Calle rioja

Con la Giralda por testigo

  • Laguna. La exposición sobre Borges de la Fundación Cajasol no hace ninguna referencia a su participación en un seminario de Literatura Fantástica en Sevilla en septiembre de 1984.

EXPERTO en las literaturas norteamericana, escandinava, germánica, incluso dictó una conferencia sobre la literatura gauchesca, la verdadera especialidad de Jorge Luis Borges, convertida en género literario, fue la literatura fantástica. Así lo acredita en la exposición Borges Infinito (Fundación Cajasol) la publicación en 1940 de una Antología de la Literatura Fantástica. Una selección de textos realizada por Borges, Silvia Ocampo y Adolfo Bioy Casares en la que figuran autores de su santoral como Cocteau, Chesterton, Poe, Papini, Lugones, Joyce, Kafka, Kipling o Ramón Gómez de la Serna.

Casi medio siglo después, entre el 24 y el 28 de septiembre de 1984, se celebró en Sevilla un Seminario de Literatura Fantástica en el que participaron, entre otros, Italo Calvino, Gonzalo Torrente Ballester y el propio Borges y de cuyas jornadas da cuenta en esta misma página uno de sus protagonistas. Esa visita de Borges a Sevilla no figura en la exposición, no forma parte de Atlas, por remitirme al título de libro que Borges escribió sobre los lugares que vio a través de los ojos de María Kodama.

La década de los ochenta fue muy fértil en las relaciones de Borges con España. En 1979 recibe el premio Cervantes, compartido con el poeta Gerardo Diego. Ni le dieron el Nobel ni tampoco pudo disfrutar del Cervantes en exclusiva, aunque el poeta del 27 era buen amigo suyo y le acompaña en una de las fotografías. En 1980 vino a España a recoger el galardón y ese mismo año coincide, como consta en otra fotografía, con Juan Carlos Onetti en Barcelona. El vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra y el ministro de Educación José María Maravall presiden en Santander en agosto de 1983 la entrega de la Gran Cruz de Alfonso X al escritor argentino, un honor que conlleva el tratamiento de Su Excelencia y la entrada gratuita en los museos, archivos y bibliotecas de España, como consta en la crónica de un diario argentino.

Borges llegó al aeropuerto de San Pablo el 25 de septiembre de 1984. Le acompañaban María Kodama y Jacobo Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, responsable de la editorial Siruela que organizó el Seminario dentro de los cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Estuvo amable con la prensa, habló de Cansinos-Asséns.

El primer encuentro con Borges tuvo lugar en el hospital de los Venerables. No eludió ninguna pregunta. A mi lado estaba con su libreta el periodista y sacerdote José María Javierre. Ni el cura ni el escritor imaginaban que tres décadas después gobernaría en el Vaticano un papa argentino. Probablemente, Bergoglio, buen lector de Borges, conocerá una de las obras que figuran en la exposición, Filípica a los Católicos, de Giovanni Papini.

Borges no lo dudó ni un instante cuando le dieron a elegir entre un recital de sonetos de Shakespeare a cargo de Agustín García Calvo en el Lope de Vega y una noche de flamenco en la plaza del Lucero. Se apuntó al flamenco, con el asesoramiento de Carmen Romero, entonces esposa del presidente del Gobierno.

Se alojó en el hotel Doña María donde Juantxu Rodríguez captó ese juego de bastones con Gonzalo Torrente Ballester. Llegó a la plaza Virgen de los Reyes en coche de caballos. El cochero, sorprendido por la expectación -póngase la palabra en 1984-, dijo que no era el primer famoso que había llevado. Entre su clientela habían figurado Lola Flores "y Felipito Tacatún". Nombre artístico de un compatriota de Borges cuyo verdadero nombre era el de Joe Rigoli.

El año que Borges vino a Sevilla le dieron el premio Cervantes a Ernesto Sabato. La relación entre los dos está muy bien documentada en la exposición. Este Borges no estuvo en Sevilla, pero sí en Granada, donde en 1976 firma el poema Alhambra: "Vano el alfanje / ante las largas lanzas de los muchos, / vano ser el mejor". El 26 de septiembre de 1984 Francisco Rivera Paquirri era cogido mortalmente en la plaza de toros de Pozoblanco, trágico lance que impresionó a Italo Calvino. Borges murió el 14 de junio de 1986, en pleno Mundial de México que ganó Argentina.

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