Novedad editorial
Nuevo libro del catedrático José León-Castro
Vinos
Un buen vermut, no uno de los muchos mediocres que proliferan en las barras hoy, es un catalizador ideal para celebrar la mayoría de edad. Y es lo que hacen el sevillano Jesús Barquín y el jerezano Eduardo Ojeda, las dos mitades de Equipo Navazos, esa disfrutona sociedad que ambos crearon en diciembre de 2005, hace 18 años, para rescatar y darle el merecido valor a esos preciados vinos que dormitan durante años y años en cascos de bodegas sanluqueñas, jerezanas o montillanas.
Lo que fue un juego entre dos enormes aficionados a los vinos tradicionales andaluces pronto se convirtió, por su aguda sensibilidad para embotellar joyas, en un fenómeno entre los círculos de iniciados. Hoy, Equipo Navazos se hace mayor de edad mientras sigue dando prestigio y lustre a las cartas de los mejores restaurantes españoles, no pocos de los mejores del mundo y las selectas tiendas gourmets.
“La Bota de…” es el nombre de pila de cada saca. En el apellido está el ADN: fino, fino en rama, fino amontillado, manzanilla en rama, pasada, oloroso, amontillado (como en el célebre relato de Edgar Allan Poe), palo cortado, pedro ximénez, viejo cream… Y de La Bota Nº1 de Amontillado de aquel diciembre de 2005, a La Bota Nº 122 de Vermut Rojo y La Bota Nº123 de Vermut Blanco Seco. En este festivo trayecto, también embotellaron gin, brandy, whisky. Pero no vermut.
Eduardo Ojeda, enólogo sin el que no se entendería lo que hoy es Valdespino, desentraña la semilla de la propuesta: “Hace tiempo que teníamos la idea de hacerlo. El perfil de ambos vermuts lo teníamos, pero los comerciales al principio no le veían el color, había ya mucho vermut en el mercado… Hasta que se dieron los hados para que tiraran para delante”.
Ya en Estados Unidos lanzaron un anticipo de vermut rojo que encontró eco en The New York Times. “Aunque nuestro afán trasciende de lo comercial, está claro que siempre es una gran noticia la respuesta del público y está funcionando muy bien”, reconoce Ojeda. “Nuestro rojo que acaba de salir es parecido a ese del mercado americano”. Se acaban de embotellar y repartir ambos vermuts y ya están en manos de los distribuidores las 5.000 botellas en total.
Jesús Barquín, que busca, rebusca y cata con su amigo y socio cuando le da margen su cátedra de Derecho Penal en la Universidad de Granada, define La Bota Nº 122 de Vermut Rojo: “Es, como todos los vermuts, un vino aromatizado. En este caso, el vino es un oloroso joven de noble origen jerezano que, merced a la maestría de Eduardo, se ha transformado en un vermut de sobrio dulzor y amargor elegante en el que destacan las notas cítricas”. “En una copa de vino, frío y con hielo, va genial. Agua muy bien”, añade Ojeda.
¿Y La Bota Nº 123 de Vermut Blanco? Ahí el enólogo jerezano abre una sonrisa muy franca: “¡Me hace vibrar! Tiene la base del fino y su alma, sin desmarcarse de lo que es un fino, tiene al mismo tiempo sequedad, amargor… Si el rojo es más estándar, el blanco es revolucionario”.
Y una revolución, pacífica y disfrutona pero revolución al cabo, es lo que ha hecho esta pareja de amigos desde que saltó la chispa, hace 18 años ya. Qué mejor que un brindis con un vermut excepcional para celebrarlo.
También te puede interesar
Lo último
Oro negro | Crítica de danza
El cuerpo como territorio
Zahir Ensemble | Crítica
Series y vientos clásicos
CONTENIDO OFRECIDO POR HABITAT
CONTENIDO PATROCINADO POR A MERCADORIA
Contenido ofrecido por Universidad Loyola
Contenido ofrecido por SIBARI REPUBLIC