Murillo y Zurbarán no seducen a las masas

Que el sevillano tiene fama de chovinista no es nada nuevo. Defiende a capa y espada su ciudad, que tiene la catedral gótica más grande del mundo, la mejor Semana Santa, o la feria con más arte y más elegante. El sevillano presume de ciudad sin realmente conocerla y repite cual papagayo sentencias como: "El Alcázar es el palacio en uso más antiguo de Europa", o "el Museo de Bellas Artes es la segunda pinacoteca de España". Esta última afirmación ha quedado en suspenso, al menos en su atractivo para el público, tras la publicación en TripAdvisor (mayor web de viajes del mundo) de un ranking sobre los mejores museos. Esta lista está elaborada en función de los millones de comentarios y puntuaciones realizadas por los usuarios y, de sobra es conocido, que una buena o mala crítica en esta página especializada puede encumbrar o hundir un establecimiento. Los internautas han identificado al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (MET) como el mejor del mundo. El primer español en la lista es el Prado, en cuarta posición. Pero lo que llama la atención es que el Bellas Artes de Sevilla no figura siquiera entre los 10 más valorados de España.

En el listado de los museos más populares de España, tras el Prado, se encuentran el Thyssen-Bornemisza (Madrid), el Guggenheim de Bilbao, la Ciudad de las Artes y las Ciencias (Valencia), el Museo Sorolla (Madrid), el Teatro Museo Dalí (Figueras), el Museo Nacional de Arte de Cataluña (Barcelona), la Casa de la Guitarra (Sevilla), el Museo Nacional de Arte Reina Sofía (Madrid), y el Museo del Vidrio y Cristal de Málaga. La ausencia del Bellas Artes plantea dos cuestiones fundamentales: ¿Por qué este desinterés de propios y extraños? Y, ¿realmente es la segunda pinacoteca de España? Este periódico ha consultado con tres voces más que autorizadas para responder a estas cuestiones.

El profesor emérito de Arte de la Universidad de Sevilla, Enrique Valdivieso, sí considera que el museo sevillano es el segundo de España: "Primero está el Prado, pero como museo de carácter nacional, el Bellas Artes de Sevilla sí que lo es por tener una magnífica colección artística que radica, casi en exclusiva, en la historia de la pintura de esta ciudad". Valdivieso advierte, pese a que el contenido es magnífico, que no existe una voluntad por promocionar la pinacoteca, empezando por el propio desconocimiento del sevillano: "Los sevillanos no son conscientes de la importancia del museo. A la mayoría, el Arte le importa un pimiento. Tampoco se promociona lo suficiente, ni se programan grandes exposiciones. Málaga se ha comido a Sevilla con cuatro acciones de promoción. Los recursos no sólo hay que tenerlos, también hay que potenciarlos". El resumen de este prestigioso catedrático es: "Es un museo gris, oscuro, apagado, sin recursos, pero con una magnífica colección".

Andrés Luque Teruel no se muestra muy partidario de este tipo de rankings y defiende la importancia del Bellas Artes: "En contenidos sí es el segundo de España, sin compararlo con los museos de Arte Contemporáneo. Supera a cualquier museo de Bellas Artes de España, con la excepción del Prado". Sin embargo, el profesor titular de Historia del Arte de la Hispalense asegura que no sabe por qué con este potencial es tan poco atractivo para el visitante: "No tengo la respuesta. Quizás haya una falta de entusiasmo, un gran nivel de desinformación, falta de imaginación para su proyección... Puede estar anticuado, pero así estarían todos en España, incluido el Prado. Es un tema complejo, pero la crítica directa a la gestión no es la solución". Como Valdivieso, Luque Teruel incide en la falta de interés del sevillano: "Creo que no conoce ni el museo, ni el Alcázar, ni la catedral...".

La voz más crítica es la del pintor y escultor Ricardo Suárez. Coincide con Valdivieso y Luque Teruel en la falta de interés y en el desconocimiento por parte del sevillano. Pero discrepa a la hora de situar al Bellas Artes sólo por detrás del Prado: "No es la segunda pinacoteca de España. Es el primero en su género, pero es un género muy local. Una colección fundamentalmente religiosa basada en Murillo, Zurbarán y Valdés Leal. En ningún caso puede compararse con el Prado o con el Museo Thyssen-Bornemisza, que es el segundo. Para competir a ese nivel tendría que tener una muy buena y variada colección. Saliendo de esos dos autores y uno o dos cuadros de Velázquez y algo de Cano, el resto es de escasa relevancia".

Suárez, visitante asiduo del museo, señala que la mayoría de los días está prácticamente vacío: "El museo está muerto porque, entre otras cosas, adolece de un programa de exposiciones itinerantes que complemente la colección permanente. Hay que meterlo en ese circuito. Traer a Tiziano, Tintoretto...". El pintor lamenta que casi todo el presupuesto se va en gastos de personal y que no quedan recursos para aumentar la colección: "La Junta de Andalucía es la responsable y no tiene interés. Tenemos una gran colección de murillos que se puede intercambiar con otros museos, pero nada. El museo no puede sobrevivir con la obra invitada. Tendría que ser de primerísimo nivel. Suárez concluye con una frase contundente sobre la colección: "Es la primera en su género: una colección desamortizada en un espacio desamortizado".