Polémica

Pérez-Reverte quiere su velador en la Campana

  • El escritor expresa su "desolación" por la retirada de los veladores de la céntrica plaza, que considera una "barbaridad" 

Arturo Pérez-Reverte

Arturo Pérez-Reverte / Lourdes de Vicente

Echó a andar el pasado lunes Arturo Pérez-Reverte por el centro de la ciudad y al llegar a la Campana descubrió, para su "desolación", que no había ya veladores. Ni en la plaza, ni en la conocida confitería. "Yo vengo aquí desde hace 30 años y hasta la última visita siempre me sentaba en la Campana a ver pasar a Sevilla por allí. De hecho, en una novela mía, La piel del tambor, el personaje prácticamente vive allí, se sentaba allí, despacha en la Campana. Pero este año he venido y no puedo sentarme", ha denunciado el escritor, que participa estos días en las jornadas Letras en Sevilla. Literatura y Guerra Civil, organizadas por la Fundación Cajasol.

"Me sorprende que esto haya pasado en una ciudad en la cual por las calles no puedes caminar porque están llenas de veladores y sillas por todos los sitios. Anoche, por ejemplo, viniendo del hotel [hacia la sede de la Fundación Cajasol, en la Plaza de San Francisco], tuve que bajarme varias veces de la acera para poder pasar. Pero en la Campana no hay veladores. No sé la razón, pero a lo mejor es que prefieren es que haya una hamburguesería o una franquicia de éstas. Me parece una barbaridad que la Campana, el cogollo de la ciudad, el lugar más emblemático, se haya vuelto un páramo. No soy sevillano, pero me da una tristeza personal enorme y quiero que conste mi voz", abundó Pérez-Reverte, que acompañó a su colega la escritora Almudena Grandes en una rueda de prensa en torno a dichas jornadas, y una vez terminado el acto hizo un aparte con los periodistas presentes para expresar su opinión.

"No sé la razón, pero si alguien tiene la culpa de esta situación, tan culpables son los que han decidido que esto sea así, es decir, el Ayuntamiento, como los sevillanos que han consentido que les quiten un lugar emblemático desde hace más de un siglo". Informado de que responde a la ejecución de una ordenanza reguladora del Consistorio que pretende aliviar la hipertrofia de veladores que hacen que él y muchos otros viandantes como él se vean obligados subir y bajar de las aceras continuamente por la falta de espacio en las mismas, y preguntado el popular escritor y columnista por si se muestra partidario, entonces, de una excepción a tal marco legal, respondió: "Yo no soy partidario de nada. Yo sólo quiero que conste que esta es mi opinión, la de una persona que viene a Sevilla con mucha frecuencia. Insisto, yo he venido caminando hasta aquí eludiendo veladores en todas las calles y el único sitio en el cual no hay es la Campana. Si yo no puedo caminar por la calle que sea, por qué sí puedo caminar por la Campana. Toda la vida me he sentado a leer el periódico en la Campana y a ver a la gente. Ahí está el pulso de la ciudad. Y me creo con derecho, como persona que ama Sevilla y como novelista que ha escrito sobre ella, a decir que me da mucha tristeza".

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