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Cirujanos del Virgen del Rocío ponen las primeras prótesis a medida impresas en 3D para tratar fístulas de la pared abdominal

De izquierda a derecha, el ingeniero Andrés Padillo y los cirujanos Javier Padillo, Virginia Durán y Felipe Pareja, de la unidad de Abdomen Catastrófico.

De izquierda a derecha, el ingeniero Andrés Padillo y los cirujanos Javier Padillo, Virginia Durán y Felipe Pareja, de la unidad de Abdomen Catastrófico. / M. G.

La tecnología 3D cada vez tiene más aplicaciones en la salud. Una de las últimas se ha materializado en prótesis hechas a medida para pacientes con abdomen catastrófico abocados a una más que probable muerte y que gracias a los avances de la ciencia y la pericia de los profesionales que han dado forma a este proyecto han logrado salvar su vida sin complicaciones. Los responsables, un equipo de cirujanos de la Unidad de Cirugía General del Hospital Virgen del Rocío, liderada por el doctor Javier Padillo, quienes, con la ayuda de la bioingeniería han desarrollado un proyecto de medicina personalizada y de precisión pionero en el mundo basado en la creación de prótesis a medida mediante la bioimpresión 3D para el tratamiento de fístulas muy complejas en la pared abdominal, una patología infrecuente pero que necesita un tratamiento específico para cada caso.

El sistema Astarté, como se ha denominado a este método, permite mantener la herida del paciente se aislada del contenido intestinal, favoreciéndose la granulación del tejido circundante y evitando así su contaminación, ha sido ya patentado y licenciado para su aplicación a los pacientes a nivel nacional. "Se trata de dar una solución a pacientes con un problema muy complejo a los que, generalmente, como consecuencia de una complicación muy grave de una cirugía previa, se les queda el abdomen abierto con imposibilidad de manejar la secreción del intestino que contamina y complica la herida, poniendo en riesgo mortal al paciente", explica el doctor Padillo.

Los cirujanos Virginia Durán y Felipe Pareja en el quirófano de la unidad de Abdomen Catastrófico del Virgen del Rocío. Los cirujanos Virginia Durán y Felipe Pareja en el quirófano de la unidad de Abdomen Catastrófico del Virgen del Rocío.

Los cirujanos Virginia Durán y Felipe Pareja en el quirófano de la unidad de Abdomen Catastrófico del Virgen del Rocío. / M. G.

Este ambicioso proyecto de medicina personalizada y de precisión ha sido impulsado y desarrollado por la cirujana general, y coordinadora del Proyecto BIDA (BioImpresión de Dispositivos Adaptados), Virginia Durán, y el jefe de sección de Cirugía de Urgencia, Felipe Pareja, responsable de la Unidad de Abdomen Catastrófico en el hospital sevillano, que es referencia en toda Andalucía. Durante los dos años de pilotaje, "se ha conseguido tratar con este método ya patentado a los diez primeros pacientes del mundo que, prácticamente, han salvado su vida gracias a estas prótesis a medida bioimpresas en 3D", afirma la doctora Durán. En el proyecto trabajan, además, los ingenieros Francisco Calero y Andrés Padillo.

La aplicación de esta técnica está ahora en fase de licitación con una empresa para externalizar la fabricación de esas prótesis hechas con biomaterial y poder implementar esta innovadora metodología sevillana en todo el mundo, es decir, que se pueda aplicar en todos los hospitales que lo requieran. De esta forma los profesionales del Virgen del Rocío se convertirán en referentes internacionales que formarán a los cirujanos de otros centros interesados. "El avance es muy importante porque estamos hablando de pacientes muy graves que pasan de tener una alta tasa de mortalidad y pasar largos periodos de ingresos hospitalarios a, no sólo conseguir controlar un complejo problema de salud, sino reducir notablemente ese tiempo de hospitalización y, lo más importante, salvar su vida", asevera el doctor Felipe Pareja.

El único proceso que hasta ahora se podía intentar con algunos pacientes con abdomen catastrófico consistía en la colocación de una prótesis de un tamaño y forma estándar en la herida que, al no estar hecha a medida, no sirve para todos los casos y no son eficaces. Con el empleo de la bioingeniería, los cirujanos han conseguido ajustar al milímetro las prótesis a la fisonomía de la propia herida.

El desarrollo del método Astarfé, paso a paso. El desarrollo del método Astarfé, paso a paso.

El desarrollo del método Astarfé, paso a paso. / Fuente: Hospital Virgen del Rocío. Gráfico: Dpto. de Infografía

Para ello, una vez los cirujanos identifican el paciente, el primer paso en este proceso lo dan los ingenieros, que son los encargados de diseñar esa prótesis a medida. La metodología se inicia con la toma de imágenes de la herida del paciente de manera milimétrica mediante un bioescáner que, en este caso, es realizado por el ingeniero y profesor de la Escuela Superior de Ingeniería de Sevilla, Andrés Padillo. A continuación, esa fotografía tridimensional se pasa a un software y desde ahí va directamente a la impresora en 3D, de la que se extrae finalmente la prótesis totalmente personalizada para cada paciente. Una labor para la que se ha contado con la colaboración del ingeniero Francisco Calero. Todo, en un periodo de entre 24 y 48 horas.

"Lo que hemos hecho es aplicar a la medicina técnicas de ingeniería que se suelen emplear en la industria aeroespacial y de automoción basadas en diseños de superficies complejas y tecnologías de fabricaciones aditivas con el objetivo de poder tener prótesis customizadas a lo que serían la fístula del paciente en tiempo real", detalla el profesor de ingeniería Andrés Padillo.

Las prótesis implantadas se diseñan en forma de prisma y base hueca, atendiendo a las dimensiones exactas del área fistulosa con el fin de aislar la herida en cada caso. "El dispositivo se coloca a los pacientes incluyendo en su interior los orificios fistulosos y rodeándolo de un sistema de presión negativa que absorbe todos los líquidos con el objeto de acelerar la cicatrización de la herida para ostomizar la fístula, es decir, poder colocar una bolsa de ostomía donde caigan los restos y líquidos intestinales", afirma Virginia Durán.

La técnica permite, incluso, ir ajustando las prótesis a la evolución de las heridas hasta su cierre o control definitivo. "Estamos hablando de una herida cambiante que, una vez tratada, empieza a hacerse más pequeña con lo que la prótesis inicial deja de valer", explica Felipe Pareja. "Con esta técnica podemos volver a revaluarla con otro bioescáner y hacer así una nueva prótesis que se adapte a cada momento evolutivo de la recuperación del paciente paciente", completa el cirujano. Un procedimiento que se puede hacer con el paciente en planta, es decir, en la misma habitación donde está ingresado sin necesidad de pasar por quirófano.

De forma global, con este diseño personalizado de las prótesis, el paciente se beneficia en una reducción del número de curas y un menor tiempo en la cicatrización de la herida. La media de tiempo de la terapia ronda los 22 días y el periodo de hospitalización se ve también notablemente reducido. "Son pacientes que habitualmente están un año ingresados en el hospital con una patología complicadísima de la que un elevado porcentaje muere, pero que con esta técnica han conseguido salvar su vida y reducir varios meses su estancia en el hospital", apostilla la doctora Durán.

"Para lograr estos objetivos, es esencial el trabajo de un equipo multidisciplinar en el que además de cirujanos y los ingenieros, es igualmente importante la aportación de la enfermería de Cirugía y de otros servicios del hospital", ratifica el doctor Padillo. En este sentido este programa, de Abdomen Catastrófico, referente en Andalucía, cuenta con la participación de enfermería especializada en Práctica Avanzada en Ostomías, físicos, biólogos, fisioterapeutas, nutricionistas, digestivos o infectólogos por la gran complejidad de estos enfermos. A todos ellos se les suma el personal del equipo de Comunicación del hospital, inmerso en un proyecto informativo para hacer llegar al paciente y sus familiares de manera audiovisual toda la información que requiere en momentos muy delicados.

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