TIEMPO El último fin de semana de abril llega a Sevilla con lluvia

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Carta de despedida a Juan Dávila-Armero

  • El autor recuerda la figura del reconocido cofrade del Silencio y de la Quinta Angustia y valora su profundo conocimiento de la Semana Santa

Querido Juan que estás en el cielo:

Qué día más triste y más anodino, con todos encerrados, entre el sol y la lluvia, en mitad de un aluvión de personas que han conocido la muerte como tú. Yo siempre pensaba que si te ibas algún día al cielo donde ya estás con tus amigos y hermanos que te precedieron sería en ese tránsito del Jueves Santo a la Madrugada, en el morado que va de la túnica con bocamangas de la Quinta Angustia al morado de los antoninos del palio de la Concepción del Silencio, entre claveles sangre de toro y azahares aljarafeños.

Pero ha sido hoy. Tras leer el mensaje, rápidamente, la película de esa vida que tantas veces pasó por mí, mi niñez en la vecindad de González Abreu aprendiendo con la Enciclopedia de Juan Delgado Alba de tus explicaciones sobre palios, tallas, canastos, nombres, flores, orfebrería, luego aquellos veranos de Marbella en el chiringuito de Pepe Luque, aquel capataz bonachón, tu regreso a Sevilla, aquella vez que me llevaste contigo al Rocío para ver llegar a Triana, siempre con las historias de la Historia en los labios, con la sabiduría de lo bien conocido y mejor explicado, tu etapa de vecindad del Gran Poder y de esa Virgen del Dulce Nombre que es un piropo de la gracia sevillana y, para el final, tu cercanía de Alfonso XII y la oportunidad de compartir contigo por vecindad algún aperitivo en El Sereno mientras me preguntabas por mi hermandad del Rocío, el de Santiago.

Siempre recordaré tu clasificación de palios de Champions League que encabezabas con el de la Macarena y donde ponías impedimentos para que agregáramos alguno por no tener toda la candelería de plata. Hoy se me va ese saber que adivinaba en tu sola forma de mirar las cosas, tu conocimiento de los entresijos callados de una hermandad, el respeto a todo lo que se hiciera bien independientemente de quién lo hiciera. Tu compadre Luis habrá salido a recibirte hoy con San Pedro y a decirte, "Gordo, hay que ver lo que has tardado en venir" y serás partícipe de la vida nueva y el cielo nuevo como de Domingo de Ramos. Maestro mío, mi admiración hoy torna en dolor de Jueves Santo y Esperanza de madrugada.

Con todo mi cariño para Mariluz, Juan, Sofía y Álvaro.

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