Sevilla cuenta con el Parque Científico y Tecnológico con mayor potencial y capacidad de crecimiento de España, con una actividad económica que roza los 3.000 millones de euros y con un total de 536 empresas. En su interior encontramos instituciones científicas del CSIC, centros universitarios, empresas de innovación y transformación digital nacionales e internacionales e incluso uno de los principales centros de investigación de la Comisión Europea con más de 400 trabajadores en su plantilla.

En torno a ese gran centro empresarial, tenemos un polo cultural que crece día a día con el Caixafórum, el Centro de Arte Contemporáneo, el Teatro Central, salas como Cartuja Center, grandes auditorios como el Rocío Jurado o el Pabellón de la Navegación. Y como complemento contamos con amplias zonas verdes y de esparcimiento como el Parque Magallanes y el Jardín Americano conectadas con un extenso paseo fluvial, y con todo un complejo de comercial y turístico como es Torre Sevilla.

Si hace 30 años, cuando la ciudad disfrutaba con esa gran exposición universal que llenó Sevilla de innovación y de cultura, nos hubieran preguntado en qué soñábamos que debía convertirse la isla de la Cartuja muchos hubiéramos descrito un escenario cómo el que tenemos en estos momentos.

Nos debemos sentir por tanto orgullosos como ciudad de nuestro pasado porque fuimos capaces de unirnos, en torno gran proyecto común como fue la Exposición Universal de 1992, con un balance indiscutiblemente exitoso. Y también debemos estar orgullosos de nuestro presente porque hemos sabido defender ese legado hasta configurar uno de los espacios más diversos, más completos, y con un mayor potencial España y de Europa. Y todo eso a sólo unos metros del corazón urbano de nuestra ciudad, el Casco Antiguo y el barrio de Triana.

Pero, sobre todo, en estos momentos, nos debemos sentir orgullosos, confiados e ilusionados con nuestro futuro. Con la isla de la Cartuja que estamos configurando entre instituciones, empresas, profesionales y toda la ciudadanía con una planificación estratégica que debe conseguir que el recinto que albergó la Exposición Universal logre ser reconocido dentro y fuera de nuestra ciudad. Que se consolide como una de nuestras principales señas de identidad.

El alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz.

En esta próxima década la isla que albergó la Expo del 92 va a convertirse en una referencia en la aplicación de técnicas innovadoras al reto de la sostenibilidad a través del proyecto eCity, de iniciativas financiadas con fondos europeos como Cartuja Qanat en la Avenida Thomas Alva Edison o de un modelo de construcción con los principios de la Nueva Bauhaus en la nueva sede de Centro Común de Investigaciones de la Comisión Europea en los suelos que albergaron el Pabellón de los Descubrimientos hace 30 años. Y, por supuesto, va a seguir creciendo como centro empresarial, de innovación, de investigación y de formación con nuevos proyectos públicos y privados que contribuyan aún más a su diversificación y posicionamiento. ¡Hay algún espacio mejor en todo nuestro país por ejemplo para ser sede de la Agencia Espacial Española!

Este año 2022 nos debe servir precisamente para reivindicar ese éxito colectivo con pasado, presente y futuro. Nos debe servir para reconocer que hemos conseguido transformar con un modelo de dinamización económica, social y cultural un recinto creado para una Exposición Universal como no ha conseguido prácticamente ninguna ciudad europea. Y, sobre todo, nos debe servir para alzar la voz con fuerza, confianza y contundencia en España y fuera de nuestras fronteras para decir que Sevilla está por encima de otras muchas ciudades en innovación, investigación, talento, dinamismo económico, capacidad de atraer inversiones de todos los sectores o actividad y equipamientos culturales.

Sintámonos orgullosos de lo que conseguimos en 1992, de lo que hemos logrado en estas tres décadas y de lo que estamos construyendo para los próximos años.