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urbanismo | la remodelación de un espacio clave en el corazón de la ciudad

El Ayuntamiento exhibe el cambio en la Magdalena

  • Los responsables de la transformación de esta plaza defienden, frente a las críticas, su proyecto "respetuoso"

Objeto de controversia y polémica, como no podía ser de otra manera tratándose de Sevilla, la reforma urbanística de la Plaza de la Magdalena, dirigida fundamentalmente a su peatonalización, está a pocas fechas de su culminación. Ofrecerá los resultados de su lifting a lo largo de esta primavera.

Pero en una ciudad en la que el color de los bancos, el diseño de las farolas, el pavimento de las calles, la anchura de las aceras, la altura de los bolardos, la longitud del carril-bici y la publicidad comercial en la vía pública suscita en muchos de sus habitantes bastante más interés que la pobreza endémica que padecen algunos de sus barrios -tanta que encabezan la lista de los más pobres de España-, no es de extrañar que la transformación de esta plaza en el corazón mismo de la ciudad alimente -en ocasiones hasta el empacho- un encendido debate en el que participan indistintamente unos pocos ciudadanos de vasta erudición, bastantes de pedantería cósmica y numerosos de supina ignorancia. No parece que haya sevillano que no lleve dentro -aparte de un entrenador de fútbol- un arquitecto, un ingeniero, un aparejador, un maestro de obra y un peón albañil. Ese urbanita poliédrico y multidisciplinar tiene ahora puesta su mirada y su verbo en la Plaza de la Magdalena.

Para amortiguar la alharaca -y obviamente para contrarrestar las críticas, que no están siendo pocas: hay quien ha decidido ya, antes de verla terminada, que será un bodrio- el Ayuntamiento insiste en "lo respetuosa" que es la intervención con la historia de la Plaza de la Magdalena. Quienes se traen entre manos, después de haberle dado vueltas en la cabeza, la remodelación de este espacio, abundan en algo que ya se encargó de subrayar el propio alcalde, Juan Espadas, en octubre pasado: se trata de un "diseño respetuoso con la historia y con su valor".

En un resumen del dossier elaborado por los técnicos responsables de las obras se recuerda que ésta es la cuarta remodelación a la que es sometida la Plaza de la Magdalena, que ya fue objeto de retoques en 1844, 1882, 1968 y ahora en 2021. El documento dedica un apartado especial al "deterioro", lo que motiva la intervención al comienzo de la tercera década de este siglo XXI. Esa decadencia de la plaza habría estado motivada por una serie de circunstancias que detallan los técnicos: la calzada se ha mantenido como un eje de circulación de vehículos de salida del conjunto histórico y en una rotonda para dar la vuelta dado que era el punto máximo de penetración peatonal en el centro; se había consolidado como espacio de aparcamiento de motos y carga y descarga; se habilitó como zona de estacionamiento de líneas de Tussam que dan la vuelta a la plaza y tienen su última parada del recorrido; el espacio pierde condiciones peatonales y de habitabilidad; apenas hay uso ciudadano de la plaza; la fuente se queda oculta entre setos altos y pierde el protagonismo que tuvo durante los siglos XIX y XX; no hay accesibilidad universal; y no cuenta con zonas de estancia.

Con este diagnóstico de las deficiencias detectadas, la intervención -de la que sus autores subrayan el más escrupuloso cumplimiento del Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU)- se marca como principales objetivos la eliminación del tráfico de vehículos, habilitar itinerarios peatonales, ampliar zonas verdes y arbolado, generar espacios de uso y convivencia, recuperar la fuente barroca como eje de la plaza con visibilidad desde todos los puntos, la implantación de sistemas de drenaje urbano sostenible y la supresión de los aparcamientos y zonas de carga y descarga.

La peatonalización integral es la clave del proyecto. De los 2.475 metros cuadrados sobre los que en estos días se ejecutan los trabajos, se destinaban a calzadas para los vehículos y a zonas de estacionamiento aproximadamente 1.440 metros cuadrados, el 60%. Cuando la transformación de la Plaza de la Magdalena sea un hecho, quedará como un espacio completamente peatonal, sin vehículos, paradas de Tussam ni motos.

Los itinerarios peatonales se ampliarán al eliminar las calzadas por las que circulaban vehículos privados y transporte público, y también quedará habilitado un recorrido peatonal accesible por el centro de la plaza, que contará con baldosas pododáctiles y losas direccionales para personas invidentes, lo que constituye una supresión total de las barreras arquitéctonicas en todo el entorno y en los cruces de la calle San Pablo.

Buena parte de la discordia está en el piso. Muchas de las críticas que se han hecho a esta y otras remodelaciones urbanísticas en algunas de las zonas más señeras y emblemáticas de la ciudad es por el suelo que surge a raíz del cambio. En esta ocasión, para la pavimentación se recupera el pavimento de losa de tarifa con unas tiras que, con distinta longitud, atraviesan las zonas ajardinadas uniendo las bandas laterales con el interior del espacio. También se instala en torno a la fuente, configurando un encintado perimetral.

En el cruce de la calle San Pablo con Méndez Núñez por la zona por la que discurren los vehículos se recupera el adoquín de Gerena, mientras que el resto del pavimento es granito de distinto grosor y tamaño en función de si está en zona exclusivamente peatonal o en los tramos por los que pueden discurrir vehículos autorizados para ir a las plazas de garaje o de mantenimiento.

Todo el arbolado, según se recoge en el proyecto; se mantiene, a excepción de un naranjo "con problemas de conservación" que será sustituido por otro.

La plaza es lugar de conversación y discusión. Esta de la Magdalena ya lo está siendo con antelación. No iba a ser menos.

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