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La Carbonería entregó las llaves y certificó su desahucio parcial

  • El duque de Segorbe 'recupera' la zona noble del mítico espacio La Carbonería mantiene su actividad por la calle Céspedes.

Casa con dos puertas, buena es de guardar. Pisco Lira le ha enmendado la plana al mismísimo Calderón de la Barca y ayer, al mismo tiempo que entregaba las llaves de La Carbonería por la mítica entrada de la calle Levíes, la misma por la que entraron los invitados de medio mundo que acudieron hace año y medio al cumpleaños de Paco Ibáñez, dando por consumado el desahucio por vencimiento del contrato de arrendamiento, abría el local por la calle Céspedes, perpendicular a la entrada tradicional. 

 

"No hay futuro, pero sí un porvenir", decía emocionado Pisco Lira en la puerta de Levíes, anunciando que música, teatro y poesía serán los elementos fundamentales de esta vuelta de tuerca del histórico establecimiento que hace cuarenta años abrió en esta antigua carbonería su padre, un bohemio llamado Paco Lira.

 

Rosa Aguilar, consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, lamentó en la antigua ciudad califal de Medina Azahara, cerca de Córdoba, el desahucio y celebró el mantenimiento de su actividad. La Junta de Andalucía activó la declaración del local como Bien de Interés Cultural, pero más allá de esa iniciativa, la consejera indicó que la administración autonómica "no puede entrar en la variante judicial abierta entre particulares".

 

"Ha habido una falta de sensibilidad del propietario por lo que es la cultura y la historia", dice el abogado Pedro Ruiz-Berdejo Ferrari, "pero esa sensibilidad no es obligatoria por su parte, no se le puede hacer sentir lo que no siente porque es suyo".

 

Se ha producido una colisión entre dos conceptos de entender un negocio. "Paco Lira, el padre de los actuales responsables de La Carbonería, desoyó los consejos para comprar la zona noble de La Carbonería, pero Paco no creía en la propiedad, ese romanticismo es muy bonito, pero muy poco práctico", añade el abogado. De esa forma, se estableció un tipo de arrendamiento que a lo largo de cuarenta años se renovaba "mes a mes". "Ese contrato era una bomba de relojería con la reforma de la Ley de Arrendamiento Urbanos y la finalización de los contratos antiguos".

 

La empresa de Ignacio Medina, duque de Segorbe, es propietaria de la zona noble de La Carbonería: la entrada, la zona donde se presentaban los libros, la chimenea y un reducto de muebles antiguos que conducían al domicilio familiar de Paco Lira, "que no era la casa de Bertín Osborne", dice gráficamente Pedro Ruiz-Berdejo, que representa a La Carbonería junto a su hermana Adelaida del mismo modo que su padre lo hizo cuando estaba al frente Paco Lira. "Debo ser bastante peor abogado que mi padre porque no hemos conseguido parar el desahucio".

 

La propiedad no escuchó ninguna de las ofertas de los herederos de Paco Lira "que eran a precio de mercado, porque aquí estamos hablando de rentas de mercado, nada de renta antigua". Con el desahucio y el cierre de la entrada de Levíes convivirán la nueva Carbonería, "el patio es el verdadero negocio, donde están las mesas, los espectáculos, la barra grandísima", y el nuevo destino que a la parte recuperada le dé el propietario. "Va a tener un difícil encaje, porque es un bien catalogado", dice Ruiz-Berdejo, "cuando vaya a pedir licencia de obra al Ayuntamiento lo van a mirar con lupa".

 

De Levíes a Céspedes, mudanza junto al palacio donde nació Miguel Mañara en esta Carbonería, "una casa transitada de vida, amor y muerte en los últimos cuarenta años", en palabras de Pisco Lira, que matiza que el patio, huerto y jardín de las artes "seguirá abierto a todos y trataremos de persistir ahí porque fue justamente el alma de la casa y hay que vivir como se pueda", según dijo a Europa Press.

 

"La Carbonería es un negocio que funciona", dice Ruiz-Berdejo, que lamenta que con este desahucio siga el goteo de locales que apuntan "a una pérdida de la esencia, de la personalidad de la ciudad". Para la formación Participa Sevilla la de ayer fue una jornada "de tristeza y alegría". Tristes por el desahucio parcial de quienes tanto han aportado "a nuestro ecosistema cultural"; alegría porque el carbón sigue encendido aunque cambie la ubicación de la chimenea.

 

La última reunión mensual del área de Cultura de Participa Sevilla se celebró en La Carbonería, el pasado 20 de julio. Fueron testigos de "cómo iban vaciando de objetos, muebles y obras de arte y memoria de la parte a desalojar, mientras el reguero de visitantes llenaba el resto del espacio". Un lugar para la memoria del mejor flamenco, el mejor jazz, la mejor poesía y el mejor cine. Se cerró el telón. Continuará.

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