Curro y Joselito hacen el paseíllo
CURRO y Joselito están esperando que en diciembre el hermano que venga complete la terna para hacer el paseíllo. Son los hijos de Juan Ceferino Campos Vargas, 23 años, y Teresa García Campos, que el jueves cumple 21 y está embarazada de seis meses. "Nos conocimos en los Madriles", dice el marido, que se casó con ella cuando Teresa tenía 13 años. Sus hijos son dos de los 162 niños que censó debajo del puente, entre Sevilla y San Juan, Belén Zambrano, 23 años, cordobesa que estudia quinto de Periodismo y que ayer, con su hermana Alba, que empieza segundo de Ciencias Políticas, ayudaban al educador Jorge Morillo en la excursión a Isla Mágica con Curro y Joselito y este Cuéntame gitano que completan sus abuelos Juan y María, sus tíos Juan y Felisa, y su prima Ana, dormida en brazos de su madre.
Juan Ceferino Campos Vargas tiene risa de niño y tareas de hombre. A sus 24 años, es el verdadero patriarca de este grupo, el único con carné de conducir. "Ahora me he sacado el de camión". Su padre, Juan Campos, madrileño de Torrejón de Ardoz, cuida de sus nietos mientras el hijo aparca la furgoneta. Vivían en los Bermejales y participaron en aquel extraño remake municipal de Toma el dinero y corre.
"Como a los demás, el ayuntamiento nos dio siete millones de pesetas", cuenta Juan. "Muchos se compraron una vivienda en las Tres Mil, nosotros pagamos cuatro millones por una casita en San Juan de Aznalfarache. Estuvimos allí un par de años, pero vinieron y tiraron la casa porque no teníamos papeles. Estaban haciendo el Metro y decían que la casa estorbaba". Para que no olviden ese episodio, bajo el puente en el que malviven ven todos los días pasar el nuevo Metro que se estrenó el pasado 2 de abril. A su lado, el Jaguar de Isla Mágica es un gatito. Estos gitanos, las once familias que siguen en el llamado Camino Viejo de San Juan de Aznalfarache, se acuestan en el Iguazú y se levantan en el Anaconda.
Jorge Morillo ha batido todas las marcas desde que hace 25 años empezó su tarea de educador en la calle. "Nueve excursiones a la playa". Terminó agosto con esta visita a Isla Mágica, las primera de las dos actividades previstas fuera de la playa junto a un recorrido lúdico por la ruta de Camarón. En septiembre no para: sendos congresos en Madrid sobre gitanos y teología de la liberación -Morillo debe ser el único teólogo con el título de entrenador de fútbol- y una gestión ante el Atlético de Madrid. "Ya le hice saber al presidente atlético, el señor Cerezo, que el cardenal de Sevilla es muy del Atlético".
Este trianero que ha sido hermano de once cofradías y que ha hecho seis veces el camino de Santiago -tantas como Fátima, una de sus gemelas- es un tipo paradójico: se considera de izquierdas, pero dice que Izquierda Unida lo veta "porque el PP me facilitó un autobús para llevar a los gitanos a la playa". Es bético, pero admite que el Sevilla "colabora mucho más que el Betis".
María Vargas Jiménez, extremeña, la abuela de estos ceferinos, reza para que termine el verano cuanto antes. "Tenemos que ir por agua a las gasolineras". Se da un chapuzón con sus nietos y está en la gloria. Es la María Galiana de esta familia, de la cantera marginal en la que Pepa Gamboa ha descubierto a Rocío Montero, la gitana que llegó al Vacie desde Chapina, para encarnar a Bernarda Alba en el trabajo de Atalaya.
Los varones viven bajo el puente. Las tres hembras -Evarista, Juana, Aurora- tienen sus respectivos pisos en Los Verdes. "Sólo conocen las casas de sus tías", dice Juan Ceferino. "Pero tendría usted que ver la chabola. No le falta de nada. Pero no es lo mismo". Por la tarde, se incorporó otro grupo del Polígono Sur.
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