Capilla ardiente de Pascual González: El autobús de la primavera entró en la Plaza Nueva
La capilla ardiente con los restos de Pascual González se instaló en la sala Capitular Baja del Ayuntamiento
El Ayuntamiento de Sevilla acoge la capilla ardiente de Pascual González
Los autobuses han vuelto a entrar en la Plaza Nueva. El autobús de la primavera, título del disco con el que Pascual González y Cantores de Hispalis revolucionaron el género de las sevillanas, entró en el corazón de la ciudad. Pascual, al volante, ayudado en la tracción por la cuadrilla de costaleros que, al cielo con él, llevaban el ataúd con sus restos, que tanto sumaron en vida.
A las siete horas y 25 minutos de la tarde, que ya perdía su color en beneficio de la noche triunfante, aparcaba el coche fúnebre en la puerta de la Casa Consistorial. A modo de comité de recepción, el alcalde, Antonio Muñoz, el delegado de Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera y el concejal de Ciudadanos Lorenzo López Aparicio.
Estaba Charo, la compañera de Pascual, más tarde lo haría Elisabeth. Las madres de sus hijos Elisabeth, Christopher, Rocío y Pascual. También estaban los componentes de Cantores: Juan Luis Calceteiro, Juani, Carlos Ruiz, Borja Benjumea y Alex Rodríguez. El llanto se extendía por las escaleras del Consistorio. Al paso del féretro, se oyeron vítores: “¡qué grande!, ¡ya estás en la gloria!”. Con la voz más queda, una mujer decía: “ha llevado el nombre de Sevilla por el mundo entero”.
Carmelo Millán fue uno de sus primeros representantes, antes de que Pulpón tomara las riendas del grupo. El Pali encarna el Antiguo Testamento de las sevillanas y Cantores de Hispalis el Nuevo Testamento. Músicos que han trabajado con ellos, como José Carlos Seco o Manolo Marvizón, agentes artísticos, como Lola Feria; compañeros como Enrique Casillas; o Paco Sosa, que editó alguno de sus libros. Porque Pascual, que fue maestro de escuela antes que artista, nunca perdió de vista el lado de la enseñanza: en sus discos, en sus libros. Con una única asignatura, Sevilla, en la que siempre sacó matrícula de honor.
La capilla ardiente se instaló en la Sala Capitular Baja, presidida por un cuadro con las Santas Justa y Rufina, patronas de su ciudad. La primera da nombre a la estación del tren de alta velocidad que tantas veces cogió porque las sevillanas fueron la ópera de la Expo y el rock de la Cartuja, estación levantada por los arquitectos Cruz y Ortiz sobre lo que fueron los campos de fútbol de San Benito, patrón de los días de Pascual González. En la iglesia de ese nombre tendrá lugar el funeral. La capilla ardiente se podrá visitar el lunes entre 9 y 11 de la mañana.
El 8 de febrero de 2019, hace casi tres años, el Ayuntamiento abrió sus puertas para que los sevillanos le dieran su último adiós a Salvador Távora. Entre el 19 y el 22, los años que separan la gesta de la primera vuelta al mundo que Cantores de Hispalis celebró, Sevilla rinde tributo a dos artistas íntegros, que en su forma de concebir el espectáculo sublimaron uno la pena, el otro la alegría. “Pascual se va sin la medalla de Andalucía y sin dar el pregón de Semana Santa”, dice Rafael Barby, amigo del artista. “Era un cofrade auténtico, iba en las últimas filas del Cristo del Silencio y en la presidencia de San Benito”.
Juani tuvo que ser asistido junto a la sala de plenos. El único superviviente de quienes fundaron los Cantores. Los otros dos pioneros, Rafael Ojeda Falín y José Antonio Rúa, ya fallecieron.
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