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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Muere Pascual González, el cantor de los Cantores

En la muerte de un juglar de Sevilla, pregonero inédito

Pascual  González , en el acto de rotulación de una calle con su nombre en Sevilla en 2017.

Pascual González , en el acto de rotulación de una calle con su nombre en Sevilla en 2017. / Juan Carlos Muñoz

Dicen que febrero es el mes más corto del año. Pero éste se nos va a hacer eterno. Sin uno de sus Cantores. Esta mañana de domingo, camino de la iglesia, vi en la Alameda un ensayo de costaleros de la hermandad de Montesión. Después de dos primaveras sin procesiones, era como un signo de esperanza. Les hice una foto antes de ir a la iglesia para oír la lectura de la pesca de los apóstoles con Jesús en el lago de Tiberiades.

Ha muerto Pascual González Moreno (1950-2022). Antonio Burgos escribía hace poco de Sevilla como género literario, desde Ocnos de Cernuda a Sevilla en los labios de Joaquín Romero Murube o Los años irreparables de Rafael Montesinos. En esa escuela literaria a la que también pertenecen Juan Sierra o Manuel Mantero debe ocupar un lugar relevante Pascual González Moreno. Lo dijo con sus propias palabras en la segunda entrega de La Trastienda Hispalense: "Sevilla fue, es y será la gran musa de mis composiciones".

Al conocer la noticia de su muerte, recordé la letra de la canción de Horacio Guaraní: "Si se calla el cantar se quedan solos los ilustres gorriones de los diarios". Nada sevillano le resultó ajeno. En lo local, como nos enseñó Joyce de Dublín en el Ulises, está lo universal. Eso siempre lo tuvo clarísimo Pascual. "Desde entonces, Sevilla, fui tu seise y tu carráncano, costalero de tu palio azul y feriante de Real y de Infierno, coro de zarabandas y corraleras, lágrimas de San Lorenzo y padrenuestros de Virgen de los Reyes…".

Hizo de la ciudad un género literario: “Sevilla fue, es y será la gran musa de mis composiciones”

En los años ochenta se habló del boom de las sevillanas como dos décadas antes se había hablado del boom de la literatura hispanoamericana con Vargas Llosa y García Márquez como capataces del realismo mágico. El mágico Real de la Feria fue el escenario de esas sevillanas que se oyeron en los confines más remotos con la impronta de Pascual González y Juan Luis Calceteiro, Juani, su socio, su cómplice. En su caso, Magallanes y Elcano terminaron juntos la singladura en ese tributo espectacular que le hicieron a la proeza de la primera vuelta al mundo. La maravillosa excepción a la regla del olvido y la indiferencia con la que se ha seguido la conmemoración de aquella gesta que nació en el muelle de las Mulas y desembocó en Sanlúcar, como el Guadalquivir.

Pascual ejerció su sevillanía en Copenhague y en Salamanca, dos de sus destinos profesionales. Con el Betis acariciando una nueva final de Copa, estos Cantores de Hispalis compusieron un hermoso himno del equipo que en 1935 ganó la Liga con el irlandés O’Connell. Sevillano de la parroquia de San Benito, el puente de la calle Oriente fue borrado del trazado urbano pero no de la memoria antropológica de Pascual. Cantores emparentados con el don Latino de Hispalis de Luces de Bohemia de Valle-Inclán.

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En su primera edición de La Trastienda Hispalense aparecen en la portada la Giralda y la torre del Oro, metáfora de don Quijote y Sancho Panza. Imagina uno a los ángeles del cielo bailando el A bailar, a bailar de las sevillanas que para el mundo entero les compuso su incondicional Manuel Melado, el peluquero que fue speaker del Betis, su escribidor, parafraseando a Manuel Alejandro, que interpretó sus querencias. El segundo volumen de esta Enciclopedia heterogénea de Sevilla lo abre una foto de Pascual. Sus gafas, su bigote, su garganta, que lo convirtió en el primer cantante digital de la historia. Clásico y vanguardista. Uno de los pregoneros de Semana Santa que se perdió Sevilla, como Juan Sierra y Rafael Montesinos.

Ha muerto de su segunda vida, la que le regaló su entereza y su esperanza después de que le diagnosticaran un cáncer de laringe. Con su primera vida no pudieron. Está en sus discos, está en sus libros, en las parejas que siguen bailando sus sevillanos con sus manuales del cortejo, está en el millar de temas de distintos géneros que compuso, en las canciones que hizo para Massiel, Paloma San Basilio, el Dúo Dinámico o Romero San Juan. Recorrer el barrio de San Benito de su mano, conocer la historia de sus callejones, el eclecticismo de sus credos, era un privilegio para quien le acompañara. Estuvo en Tierra Santa. Fue trotamundos, se recorrió Europa entera, de la que San Benito es patrono, como también lo es de Castilblanco de los Arroyos. Estudió todas las leyendas de la ciudad, en las que descubría que detrás de cada realidad hay un deseo en el juego cernudiano. Un juglar sin par, embajador de Sevilla en el mundo, de sus torres y plazas, de sus reyes y pícaros. La Sevilla de Pascual sabía tanto de cielos que seguramente en su cielo habrá un trozo de Sevilla a su lado. Aunque su prórroga acabó con una pena máxima, fue siempre un mensajero de la alegría. El cantor de los Cantores.

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