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Sevilla

Milagro entre los escombros

  • La aparición de una imagen mariana en la remodelación de un inmueble deviene en grupo de devotos · En una hornacina portátil, la Virgen va de casa en casa recaudando fondos para una bolsa de caridad

Han invertido el precepto evangélico para ver la viga en el ojo ajeno. La imagen diminuta de una Virgen románica, fernandina, de sonrisa maternal y el niño en su regazo, ha propiciado una doble historia de amistad y generosidad. Presentó sus credenciales en forma de milagro. Tras un tortuoso pleito con los herederos de una casa del barrio de San Lorenzo y ocho años de expediente de dominio, el nuevo propietario procedió a la remodelación del edificio para acoger el estudio de una compañía de danzas.

Las obras se iniciaron en 1995. Un doble proceso de derribar paredes y cuidar muros y medianeras. En ese difícil equilibrio, tres obreros y el capataz, de Torreblanca, se vieron sorprendidos por un estruendo y una lluvia de cal y polvo. El antiguo castillete de la azotea se cayó y no atrapó a los albañiles de milagro. Entre los escombros, vieron un objeto brillante. Lo limpiaron y se trataba de la imagen de una Virgen. Le pusieron una vela y la colocaron en una hornacina mientras concluían la obra.

El nuevo propietario llegó y la hornacina se hizo estable. A esta Virgen se encomendaban cada vez que la Compañía de Danzas Ciudad de Sevilla fundada en 1979 por Joaquín Ruiz emprendía viajes artísticos por el mundo entero, desde Japón a Australia, desde Israel a Canadá. Aunque la agrupación artística concluyó en 2004, el barrio acogió a la imagen, bautizada por el nuevo propietario de la casa como la Virgen de la Viga. El 2 de mayo del año pasado vino un sacerdote de Villanueva del Ariscal, José Silva Sierra, para bendecirla. Ayer se reunieron para conmemorarlo.

A la Virgen de la Viga se le hizo una hornacina portátil, una capillita itinerante que ha recorrido muchas casas del barrio, requerida por quien la necesite -una enfermedad, unas oposiciones, simple devoción-, y que incluso se ha desplazado a otros barrios de la ciudad y ha estado en Córdoba, Dos Hermanas y Sanlúcar de Barrameda.

En el grupo hay profesores, militares, arquitectos, funcionarios, jubilados, parados. De madrina ejerce Lucía Sillero (Sevilla, 1955), que fue a su bendición con mantilla negra y se encomienda a esta Virgen para que les vaya de perlas a sus dos hijos, Elías, analista matemático en Mönchengladbach (Alemania), donde Gordillo marcó un histórico gol con el Madrid, y Juan, que hace un máster de Acuicultura en Rio Grande do Sul, Brasil.

Ya existían como peña Ría Pitá, amigos de la copla, del baile, "de la juerga bien entendida", dice la madrina. Ahora esta pequeña imagen que ayer los reunió primero en el Bar Rodríguez y después en el bar Buen Fin ha aglutinado esas voluntades. En su recorrido por hogares -y hospitales- recaudan fondos que se destinan a una bolsa de caridad. "Se le paga la luz o lo que haga falta al que lo necesite".

Amistad y generosidad. Dos afanes muy nobles, palabras de gigante movidas por un icono liliputiense. Su mediación acompañó a los integrantes de la compañía de bailes y danzas en sus últimas salidas profesionales: la Carmen que llevaron a China con motivo de la independencia de Macao o una actuación en los Emiratos Árabes con ocasión de la boda de la hija del sultán de Dubai.

Ayer esperaban la llegada del cura que bendijo a la imagen. Una vecina más del barrio de San Lorenzo que brilló entre los escombros de un castillete a la deriva.

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