Universidad

La Escuela de Ingeniería de Sevilla. Medio siglo apostando por la excelencia

  • Se cumplen 50 años de la primera promoción de alumnos de un centro de referencia

  • La alta demanda que registra y los retos que afronta dejan pequeñas las actuales instalaciones

Rafael Ruiz, Francisco Rodríguez y Javier Aracil, tres nombres fundamentales en la historia de la ETSI.

Rafael Ruiz, Francisco Rodríguez y Javier Aracil, tres nombres fundamentales en la historia de la ETSI. / Juan Carlos Vázquez

Rafael Ruiz fue uno de los 250 alumnos con los que se puso en marcha la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Sevilla (ETSI). De esa promoción, fueron 47 los que obtuvieron el título en 1971. Medio siglo después este centro se ha convertido en un referente de excelencia académica no sólo en España, sino en toda Europa, como avala el número de egresados por curso (unos 700), las investigaciones que se llevan a cabo y, sobre todo, la exigencia que se aplica en los programas de estudio y las evaluaciones.

Una calidad en la que se percibe, como recuerda Ruiz, el espíritu del plan de Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), que asentó las bases de la escuela sevillana. “Fue un planteamiento modélico, pensado para soslayar las deficiencias de los planes que se venían aplicando en las escuelas de Madrid, Barcelona y Bilbao”, recuerda este antiguo alumno que acabó siendo profesor y catedrático del centro sevillano.

El Plan OCDE analizaba las necesidades de la industria en el sur de España. Sus propuestas se recogen en el denominado libro amarillo, compuesto por 300 páginas en las que se fijaban los objetivos de la escuela, sus principios pedagógicos, los programas de las asignaturas y los medios para llevar a cabo el plan. “El Plan Bolonia, comparado con la OCDE, es una pesadilla”, afirma Ruiz.

Rafael Ruiz, uno de los alumnos de la primera promoción de la ETSI. Rafael Ruiz, uno de los alumnos de la primera promoción de la ETSI.

Rafael Ruiz, uno de los alumnos de la primera promoción de la ETSI. / Juan Carlos Vázquez

Aquel plan que auspició la creación de la Escuela de Ingeniería sevillana sólo estuvo vigente diez años, hasta 1976. Cinco años antes el centro pasó a formar parte de la Universidad de Sevilla (US), ya que hasta entonces dependía del Ministerio de Industria.

Poco después llegaría otro gran hito en la historia del centro: la creación de la ACIA, la Asociación de Investigación y Cooperación Industrial de Andalucía, con la que se consolidaba uno de los fines para los que se creó esta escuela técnica, la transferencia de conocimiento al tejido productivo andaluz. “Cuando se puso en marcha fue muy cuestionada. Entonces esa relación entre universidad y empresa no estaba bien vista”, recuerda Francisco Rodríguez Rubio, actual director de la ETSI.

Las empresas de la ACIA facturan al año –según Rodríguez Rubio– unos 10 millones de euros. “En su época de mayor bonanza alcanzaba los 18 millones”, subraya el director de la Escuela de Ingeniería, que insiste en que el conocimiento transferido y los titulados que han salido de este centro han contribuido a consolidar compañías de referencia como Airbus y Abengoa. Además, muchos de sus proyectos de investigación han acabado convertidos en sólidas empresas, como es el caso de Ineco, un referente del sector; o Green Power Tech, ya asentada en el mercado extranjero. Son ejemplos de las spin off que se han generado en esta escuela. En los últimos años se ha creado una veintena, lo que constituye un claro indicador de la excelencia de este centro, cuyas instalaciones se encuentran, desde 1997, en la Isla de la Cartuja, en la que fuera Plaza de América durante la Expo.

Francisco Rodríguez Rubio, director de la Escuela de Ingeniería de Sevilla. Francisco Rodríguez Rubio, director de la Escuela de Ingeniería de Sevilla.

Francisco Rodríguez Rubio, director de la Escuela de Ingeniería de Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

Cuando se van a cumplir 25 años de aquel traslado de su sede primitiva (en el edificio que ocupa ahora la Facultad de Informática en el campus de Reina Mercedes), las instalaciones de la Cartuja empiezan a quedarse pequeñas para acoger a toda su comunidad universitaria. Cada día acuden a ese centro unas 7.000 personas (más de 6.000 son estudiantes), a lo que hay que sumar el espacio que requieren las investigaciones que se llevan a cabo, cada vez más numerosas. Una de las posibilidades que se baraja es ampliar la escuela en la franja de terreno que se encuentra frente por frente, para lo que ya se han puesto en contacto con la Consejería de Universidades que dirige Rogelio Velasco, al que el director de la ETS de Ingeniería agradece toda la atención prestada estos años.

Primera sede de la ETSI en el campus de Reina Mercedes. Primera sede de la ETSI en el campus de Reina Mercedes.

Primera sede de la ETSI en el campus de Reina Mercedes. / D. S.

Entre los proyectos más novedosos con los que colabora este centro se encuentra el programa eCity para modernizar el Parque Científico y Tecnológico de la Cartuja y los grupos de investigación con drones, hidrógeno verde y energía solar. “El cambio climático y la transformación energética constituyen dos de los retos más importantes que afronta esta escuela”, a la que su director denomina como el “buque insignia de la US”. “Somos el primer centro en investigación de la Universidad de Sevilla. Los autores más citados están aquí”, destaca Rodríguez Rubio.

Orla con los con los 47 alumnos de la primera promoción de Ingeniería. Orla con los con los 47 alumnos de la primera promoción de Ingeniería.

Orla con los con los 47 alumnos de la primera promoción de Ingeniería. / D. S.

El director confiesa que, a pesar de que la integración en la US es “buena”, le hubiera gustado formar parte de una universidad politécnica, como ocurre en Madrid, Barcelona y Valencia. “Hubo intentos, pero no llegaron a cuajar. En una institución con esas características nos entenderíamos mucho mejor”, asevera Rodríguez Rubio, quien incide en que el fin principal de los ingenieros es “resolver los problemas técnicos de la sociedad”.

Uno de los pilares principales que conllevan a que la ETSI sea un referente de la excelencia académica es el alto nivel de exigencia en las enseñanzas que se aplica en sus ocho grados, 11 másteres y siete dobles másteres. Al hilo de esta cuestión, Javier Aracil, quien fuera profesor de la primera promoción y uno de los fundadores de la escuela sevillana, menciona que en aquellos años de arranque se presentaba cada cierto tiempo una comisión del Plan OCDE para “inspeccionar” el funcionamiento del centro. “Siempre nos reñían por lo mucho que se suspendía a los estudiantes”, recuerda este catedrático emérito, que reconoce que la ETSI se ha salvado, al menos, de la bajada de la calidad que ha sufrido el resto de escuelas en España. “Sí le puedo afirmar que ahora los estudiantes buenos son mejores que los de antes y los malos, peores”, apostilla.

En este punto, Rafael Ruiz defiende que en los años en los que se fundó Ingeniería “se premiaba la cultura del esfuerzo y el trabajo, cualidades que han cambiado". A ello añade la proliferación de escuelas técnicas. “Hemos presenciado una creación desordenada de centros por todas partes, que no obedecía a intereses académicos, sino políticos. Esta saturación no se puede mantener, porque abrir una escuela con garantías de calidad es un proceso costoso”, manifiesta este profesor que dio clases durante años en Bilbao.

Javier Aracil, profesor de la primera promoción de alumnos de la ETSI. Javier Aracil, profesor de la primera promoción de alumnos de la ETSI.

Javier Aracil, profesor de la primera promoción de alumnos de la ETSI. / Juan Carlos Vázquez

Uno de los aspectos que también ha cambiado en este medio siglo es la valoración profesional del ingeniero. Aracil recuerda que en los años 70, cuando se terminaba la carrera, se tardaba poco tiempo en ocupar un cargo de alta gestión en una empresa. “Ahora esos puestos los cubren economistas y abogados, mientras que los ingenieros se encargan de trabajos técnicos concretos”, refiere. Respecto a la marcha de profesionales al extranjero, lo relaciona con una situación generalizada que viven todos los universitarios y con una visión “cada vez más global del mercado laboral”. “Antes las expectativas de trabajo se limitaban a Andalucía y, como mucho a España. Ahora la ETSI exporta ingenieros a todo el mundo”, añade Ruiz.

Una de las deudas que sí le gustaría solventar al actual director es la escasa presencia de alumnas en las ingenierías. “En la primera promoción no había ninguna. Ahora, al menos, representan un 25% del estudiantado, pero deben ser más. Además, las que tenemos son brillantes, con un expediente medio mucho mejor que el de los hombres”, afirma.