Santa Aurelia: Un Finisterre urbano entre el parque y la carretera
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Oxígeno. El Parque Amate es el decorado permanente de un barrio de cítrica nomenclatura y alturas desiguales. Con una parroquia en la que el cura hizo de arquitecto para que la Virgen de la Caridad no tuviera que salir por lástima
Están como en el patio de su casa. El patio de los naranjos. Esquina de las calles Satsuma y Clementinas. Las calles de esta zona del barrio de Santa Aurelia tienen nombres de naranjas: Mandarina, Cañadul, Cadenera, Clementinas. Satsuma es una ciudad del Japón, una cerámica japonesa y un acorazado de la Armada Imperial Japonesa, pero en el callejero está por ser una modalidad de la mandarina. Aquí vive un matrimonio que tuvo mellizas y le puso a una de ellas Noelia por la canción de Nino Bravo.
María lleva sesenta años viviendo en Federico Mayo Gayarre y muchos días se desplaza hasta Santa Aurelia para ver a sus hijos -y su nuera- y hablar con sus amigas. "¿Todavía está en la calle Santander el Sevilla?", pregunta María cuando oye el nombre del periódico. Están muy cerca del centro comercial y aprovechan la sombra. El lugar es estratégico, una síntesis de la propia barriada: a un lado se ve el Parque Amate, un verdadero pulmón, con el Camino de los Rosales Sevillanos; al otro, la Avenida de Andalucía, con la estructura metálica de las cocheras de Tussam que fueron cuartel de San Fernando. El parque y la carretera, el vergel y el tráfico, ¿el orto y el ocaso? Los dos mares de Santa Aurelia, como esos dos mares, el Atlántico y el Cantábrico, que en un Finisterre de bloques dan nombre a dos de las zonas residenciales, donde la Avenida Carlos Marx pasa a llamarse Amor.
Para ir a Santa Aurelia, a María no le sirve el Metro, con estación en Mayo Gayarre, porque lleva otra dirección. Es más práctico el autobús. Si coge el 5, oirá por megafonía: próxima parada, Carlos Marx Parque Amate. En marzo de 1983, en el centenario de la muerte del filósofo alemán, José Villa, entonces concejal del Partido Comunista, propuso rotular una calle de Sevilla con el nombre de Carlos Marx. El 5 tiene dos paradas en la calle que se llama como el pensador más influyente desde los tiempos de Platón y Aristóteles, que nació precisamente un 5 del 5 de 1818. En puertas del segundo centenario de tan histórico alumbramiento, todavía golpean las conciencias sus dotes de visionario: "Como el obrero ha sido degradado a la condición de máquina, la máquina puede oponérsele como competidor".
Ni Metro ni autobús. Carlos Marx, a quien le retiraron la nacionalidad alemana y le negaron la inglesa, suspendió unas oposiciones a escribiente de los ferrocarriles británicos por su defectuosa caligrafía. Por su mala letra, no tan mala como los garabatos del periodista. "Como esté apuntando todo lo que está mal en Sevilla, le van a faltar carpetas", le suelta un joven que se cruza en el paso de peatones con una señora que lleva un ventilador en la mano. El recambio climático.
La Campana y la Alameda están unidas por Amor de Dios. Amate y Santa Aurelia por Amor de Marx. Un guiño al amor que sentía el filósofo por su esposa, Jenny von Westphalen, con la que se casó en 1843, un año antes de conocer a Federico Engels. El 2 de mayo la ciudad honra a Daoiz y Velarde. El 1 de mayo, que da nombre a la estación de Metro y a la glorieta que abre paso al parque, al pulmón, evoca el día del Trabajo, al Velarde de Marx que fue Engels, el que le cubrió las espaldas en sus estrecheces económicas, en sus insomnios, sus desgracias familiares: los niños se le morían muy pequeños y si crecían, caso de Laura, se quitó la vida con su esposo, Paul Lafargue, autor de un libro titulado El derecho a la pereza.
Santa Aurelia tiene pista de tenis, un Roland Garros de barrio cuyos partidos se pueden ver desde La Prensa, nombre que Borja Rosa le dio a esta cafetería, baguettería y pizzería. Richard Ford le regaló al periodista deportivo el título de su novela y Borja los inmortaliza en la carta de las pizzas: Ocaña, Silva, Quintero, Pinilla, Liaño, Román, Santos, Espina, Fernández, Nieto, Posadas, Carew... "Son amigos míos", dice el dueño del local, sevillano de la cercana barriada de la Negrilla, que tiene en el menú incluso un Perrito Prensa para revertir el axioma de que perro no come carne de perro.
Victoria Rubio lleva 29 años viviendo en Santa Aurelia. Casada con un militar, vino de Ceuta hace medio siglo y primero vivió en el Tiro de Línea. Va todos los días a la parroquia del barrio, San Lucas, el evangelista que pasaba por ser el médico de Dios. Este fin de semana ha habido verbena para celebrar el final del ciclo parroquial. Muy cerca de la avenida Carlos Marx, que dijo de la religión que era "el corazón de un mundo sin corazón". El párroco trabaja por las mañanas en el Palacio Arzobispal. Se llama Manuel Vázquez Lombo y es hermano del cantante Manuel Lombo. Victoria y su amiga Pepita hablan maravillas del sacerdote. "Ha hecho el presbiterio y una puerta de la iglesia nueva, porque antes la Virgen de la Caridad tenía que salir del patio". Ahora conviven las dos arquitecturas, la del ladrillo antiguo y la más nueva con colores más canónicos, una estética de cura obrero con otra de triduo y besamanos.
La calle Amor abraza a la barriada de Santa Aurelia desde el parque hasta la carretera, para que no le traumatice el contraste. En la calle Satsuma hay una farmacia con la palabra Alergia escrita con grandes caracteres; unos soportales con un centro comercial. "¿Las sandías son de Marruecos?" "No señora, que ya son de aquí". Hay barriadas-satélite: La Romería, La Rosaleda. El año que murió Marx se construyó el primer rascacielos de Chicago. Abundan en Santa Aurelia las altas construcciones, a diferencia de las viviendas unifamiliares de la barriada Jesús, José y María.
María vuelve casi todos los días para ver a sus "aurelianos". El barrio no tiene Corte Inglés, pero honra en el callejero la memoria de Ramón Areces, el creador de ese imperio comercial. Hay una parada de un Bibliobus Municipal que va de Amate a La Juncal. Este año se cumplen cuarenta años de la muerte de otro Marx, Groucho, inmortalizado con una discoteca cerca del Postigo y con el nombre de una de sus películas en las inmediaciones de la Alfalfa.
Puerta Triana-Santa Aurelia, se lee en el itinerario del 5, línea de Tussam que hace ciudad llevando pueblo, currantes. El nombre castizo de los proletarios. Marx se baja en Amate. Amor.
La ciudad tras el torno giratorio de la Gran Plaza
Santa Aurelia está bien dotada de transportes públicos. El 22 pasa por la Avenida de Andalucía en dirección a Torreblanca. El 5 sí entra por la barriada, en paralelo al perímetro del Parque Amate, que junto a los del Alamillo y Guadaíra son el complemente perfecto del parque de María Luisa. Un pulmón impresionante de la ciudad que da oxígeno a una serie de barrios: además de Santa Aurelia, Amate, Juan XXIII y Rochelambert. Toda la ciudad que se ofrece tras el torno urbanístico de la Gran Plaza. Está bien surtida de carriles-bici tanto en el interior como en la zona que da a la Avenida de Andalucía. En Santa Aurelia impera más la transversalidad que el esquema pombaliano de paralelas y perpendiculares. Dada la cercanía de las cocheras de Tussam, hay una zona donde residen conductores de autobuses urbanos. Santa Aurelia da nombre a un Instituto de Educación Secundaria pegado al Parque Amate. El santoral reserva para el 15 de octubre la celebración del día de Santa Aurelia, aunque hubo una del siglo V y otra más documentada del siglo X, hija de Hugo Capeto, de quien se dice que se vistió de hombre para huir la misma noche de bodas de un matrimonio concertado y de conveniencias. En Carlos Marx hay un Bodegón El Trabuco y una cervecería La Rubia.
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