Instrucciones de uso para ser duque de Alba
calle rioja
Se presenta en el palacio de Dueñas la biografía de Luis Martínez de Irujo, primer esposo de Cayetana de Alba y padre de sus seis hijos, obra del historiador José Miguel Hernández Barral
Aunque finalmente descartó hacer la biografía del padre de Cayetana de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart, para acometer la de su primer esposo, Luis Martínez de Irujo, el historiador José Miguel Hernández Barral (Madrid, 1982), profesor de Historia Contemporánea, eligió una frase del primero para el subtítulo del libro. Ayer, en el Apeadero de un Palacio de Dueñas abarrotado de turistas, con el catedrático de Historia Moderna Enrique Soria como maestro de ceremonias, presentó su libro Luis Martínez de Irujo. El peso de la sombra (La esfera de los libros).
"Inicialmente pensé en otros dos subtítulos, El duque equilibrista, porque era un hombre que estaba en todas partes, o El duque discreto, ya que un duque extravagante no podría haberse casado con Cayetana". Finalmente eligió El peso de la sombra. Una frase de puño y letra del padre de la duquesa de Alba que el autor del libro encontró en las fotocopias de unas Instrucciones de uso para ser duque de Alba. Hernández Barral está especializado en élites sociales y Grandes de España. Su tesis doctoral se la dirigió el profesor Juan Pablo Fusi.
En puertas de la Feria que tanto le gustaba a la propietaria del Palacio, con este libro su esposo deja de ser un simple consorte, un figurante de la aristocracia. "Fue un personaje muy relevante, que estuvo en la sombra por su relación con una personalidad tan fuerte como la de Cayetana", en palabras de Enrique Soria.
Luis Martínez de Irujo (1919-1972) nació en Madrid y murió en Houston, Estados Unidos, con 52 años. El 12 de octubre de 1947 contrajo matrimonio en la Catedral de Sevilla con Cayetana de Alba, hija única de Jacobo Fitz-James Stuart, ministro con Primo de Rivera, embajador de la España de Franco en Inglaterra, y de María del Rosario de Silva. Esa boda fue el gran acontecimiento que vivió Sevilla ese año, el de la visita de Evita Perón. El de la cogida mortal de Manolete en Linares, de quien hay un retrato impresionante en la Casa-Museo en que se ha convertido el Palacio de Dueñas.
La boda de Luis y Cayetana es uno de los nexos con Sevilla del protagonista del libro de Hernández Barral. Un enlace matrimonial que fue un acontecimiento en la ciudad, rescoldos de la posguerra, ocho años después del final de la guerra. Una boda en la que no hubo ninguna representación del régimen de Franco. "Tampoco ninguna de las amistades de los duques en el extranjero. España se veía como el último residuo del fascismo".
En los años cincuenta, la casa de Alba empieza a recibir ofertas por sus propiedades agrarias de la provincia de Sevilla, "pero el duque se resistió a venderlas". Otro vínculo con la patria adoptiva de su esposa, de quien se podría decir parafraseando a Blanco White que siempre tuvo una visión de España "más sevillana que andaluza". En los años sesenta, Luis Martínez de Irujo empieza a tratar a personas cuyo predicamento influyó en algunas de sus decisiones.
Luis Alarcón de la Lastra le pone al corriente de los cambios que está experimentando el campo. Y Martínez de Irujo no hace oídos sordos. "Introduce beneficios sociales en las fincas, todo el tema de seguros, convenios colectivos, consiguiendo el reconocimiento de empresa ejemplar". Otro amigo, Joaquín Carlos López Lozano, le convence para que dé pasos en el mecenazgo "y pone los cimientos de lo que será la Fundación Cultural de la Casa de Alba". Que nace tres años después de su muerte.
Junto a la boda con Cayetana, el nexo más vistoso de este aristócrata con Sevilla ocurrirá en 1966. Ese año visitan la Feria de Abril, con escalas en Dueñas, Jacqueline Kennedy y Grace Kelly. En una España ni monárquica ni republicana, la única realeza que se asoma es la de Hollywood. Cayetana de Alba era la referencia fundamental de la vida social en España. "Ese papel lo podría haber tenido la hija de Franco, por ejemplo", dice Hernández Barral.
A un año del décimo aniversario de su muerte, Cayetana de Alba (1926-2014) cuenta en las librerías con sendos libros sobre los dos hombres más importantes de su vida, una biografía de su padre, Jacobo. El duque de Alba en la España de su tiempo, obra de Enrique García Hernán, y otra de su primer esposo y padre de sus seis hijos: Carlos, Alfonso, Jacobo, Fernando, Cayetana y María Eugenia. Carlos, el primogénito, actual duque de Alba, es quien le propuso escribir la biografía de su padre a Hernández Barral. "Acepté siempre que fuera un ensayo historiográfico. En los archivos de la Casa de Alba he encontrado todo tipo de facilidades. Más que una familia, funcionan como una empresa o un ministerio".
Uno de sus empeños como historiador era refutar la tesis de que la aristocracia formaba parte de unos grupos sociales "superados o desplazados por la historia". La Casa de Alba contradice todos esos tópicos. "Luis Martínez de Irujo la puso al día para continuar, para pervivir, para perpetuarse pero no en el sentido negativo de la palabra. En su caso no hay comparación posible con El Gatopardo", dice de la novela de Lampedusa que llevó al cine Visconti. "Aquí no hay ningún Alain Delon que le diga a Burt Lancaster que hace falta que algo cambie para que todo siga igual. Ni todo ha cambiado tanto ni nada sigue igual".
El biógrafo de Luis Martínez de Irujo es profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología. Estudioso de las élites sociales, publicó un trabajo sobre su capacidad de adaptación en el periodo 1914-1931, entre el final de la Restauración y la II República, y en la actualidad investiga la nueva burguesía emergente en la Cuba de finales del siglo XIX. No hizo la biografía del padre de Cayetana, pero le tomó el subtítulo. Un duque que muere en 1953, el mismo año que coronan a Isabel II de Inglaterra y la dan el Nobel de Literatura a Winston Churchill.
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