corpus 2012 La festividad litúrgica

Domingo de adoración al Santísimo

  • El Corpus Chico de Triana, que estuvo presidido por el arzobispo Asenjo, estrenó nuevo paso en el cortejo con San Francisco de Paula · La procesión de la Magdalena, marcada por su inconfundible clasicismo

La Magdalena y Triana son dos universos diferentes. Como lo son sus procesiones eucarísticas. Si al del arrabal se le llama Corpus Chico, al de la céntrica collación hay que llamarle indudablemente el Corpus Señorial, o el Corpus del Clasicismo. En Triana todo es más grande, más bullicioso, más popular, más rotundo, como la música de Farfán. En la Magdalena todo es más pausado, más medido, más delicado, como salido de una partitura del maestro Gámez Laserna.

El carácter a las procesiones se lo otorga la hermandad que la organiza. El de la Magdalena es sobrio. Solemne a más no poder. Clásico hasta decir basta. Así son las corporaciones que participan en este cortejo que permanece inalterable: la Sacramental, que es la organizadora, la Quinta Angustia, que participa con el Dulce Nombre de Jesús; el Calvario, el Amparo y Montserrat. Todo aquí es perfecto. Desde la fantástica cruz que abre paso, hasta las señoras que cantan tras la custodia.

La representación de la Quinta Angustia la inicia un nutrido tramo de niños y niñas. Todos cortados con el mismo patrón, pero que ponen el punto simpático y alegre frente a la sobriedad. Todo es sencillo. Muy natural en la Magdalena. De los balcones del barrio cuelgan sus vecinos los mejores mantones en este día tan singular. No hay muchos altares, se pueden contar con los dedos de una mano, pero son excepcionales. Una mención especial merece el que monta cada año Mariano Bellver en el patio de su casa de la Plaza del Museo. Majestuoso, simplemente. También hay que destacar el levantado este año por la Quinta Angustia en la puerta del coro de la parroquia con el Resucitado de Jerónimo Hernández. Todo un acierto.

La procesión discurre por calles estrechas y angostas a resguardo del sol: Bailén, San Roque, Pedro del Toro, Gravina... En la Plaza del Museo, el cortejo se mezcla con los turistas y los sevillanos que pasean por el mercado de arte que se organiza cada domingo. En la fachada del Bellas Artes una banderola anuncia la exposición escultórica Cuerpos de Dolor. Se puede visitar hasta el 16 de septiembre. Nadie debería perdérsela. En la pinacoteca ha estado expuesto durante dos meses el cuadro La Resurrección, del sevillano Bartolomé Esteban Murillo, un lienzo que perteneció a la Hermandad de la Expiración y que fue saqueado por las tropas francesas del mariscal Soult en 1810. Gracias al empeño de la corporación y a la colaboración de la Consejería de Cultura el cuadro ha regresado temporalmente al lugar del que nunca tenía que haber salido. En la capilla del Museo, una solitaria cruz de madera trata de llenar el hueco dejado por el Cristo de la Expiración, que se encuentra en el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) donde se les están practicando tareas de conservación.

El cortejo describe una U en la plaza. La Banda del Maestro Tejera, que acompaña al Niño de la Quinta Angustia, presta sus sones en este lugar a los otros dos pasos: la Inmaculada y la Custodia con el Santísimo. El Corpus Señorial regresa a la parroquia igual que salió a las nueve y media de la mañana. Derrochando clasicismo. A las 12:00, cuando comienza la entrada, Mariano Rajoy comparece en La Moncloa. Suena Pasa la Macarena. Mejor nos quedamos en el Compás de San Pablo.

El Corpus Chico de Triana ha tenido este año un invitado de excepción. El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, presidió la función en la Real Parroquia de Santa Ana, y luego la procesión tras la magnífica custodia. En Triana todo es diferente. Para empezar, el Corpus de chico no tiene nada. Por tener, tiene hasta más altares que el organizado por la Catedral de Sevilla: hasta 11 diseminados por todo el recorrido. Aquí también tienen sus premios. Este año se lo ha llevado el de María Auxiliadora, instalado en la calle Rodrigo de Triana.

Mucha gente acude cada año a ver el cortejo que este año estrenaba un nuevo paso: el de San Francisco de Paula. El párroco de Santa Ana, Eugenio Hernández, le pidió a la Hermandad de la Estrella que se hiciera cargo del mismo al ser uno de sus titulares. Las andas han sido cedidas por el Carmen del Santo Ángel. El gentío es importante, al igual que el calor y el sol. Aquí se nota más que en la Magdalena. La procesión es más luminosa, tiene fuerza y el sol cae a plomo por el Altozano o Pureza. La banda del Cristo de las Tres Caídas derrocha maestría tras el paso de la Inmaculada, aunque chirría bastante escuchar marchas de cornetas y tambores detrás de esta imagen mariana. No pasaría nada si este paso no llevara música. Alguno, con una mijita de guasa y mucha mala leche decía que la Virgen pedía a gritos un rescate...

La procesión está organizada por la Esperanza de Triana, que es la corporación sacramental. Eso se nota en el carácter y en las singularidades del cortejo, como sucede, de otro modo, en la Magdalena. El Señor de las Tres Caídas luce a los pies del altar de la Virgen de la Esperanza. La custodia entra en Pureza a los sones de Mater Mea. Con el Corpus de ayer se podría decir que Adolfo Vela se despidió como hermano mayor. El próximo día 25 hay elecciones y la mañana también sirvió para hacer campaña y captar algunos votos, que falta hace.

Además de los dos Corpus por excelencia del domingo, ayer se celebraron 15 procesiones más por todos los barrios. Desde La Barzola a los Bermejales, pasando Por Pío XII, Palmete o Nervión. Unas líneas merece el de la Hermandad de San Isidoro, que está adquiriendo una solemnidad importante y un sello característico, aunque la custodia pide a gritos una restauración.

También hubo celebraciones eucarísticas en tres conventos. En Santa Paula, tras la eucaristía, se rezó ante los tres altares instalados en el claustro. En San Leandro, el patio acogía otros cinco altares, uno de ellos presidido por una Pastora realizada recientemente por el joven escultor Juan Alberto Pérez Rojas. La procesión del Monasterio Cisterciense de San Clemente es toda una delicia, con su claustro adornado con dibujos hechos con flores y altares.

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