Isaac García Guerrero | Los Invisibles

“Nunca confesé a Paz Vega, se ve que no ha habido necesidad”

  • Como director de la escuela de Teatro de Padres Blancos, donde dirigió más de doscientas obras, le dio la primera oportunidad a la trianera de Hollywood

El sacerdote Isaac García Guerrero, en su vivienda junto a la parroquia de San Marcos.

El sacerdote Isaac García Guerrero, en su vivienda junto a la parroquia de San Marcos. / José Ángel García

EL público que llenaba el teatro Lope de Vega rompió a aplaudir cuando la actriz Paz Vega, al recibir el premio del Festival de Cine Europeo de Sevilla, pronunció el nombre de quien la descubrió como actriz, el sacerdote Isaac García Guerrero (Arenillas del río Pisuerga, Burgos, 1947).

–¿Qué sintió en ese momento?

–Me hizo mucha ilusión. Ella me había invitado y yo le dije que si me encontraba bien físicamente allí estaría. Al llegar al teatro, los primeros a los que vi fue a Antonio Dechent y Manolo Caro, que estrenaban la película Jaulas. Los dos pasaron por la Escuela de Teatro de los Padres Blancos.

–¿Cómo descubre a Paz Vega?

–Ella tenía 16 años y estudiaba en el colegio Santa Ana. Un día se presentó en mi despacho. Era octubre o noviembre y le dije que los grupos ya estaban hechos, pero que viniera el sábado. La puse en contacto con el monitor del grupo, Víctor Carretero, del grupo Síndrome Clown.

–¿Cuál fue su primera obra?

–La venganza de don Mendo, de Muñoz Seca. O Se vuelven a llevar las guerras largas.

–¿Ya se le veían maneras?

–Desde el principio. De hecho, muy pronto decide irse a Madrid. Su madre vino para pedirme consejo. Era muy joven, no había terminado los estudios y lo de Madrid era un aventurón. Pero lo superó con muy buena nota.

–Dice mucho que alguien llegue tan lejos y recuerde sus inicios...

–Retrata su dimensión humana. Cuando me dieron un homenaje en el Lope de Vega en 2011, Paz ya estaba viviendo en Estados Unidos y se presentó. Fue una sorpresa muy agradable.

–¿Y a usted quién le descubre?

–Me ordené sacerdote en Sevilla, ya venía como religioso. Me ordenó Rafael Torija de la Fuente, que después fue obispo de Ciudad Real. Habíamos coincidido en el seminario de El Escorial.

–¿Pidió usted Sevilla?

–Yo fui donde me mandaron. Lo asumí con total normalidad. La ciudad sólo la conocía de paso de ir a los campamentos de Mazagón. Aquí, junto a mi carrera eclesiástica, después de acabar Teología, empecé mi carrera civil, Filología Moderna.

–¿Por ahí le entra el gusanillo del teatro?

–No tuvo nada que ver. Es algo que me surgió de niño en el colegio en Miranda de Ebro y después seguí en El Escorial. Cuando llegué a los Padres Blancos, fundé el grupo de teatro, que no existía.

–¿Cuántas obras ha dirigido?

–Más de doscientas. Las más repetidas, Jesucristo Superstar, Godspell, Cyrano de Bergerac, el Don Juan Tenorio, que la hemos llevado al barrio de Santa Cruz. A Shakespeare no lo hicimos nunca por respeto. Ni a Lope o Calderón de la Barca.

–Otro de sus pupilos es José Luis Losa, que dirigió la obra de Poncio Pilatos...

–Lo interpretaba otro de los actores de la escuela, Fernando Fabiani, actor, director, escritor y mi médico de cabecera. Ha escrito un libro con el anecdotario de sus guardias como médico.

–¿Cómo va esa obra de su vida?

–Ahí voy, luchando día a día por mi salud contra la enfermedad.

–En el despacho parroquial hay un piano...

–Yo tocaba la bandurria en la rondalla de mi pueblo.

–¿Curan gestos como el de Paz Vega?

–¡Hombre! Es una inyección de moral, como cuando me paran la Hiniesta para que rece con ellos.

–Burgos es la provincia que más misioneros ha dado.

–Sevilla es mi primera y gran misión. Todo un descubrimiento con una riqueza inacabable que está todavía por explotar. Sevilla y sus sevillanos, evidentemente.

–¿Ha hablado con Paz Vega de asuntos de fe?

–En alguna entrevista cuando yo dirigía la revista 21. Nuestra relación no es de darle homilías.

–Va a trabajar en el nuevo ‘Rambo’.

–Me lo dijo su madre. Por lo visto, la llamaron para algún Rambo anterior pero no pudo porque estaba embarazada.

–¿Sigue siendo Hollywood la nueva Babilonia?

–Esos son adjetivos gruesos y titulares de periodistas.

-¿La confesó alguna vez?

–No. Se ve que no ha habido mucha necesidad. No hemos llegado a esos límites, a esos extremos. Sí hemos hablado de asuntos muy delicados y muy íntimos. Tiene una familia estupenda. A Orson, su marido, lo he saludado.

–¿Su personaje favorito?

–El Chuti de Don Juan Tenorio.

-¿Dejó el teatro?

–En 1996 dejé la escuela de teatro de San José y empecé en la parroquia de San Marcos. Todos los años hacíamos el Cuento de Navidad, de Dickens, aprovechando las alturas de la iglesia. Tiene mérito hacerlo con niños y jóvenes sin experiencia.

–¿En qué ambiente creció?

–Mi padre era herrero, alguacil y sacristán. Era de todo en el pueblo. Y mi madre llevaba la casa y cuando se quedó viuda el campo.

–¿Bético o sevillista?

–Del Burgos.

–El Pisuerga pasa por su pueblo...

–Pasa lejos, salvo cuando se desboca por las nieves o la lluvia.

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