coches de gasolina tendrá que pagar impuestos mucho más altos.

-¿Cree que el Gobierno se ha dejado presionar por los grandes grupos energéticos?

-Los gobiernos de todos los partidos siempre lo han hecho. Hay un partido que dice que España es una economía de amiguetes y yo prefiero decir que es una economía del palco del Bernabéu, donde se reúnen todos los grandes empresarios con los políticos. También pasa lo contrario: los gobiernos deciden quién gana dinero en el país. La gran mayoría de los mercados son lo que Charles Edward Lindblom llama mercados politizados, aquellos en los que la regulación es tan grande y el Estado interviene tanto que la gran mayoría de los empresarios obtienen más beneficios llevándose bien con los gobiernos que innovando, buscando nuevos mercados...

-¿Y para qué está el Estado en esta cuestión?

-Para corregir los fallos de mercado. Por ejemplo, cuando hay empresas que tienen un gran poder y pueden hacer con los consumidores lo que quieran, como cuando algunos bancos nos cobran comisiones que no deberían de cobrarnos.

-Hablemos de Andalucía. Se ha comentado mucho sobre el necesario cambio de modelo productivo, pero ¿cuál es nuestra realidad?

-Andalucía ha mejorado muchísimo desde el inicio de la Autonomía. Ha habido un cambio muy importante en sanidad, educación e infraestructuras. ¿Podríamos haber hecho una Andalucía diferente? Sí, porque las diferencias con el conjunto de España han sido y siguen siendo evidentes. Al final, hemos terminado en una sociedad conformista con un estado protector. Hemos cogido demasiado peso, demasiada grasa, y ahora tenemos menos musculatura para reaccionar ante la economía global. Hay una Andalucía que es dinámica, que quiere hacer cosas, pero hay otra que no quiere, y además pretende que todos seamos iguales independientemente del esfuerzo y el trabajo. Esta actitud ha dado votos y sigue gobernando el mismo partido. Los empresarios también se han acostumbrado a estar alrededor del Gobierno y, bueno, es lo que tenemos...

-¿Qué hay que cambiar?

-Hay que cambiar muchas instituciones y, sobre todo, ideas, conceptos. Actualmente, estamos tirando del turismo y de las empresas exportadoras, que muchas son de alta tecnología e incorporan valor en productos agroalimentarios, pero necesitamos un tejido productivo mayor y mejor y que los trabajadores se formen más; que la tecnología sea la que incorpore el valor a las empresas.

-Cuando se publique esta entrevista, el domingo, se estarán celebrando las elecciones catalanas. En los últimos días hemos escuchado muchísimas opiniones sobre las consecuencias para Cataluña de una hipotética independencia, pero ¿y al revés? ¿Cuáles serán las consecuencias para España?

-Estoy muy preocupado con esta cuestión y no soy tan optimistas como otros. Las consecuencias dependerán de cómo reaccione el Gobierno ante una declaración unilateral de independencia, que yo creo que se va a producir. Esto va a provocar un conflicto y lo lógico es que, tanto Cataluña como España, entremos en recesión, que aumente el paro, que tengamos un problema financiero importante, porque la gente se desprendería de los bonos catalanes y españoles y la prima de riesgo subiría...

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