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Narcotráfico Sevilla

¿Hubo un chivatazo en la operación contra los bares del narcotráfico?

  • La Policía investiga si los narcotraficantes tenían un topo que les avisó de la operación Torreón

  • No se encontró droga en la segunda fase y uno de los sospechosos se fue de Sevilla

Dos policías montan guardia en uno de los registros en la calle Alfarería.

Dos policías montan guardia en uno de los registros en la calle Alfarería. / josé ángel garcía

La Policía Nacional trata de averiguar si se produjo una filtración en la operación Torreón contra los bares que blanqueaban el dinero de la droga. La investigación se desarrolló en dos fases, una primera en el mes de febrero, en la que se hallaron 58 kilos de cocaína y 760.000 euros en metálico, y una segunda a finales de abril, en la que se registraron varios bares, restaurantes y salas de fiestas que podían dar cobertura legal al negocio de la droga.

En total, en las dos etapas, fueron detenidas nueve personas, entre ellas el presunto cabecilla de la organización, propietario del restaurante Xkysyto en la calle Virgen de Luján, en Los Remedios.

El hecho de que en la segunda fase de la operación hubiera algunas personas que iban a ser detenidas que no se encontraban en su domicilio, ni siquiera en Sevilla, en el momento de la operación levantó las sospechas de la Policía, que investiga si hubo chivatazos y si los narcotraficantes cuentan con un topo entre los grupos antidroga.

Uno de los investigados se presentó en la Jefatura Superior de Policía unos días después y quedó en libertad tras entregarse. Además, los agentes no encontraron droga ni dinero negro en los registros que se desarrollaron en esa segunda fase de la investigación, por lo que sospechan que algunos miembros de la organización disponían de información privilegiada.

No es la primera vez que ocurre algo así en los últimos meses en Sevilla. En un registro en un piso de Torreblanca, los policías se encontraron con que la vivienda acababa de ser limpiada con lejía, para borrar así cualquier rastro de estupefacientes en la misma, que no podría ser detectado ya ni por los perros especializados en la detección de drogas.

También ha ocurrido algo parecido en las Tres Mil Viviendas, cuando la Policía fue a registrar un piso de unos narcotraficantes implicados en un tiroteo. La vivienda había sido limpiada recientemente. En las Tres Mil, algún delincuente ha llegado a alardear de que tenía contacto con policías de la lucha contra el narcotráfico cuando ha sido detenido por los patrulleros.

En noviembre de 2017 también se sospechó de un chivatazo en una operación que la Policía Nacional y la Guardia Civil desarrollaron en el Aljarafe contra el clan de los Lanas, uno de los más activos de la comarca, especializado en el tráfico de hachís a través del Guadalquivir. Algunos de los domicilios que se registraron estaban vacíos en el momento que entraron los agentes, antes de que amaneciera.

También ocurrió algo parecido en una operación de la Guardia Civil contra la banda de Paco el Torna, un atracador especializado en vuelcos (como se conoce en el argot policial a los robos de droga entre bandas de narcotraficantes). Cayó toda la organización menos el líder, del que se sospecha que huyó a Marruecos y no se encontraba en su domicilio cuando fueron a detenerlo. Lo mismo ocurrió con otro jefe de las Tres Mil Viviendas, Ginés, que sigue en busca y captura.

Más importante fue la condena a los cuatro guardias civiles del cuartel de Isla Mayor, que cobraban 26.000 euros por cada alijo que no interceptaban. La Audiencia Nacional les impuso penas que iban desde los cuatro años y medio a los 14 años y tres meses a los cuatro agentes, la mitad de la plantilla de esta localidad ribereña, que estaban a sueldo de la organización dirigida por Francisco Antonio R. C., alias el Negro.

El mayor escándalo de este tipo fue el robo de más de 138 kilos de cocaína y heroína en la Jefatura Superior de Policía, por el que fue condenado a 12 años un agente antidroga de la Policía Nacional, Lars Sepúlveda Madsen. Cuando salió de la cárcel tras cumplir poco más de la mitad de la pena, volvió a ser detenido en Zaragoza y condenado a otros cinco años como líder de una organización criminal dedicada al tráfico de drogas.

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