"Escribí mi primera novela en la recepción de una academia de Inglés"

FUE jefa de compras de un negocio familiar de tiendas de ropa y es ganadera de cerdos ibéricos y ovejas, pero María Dolores García Muñiz, sevillana de la Puerta de la Carne, quiere abrirse paso como escritora.

-¿Cómo llegó a las tiendas?

-Cuando mi padre se hizo mayor. Un gran comerciante. En 1940 llevó a Morón una fábrica de textil catalán que dio más de setecientos puestos de trabajo con el nombre de Nualse (Nuevos Almacenes Sevillanos). Lo hicieron hijo predilecto de Morón y salió de Rey Mago. Muchas veces lo acompañaba y estuve más de 20 años a cargo del negocio. Cuatro tiendas en Morón, incluida una de regalos, una en Sevilla y otra en Dos Hermanas.

-¿En Sevilla dónde se instala?

-En la antigua finca de los Madrileños en la calle Francos.

-¿Por qué dejó las tiendas?

-Las vendí todas porque mis hijos se dedicaban a otras cosas y decidí deshacerme de unos negocios que fueron cayendo como fichas de dominó, uno detrás de otro afortunadamente.

-¿Dónde tiene los cerdos?

-En Paymogo, muy cerca de Santa Bárbara de Casa, el pueblo de mi madre. Muy cerca de la frontera con Portugal, en el Andévalo.

-¿El cerdo ibérico habla español o portugués?

-Hablan español. Es un negocio que me llegó por mi marido, que ya falleció, y hoy lo lleva mi hijo.

-¿A qué se dedican sus hijos?

-Inma es profesora de Traducción en la Pablo de Olavide. Irene es arquitecto y profesora en la Escuela de Arquitectura. Mari Carmen es decoradora y trabaja en C&A. Paco es asesor fiscal y lleva el negocio del campo.

-¿Había moda de la capital y de los pueblos?

-Si nos remontamos a años luz, había diferencias. Hoy visten igual en la ciudad y en los pueblos.

-¿Cuál era su cometido?

-Me dedicaba a comprar el género de las tiendas. Iba mucho a Madrid y a Barcelona. Barcelona era más industrial, allí compraba directamente de fábrica. Cuando iba a Madrid, a las seis y media de la tarde lo dejaba todo y me dedicaba a ver todo lo que pudiera de teatro. Obras con Daniel Dicenta, Amparo Rivelles, Ana Mariscal.

-¿Cuándo empieza a escribir?

-Yo no he jugado nunca con muñecas. Mi única distracción era tener un lápiz y una libreta a mano.

-Poesía y ganadería, como Fernando Villalón...

-Yo soy más de capital que de campo.

-¿Su primer poeta?

-Rubén Darío. Mis padres me regalaron un año, siendo una niña, los poemas infantiles de Rubén Darío, y creo que ahí nació mi vocación de escribir.

-¿Compatible con los negocios?

-Mi primera novela, Vidas entrelazadas, la escribí después de cerrar las tiendas. No me podía quedar ociosa. Una de mis hijas, Inma, abrió una academia de Inglés en Dos Hermanas. Yo me iba con ella y hacía trabajos de recepción. Con las notas que tomaba, con la gente que entraba a pedir información, fui escribiendo la novela.

-¿Su vida es entrelazada?

-Mi marido, Diego Mendoza, era gerente de Galerías San Sebastián y a su empresa pertenecía Almacenes Puente y Pellón, que patrocinaba el programa de radio de Rafael Santisteban Conozca usted a sus vecinos. Mi padre entró de jefe de compras de Galerías San Sebastián y encargado de Almacenes Puente y Pellón, donde conocí a mi marido. Pero nunca fuimos competidores. Dejó las tiendas y se dedicó a la crianza de cerdos.

-¿Qué prepara?

-Tengo siete poemarios inéditos y una novela empezada.

-¿Hay algo que le guste tanto como escribir?

-Viajar. Me gusta pasear las ciudades, llenarme de su espíritu. Me quedé con ganas de volver a Buenos Aires. Fui con Jorge, mi compañero, y llegamos en la furgoneta de los músicos al concierto de Serrat y Sabina en el estadio del Boca Juniors. Conocí Venecia con una de mis hijas. Y he vuelto con Jorge. Nos hemos prometido volver todos los años.

-¿Cómo conoció a su cómplice de viajes?

-Salió mi libro de poemas El humo del deseo. A quien lo iba a presentar, Carlos Hermoso, lo operaron de la cadera. Rosa García Perez, la editora de Jirones de Azul, me dijo que me buscaría un presentador. Era Jorge Prádanos. Lo conocí en la editorial. Y hasta hoy.