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Hellín y la patria de Azorín

  • Pasión en San Luis. Su tío, pintor, le inculcó la vocación de la imaginería. Fernando Aguado, artista y cofrade, se prodiga en encargos levantinos: Aspe, Elche, Monóvar

Ados pasos de su estudio, una placa recuerda que allí vivió Francisco Antonio Ruiz Gijón, autor del Cristo del Cachorro. "Ésta es la calle de los escultores". A Fernando Aguado por su primera comunión le regalaron una caja de óleos. Su paso por la Universidad fue meteórico: un trimestre en la Facultad de Derecho. "Me hacía ilusión pasar por la Fábrica de Tabacos y me mandaron a las caracolas". Tal vez como desagravio, dejó la carrera y entró en Bellas Artes. La culpa fue de su tío, el pintor Juan Luis Aguado, el hermano más pequeño de su padre. El sobrino encarna a San Juan en el fresco de los apóstoles que su tío está haciendo, un grupo pictórico en el que contó con el actor Carlos Álvarez-Nóvoa para San Pablo.

Fernando Aguado nació el sábado de Feria de 1979. Su madre, Ángeles, estaba bailando sevillanas "y le dio un retortijón; nací prematuro". Su abuelo Fernando vino de Valladolid y era empresario de espectáculos. "Es el que trae a Lola Flores al teatro San Fernando". Amigo Vallejo fue a cenar a su casa en 1983, meses después de tomar posesión como arzobispo. "Yo tenía cuatro años, estaba viendo los dibujitos de D'Artacan y cuando lo vi entrar con su vestimenta le dije: 'Buenas noches, cardenal Richelieu".

Sus padres se conocieron en la Lanzada. Su abuelo materno murió de un derrame cerebral cuando acompañaba a su nieto a una conferencia de Miñarro sobre la Mortaja. El primer estudio lo tuvo en casa de su abuelo Pepe, que murió en 1999 y el funeral se celebró en la parroquia de San José Obrero, barrio del Fontanal, para la que Fernando haría en 2004 su primera obra de imaginero.

Alineados en una estantería del taller aparecen bustos acabados o en proceso de remate y finalización susceptibles de redondear un pepplum bíblico de John Huston o Dino de Laurentis: allí están Longinos, Pilatos, San José de Arimatea, Nicodemo, María Salomé. Preside la estancia la imagen de un Cristo para el Descendimiento de Hellín, localidad de la provincia de Albacete cuya Semana Santa está declarada de interés turístico internacional.

De los once meses a los cinco años salió de nazareno con los Gitanos; de los seis años a los 28 con el Silencio. Se hizo de la Macarena cuando esta hermandad le encargó la restauración del Misterio. "Yo he tenido a Pilatos en mi casa". Es costalero de la Amargura y del Cautivo de Santa Genoveva, fue monaguillo en la Lanzada y el mismo año que se matriculó en Derecho tocó la corneta en la banda del Sol.

En su agenda hay tres encargos para hermandades de la provincia de Alicante: Monóvar, la patria chica de Azorín, Elche y Aspe, población próxima a la capital. "En Aspe salieron con costaleros, al estilo San Benito. Llevé a la banda de María Magdalena de Arahal. Aquello parecía San Julián un Domingo de Ramos".

Un centurión romano para una hermandad de Jerez está inspirado en Rafael Cuesta, banderillero de Morante de la Puebla. Al torero le ha diseñado trajes y le pintó un capote de paseo. El Cristo de Hellín, en madera de cedro, está rodeado de Cautivos y Dolorosas sevillanos. "Hago una simbiosis entre las escuelas andaluza y castellana". "Somos eclécticos. Nos gusta todo lo bueno", dice su tío.

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