De Guerra a Melado, la quinta del 40

Calle Rioja

Estirpe. De la misma generación de Rojas-Marcos, Saborido o Benito Moreno, dos béticos presentan sendos libros: el de Guerra es muy serio y el de Melado provoca la sonrisa

De izquierda a derecha, Ymelda Navajo, María Elvira Roca, Alfonso Guerra, Susana Díaz y Fernando Rodríguez Villalobos.
De izquierda a derecha, Ymelda Navajo, María Elvira Roca, Alfonso Guerra, Susana Díaz y Fernando Rodríguez Villalobos. / José Manuel Vidal / Efe

LOS 40 Principales en primera persona. Dos sevillanos de 1940 presentan esta semana sendos libros. El martes lo hizo en la Casa de la Provincia Alfonso Guerra en plan Pedro Almodóvar. Su España en la que creo (La Esfera de los Libros), credo de socialista coherente, contó con tres presentadoras de postín, sin menoscabo de la presencia de Fernando Rodríguez Villalobos, presidente de la Diputación Provincial que tuvo su sede en este edificio de la plaza del Triunfo. Glosaron la obra de Guerra Ymelda Navajo, la editora; María Elvira Roca Barea, que alguna vez ha dicho que siempre estará en deuda con Guerra por la promoción, bien merecida, que éste hizo de su libro Imperiofobia y leyenda negra. Este triángulo isósceles de mujeres se completaba con Susana Díaz, que en su época de presidenta de la Junta le entregó en la gala del 28-F de 2018 una de las medallas de Andalucía a la profesora Roca Barea.

Mañana, en el Círculo Mercantil de Sierpes, Manuel Melado, de la misma generación de Alfonso Guerra, presenta su último libro, La sonrisa en el bolsillo (Samarcanda). Tiene registradas más de trescientas canciones en la Sociedad General de Autores, incluidas algunas de las sevillanas más populares. Además fue speaker del Betis. El soniquete que le dedicaba a Joaquín, reclamo en la biografía, la finta y el sprint, pareció hacerlo suyo el ex administrador del futbolista portuense que le ha birlado una buena cantidad de dinero. Novelista, pregonero, el verdadero oficio de Melado es el de peluquero. Puede que sea una de las claves de su longevidad. El barbero fue uno de los 18 supervivientes que regresaron a Sanlúcar y Sevilla después de dar la primera vuelta al mundo entre 1519 y 1522.

Guerra y Melado son de la misma quinta de Alejandro Rojas-Marcos, Eduardo Saborido o Rogelio Reyes Cano. También pertenecían a esta cosecha dos tipos irrepetibles, Benito Moreno, pintor y cantautor, hermano del Silencio, y Carlos Álvarez-Nóvoa, que el mismo año que recibió el Goya al actor revelación, ya sexagenario, por su papel en Solas de Benito Zambrano, le daba a este periodista, sentado en el banco de Oviedo de la plaza de España y de Aníbal González, una de las claves de la longevidad de su generación: “El año de gracia de 1940 dio lugar a una potente generación porque los maridos volvían de la guerra con muchas ganas de estar con sus mujeres”.

Guillermo Reguera, de la librería del mismo apellido, una de las históricas de la ciudad, hizo doblete el pasado martes. Llevó al Círculo de Labradores ejemplares del libro Mis leyendas de Sevilla. Historias y leyendas sevillanas contadas a los niños (Alfar), de Teresa Guzmán e Isa López Blanco, que presentaron Antonio Bustos, director del Curso de Temas Sevillanos, y el historiador José Antonio Ortega. De la calle Pedro Caravaca se trasladó hasta la Casa de la Provincia para vender libros de Alfonso Guerra. Al fin y al cabo, es un colega de los tiempos en que el ex vicepresidente del Gobierno fue librero en la librería Antonio Machado. Hace unos días Guerra, acompañado por Carmen Reina, se presentaron en la librería Reguera, de los hermanos Julio y Guillermo, entre Santa Catalina y El Tremendo, para anunciarles la buena nueva del nuevo libro. Un constitucionalista del año 40 defendiendo los 40 años de la Carta Magna. El librero Reguera estuvo encantado de colaborar en la venta de libros del librero Guerra, el socialista que estuvo en Suresnes en octubre de 1974, el mes y el año que nació Susana Díaz, que ya no está para historias y leyendas.

De Guerra a Melado. Dos del 40. Quinta del biberón. El barbero fue testigo del rodaje de Lawrence de Arabia en la plaza de España y presentó a Fernando Quiñones en el pregón del verdeo de Arahal, meca de las aceitunas.

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